CUBA: De la prioridad.
De la prioridad.
Por Zoé Valdés
DE LA PRIORIDAD.
Mientras moría Gloria Amaya González –a causa del sufrimiento producido por la dictadura castrista-: veinte mítines de repudio al menos, una golpiza que la dejó paralítica hasta el día de su muerte, dos hijos en la cárcel desde el año 2003 a causa de su disidencia política; mientras Ariel Sigler Amaya, también baldado, esquelético, muy enfermo, a todas luces torturado, y su hermano Guido, también encarcelado, se despedían del cadáver de su madre en el velorio, escoltados por sus verdugos, mientras que el pueblo los animaba con palabras transparentes y clamores en contra del régimen, mientras las Damas de Blanco se movilizaban para asistir a la ceremonia en la humilde casa y asistían, mientras la disidente Martha Beatriz Roque hacía lo mismo (a ella le debemos el reportaje gráfico), mientras que veinte enfermos mentales sucumbían de hambre y de frío en La Habana, y en Haití se producía uno de los más terribles terremotos que se pueda calcular, con un saldo de más de 100 mil muertos, y con una alta peligrosidad y probabilidad de tsunami para las costas orientales cubanas y para República Dominicana, mientras todas estas desgracias acontecían, por fin llegó la papa al puesto de viandas de Plaza de la Revolución, ¡loado sea Raúl Castro, que por fin le da papa a su pueblo! Un pueblo que sólo necesita papa, y no libertad. La papa es el tema esencial para existir en Cuba. Una papa moverá el mundo. De la papa al Pájaro Tieso, y de ahí al cielo.
( Ariel Sigler Amaya al lado del féretro que contiene el cadaver de su madre Gloria Amaya )
La prioridad del cubano siempre ha sido él y el espejo. Son capaces de cualquier cosa por alimentar el yoísmo, y de este modo dimensionar el ego. Puedo entenderlo. El ego lleva a situaciones tales como estas: Escribir que los marcianos pensaban que en la Unión Soviética, y más precisamente en el Kremlin, se hallaba el mejor de los mundos posibles; y luego rehacer lo escrito para demostrar todo lo contrario. El ego te puede conducir a chapurrear lenguas que ni siquiera has leído nunca –leer es lo primero que se hace cuando uno ama un idioma. El yoísmo, además, te puede convertir en un agente de tu propia pérdida, sobre todo cuando al mirar una papa, empiezas a parecerte a ella. Reflejada entonces en cada una de las papas del churroso puesto de vianda (que de súbito supondrás el salón de protocolo de una Casa de Gobierno), el mundo y su sufrimiento aparecerán –a tus ojos- cada vez menos importantes, y por lo tanto mucho más manejable. Y si no, pregúntenle a Fidel Castro, que se pasó años hablando mierda del café Caturla, luego del cruce de vacas, más tarde de la agricultura de microjet, después de las fresas salvajes (yo me creía ya Ingmar Bergman de tantas “fresas salvajes” que sembré y que jamás recogí, no se dieron, en clima semejante, solo a un loco…), para continuar con los quesos franceses –seríamos los primeros exportadores después de Francia-, aunque antes le había robado las recetas de pastas italianas a la mismísima Ingrid Feltrinelli, y así –minimizando al resto- se convirtió en el Finquero mayor, dueño de una isla que él convirtió en su finca privada con once millones de esclavos, y con muchos más millones que la Reina de Inglaterra guardados a buen recaudo en los bancos suizos. O sea que estamos equivocados, no se trata de libertad, se trata de una papa y de un Pajarraco Tieso.
Es entonces, cuando todo lo que has hecho antes, por mucho valor que tenga, empieza a desmoronarse. Es entonces, que la verdadera prioridad aflora sola, solita, en medio del desierto: puede surgir iluminada por la muerte de una anciana que exigía libertad para sus hijos.
Zoé Valdés.
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