domingo, enero 17, 2010

JOSÉ MARTI Y EL RACISMO

MARTI Y EL RACISMO



Por el Rev. Martín N. Añorga

“El racismo y las conversaciones racistas no tienen lugar hoy en los Estados Unidos”, declaró Michael Steele, de la raza negra, presidente del Comité Nacional Republicano en una entrevista en la cadena de televisión NBC. Se refería a un comentario hecho por el senador demócrata Harry Raid, líder de la mayoría en el más alto cuerpo legislativo de la nación, sobre el presidente Obama cuando era candidato.

Las palabras del senador Reid, citadas en el libro “Game Change”, han sido ampliamente divulgadas. “Barack Obama es popular entre los votantes por ser de piel clara” -dijo Reid-, que añadió “no usa el dialecto negro a menos que quiera usarlo”. Los Republicanos se han abanderado en el tema del racismo para exigir la dimisión del importante senador demócrata, aunque el propio presidente le ha restado importancia al asunto, declarando que para él se trata de “un libro cerrado”.

Sin restarle importancia a la impropia actitud del senador Reid, estimamos que el hecho de que en la Casa Blanca haya un presidente de la raza negra, ha desatado en la nación una cacería de brujas sobre el tema racial. ¿Es racismo llamar, con el respeto debido, negro o mulato al que lo es, o blanco o amarillo a los que pertenecen a estas identidades étnicas? Hay que tener cuidado en que se pretenda en nombre del racismo limitar la libertad de expresión. Lo malo no es tener un color u otro, lo malo es establecer discriminaciones basadas en el color de la piel, el tinte de la ideología o en los énfasis doctrinales en materia de religión.

La pregunta que nos hacemos es ésta: ¿Podrán algún día mantenerse las relaciones humanas sin la presencia del racismo? La pregunta es oportuna porque el hecho de la discriminación se presenta continuamente en todos los ámbitos sociales. En Cuba, por ejemplo, donde el tirano Castro se ufana de haber creado una sociedad justa, la población negra carece de acceso a posiciones de gobierno y está condenada a la más humillante pobreza, a pesar de que constituye una mayoría en el cómputo nacional.

( José Martí en Ybor City )

A lo largo de la historia han existido seres humanos excepcionales que han luchado en contra de la discriminación Pudiéramos mencionar una extensa lista de nombres ilustres; pero queremos hoy referirnos, ya que precisamente en día cercano celebraremos un aniversario más de su nacimiento, a José Martí, un héroe excelso de América, quien se alza sobre el pedestal de la historia como un gigante en la defensa de los derechos humanos.

Se cumplirán 157 años del nacimiento del Apóstol de la Independencia cubana José Julián Marti y Pérez. Mucho se dice de él, y de él mucho se descubre aún. En estos tiempos en que vivimos, bueno es enfatizar la posición profética de Marti en cuanto a los derechos humanos, que es probablemente el más trajinado de los temas hoy día. Permítasenos, pues, citar algunos pensamientos martianos sobre las relaciones raciales.

El 16 de abril de 1893 en un artículo del periódico Patria titulado “Mi raza”, Martí acuñaba estas palabras: “Los negros están demasiado cansados de la esclavitud para entrar voluntariamente en la esclavitud del color”. En el mismo artículo el Apóstol define su pensamiento: “El negro, por negro no es inferior ni superior a ningún otro hombre”. Esta posición martiana es un anticipo a acápites constitucionales que aparecen en casi todas las Cartas Magnas del mundo, y vislumbre de lo que sería después “La Declaración Universal de los Derechos Humanos”. Creemos con el Apóstol que los negros no deben jamás ser objeto de exclusiones discriminantes; pero tampoco deben ser tratados con excepciones paternalistas que representan una actitud de superioridad de parte de las autoridades. Hay que coincidir con el apotegma martiano de que “todo lo que divide a los hombres, todo lo que los especifica, aparta o acorrala, es un pecado contra la humanidad”.

“El racismo justo es el derecho del negro a mantener y probar que su color no le priva de ninguna de sus capacidades y derechos de la especie humana”, sentenció el Apóstol. Si sus palabras fueran un lema de la sociedad americana, se terminarían para siempre las tensiones raciales que percibimos en la misma. De seguro que el mundo sería mejor, porque – y citamos de nuevo al Apóstol – “peca contra la humanidad el que comente y propague la oposición y el odio de las razas”.

José Martí, el visionario de América, nos ha legado un ideario de integración racial que de aplicarse, sería el fundamento de una convivencia pacífica y creativa entre todos los seres humanos. “Dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos”, proclamó el Apóstol. “Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro”. Si pudiéramos mirarnos como hermanos, como miembros de una sola raza humana, independientemente del color de la piel, nos desprenderíamos de mucho dolor y de mucha injusticia.


El sueño de Martí para Cuba aún no ha logrado su realización. “A mí, demagogo me podrán decir” – exclamaba Martí en un profundo y emotivo discurso pronunciado el 17 de febrero de 1892 – y añadía “porque sin miedo a los demagogos verdaderos, que son los que se niegan a reconocer la virtud de unos por halagar la soberbia de otros, creo a mi pueblo capaz de construir sobre los restos de una mala colonia una buena república”. De hecho, esa “buena república”, le ha quedado esquiva al cubano. Hoy día impera en la Isla una feroz dictadura que arrastra una cadena de 51 traidores eslabones. En Cuba se hostiga y encarcela al que piensa. Y también se margina y humilla al hombre de raza negra o bronceada que mira impotente como unos pocos le arrancan, pedazo a pedazo, el traje de la dignidad.

Los grandes hombres trazan caminos que son largos para andar. Lincoln desafió la esclavitud; Martin Luther King se echó sobre los hombros el dolor de su raza y conquistó derechos que hasta hoy se disfrutan, y José Martí sacrificó su vida en aras de una república con todos y para el bien de todos en la que no hubiera odios ni venganzas; pero a pesar de Lincoln siguen existiendo esclavos, a pesar de Martin Luther King los negros siguen sufriendo discrímenes y a pesar de Marti Cuba sigue anclada en el dolor. Y no es que estos grandes hombres, cada uno en su dimensión, hayan fracasado. Ellos continúan iluminando sendas y tejiendo horizontes. Somos nosotros, los que formamos las generaciones que les han seguido, los responsables de implantar en nuestra hora la libertad, el respeto racial y el ejercicio de la confraternidad humana.

Hay que seguir luchando por un mundo mejor. Esta es la tarea de todos, seamos blancos, morenos, negros o mestizos. Ya lo dijo Martí: “el ser de un color o de otro no merma en el hombre la aspiración sublime”.