BARACUTEY CUBANO

Por José Antonio Fornaris

Periodista independiente
fornarisjo@yahoo.com

Managua, La Habana, 11de febrero de 2010, (PD) Cada día que transcurre el tema del cambio en Cuba o la terminación del régimen cobra mayor actualidad. Las interrogantes: “cuándo termina esto” y “hasta cuándo es esto”, son fáciles de escuchar en cualquier lugar.

Aparte del deseo humano de sentirse persona, el cansancio, el aburrimiento y el desgaste, han llevado mentalmente a ver el fin. Y al efecto es dibujado con las apreciaciones y análisis –sin descartar la dosis personal de las emociones puestas en la valoración- que llevan a vaticinar las características más sobresalientes que tendrá ese evento.

Dentro de una parte del ámbito de la prensa independiente y la oposición pacífica, se manejan las hipótesis de un cambio tipo piñata al estilo nicaragüense –y aquí paz y en el cielo gloria-. O un final a lo soviético: repartición de retazos de poder, con la inclusión de una fuerte mafia que lance sus tentáculos en múltiples direcciones y que, además, brinque el Estrecho de Florida.

Los que así piensan, olvidan algunos puntos.

Uno, que hay muchos, incluyendo a ciudadanos estadounidenses, que quieren que les devuelvan o les paguen lo que les quitaron sin ningún tipo de indemnización.

Dos, que el cerco biológico cada momento se cierra más sobre los llamados líderes históricos de la revolución. Y como su celo por el poder ha sido tan extremo, no han creado ningún tipo de mecanismo, medianamente democrático, para una línea de sucesión aceptable en algún sentido. La posibilidad de lucha para obtener los más encumbrados puestos con la fractura de la vía pacífica para lograrlo es alta.

Y tres, que algún evento de carácter extraterritorial agudice de manera rápida la muy precaria situación económica interna. Por ejemplo, la salida precipitada del poder de Hugo Chávez. Y que eso dé pie a que el contenido, hasta ahora, descontento popular se desborde y el régimen responda de manera muy violenta.

Todo ese puede llevar a una intervención militar extranjera, con el visto bueno o no de Naciones Unidas, para salvar vidas y evitar algún tipo de desestabilización en la región o en los países más cercanos a la isla.

En esos posibles escenarios, adiós piñatas y adiós parcelas de poder -económica o política- para los actuales funcionarios, en cualquier nivel, del régimen.

Mirando así las cosas, lo aconsejable es que los ateos que tengan intenciones de ocupar cargos públicos en la etapa post caudillismo-marxismo, comiencen a ir a la iglesia. No para que tengan asegurada la gloria celestial, porque eso se sabe no está en manos de los humanos, sino porque nuestras raíces son judeo-cristianas y va a ser difícil que alguien que no esté a tono con nuestra idiosincrasia tenga la posibilidad de ser electo.

La unión del pasado y el futuro, aunque sea momentánea, para terminar con un espanto demasiado largo, es tremenda. Y los que no están bien centrados casi siempre caen al suelo para no volverse a levantar.

fornarisjo@yahoo.com