miércoles, marzo 17, 2010

EN CUBA: Contrapunteo del libelo y el heroísmo

Tomado de http://www.diariodecuba.net


Contrapunteo del libelo y el heroísmo
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Por Miguel Fernández-Díaz, Miami
Miércoles 17 de Marzo de 2010

Después que Granma fue autorizado a intervenir en el debate literario sobre la muerte de Orlando Zapata Tamayo, las répontra el mártir opositor.

Gramática del insulto

Granma descargó que Zapata Tamayo fue "procesado por los delitos de violación de domicilio (1993), lesiones menos graves (2000), estafa (2000), lesiones y tenencia de arma blanca (2000: heridas y fractura lineal de cráneo al ciudadano Leonardo Simón, con el empleo de un machete), alteración del orden y desórdenes públicos (2002)". Este último pleonasmo ilustra la espléndida confusión entre delitos políticos y comunes en Cuba. Los cargos "alteración del orden y desórdenes públicos" se refieren al taller sobre derechos humanos, montado en el Parque Central, que terminó con la detención de Zapata Tamayo y otros ocho participantes, pero ni siquiera hubo juicio.licas al ensayista e investigador encargado de urdir para quién es útil aquella muerte han resbalado encima del tinglado mediático, que se armó con el propósito de practicar el arte de la infamia c

Al usar "procesado" y no explicitar una sola condena, Granma levanta la sospecha de que las demás causas endosadas a Zapata Tamayo pueden haber parado igualmente en nada. En lugar de sentencias judiciales firmes, Granma estaría usando fichas policíacas de la Dirección Nacional de Identificación (DNI) en contra de la propia Ley de Procedimiento Penal (1977), que "presume inocente a todo acusado mientras no se dicte fallo condenatorio contra él" (Artículo 1).

( Damas de Blanco en un acto por la primavera negra. La Habana, 2009. (AP) )

Por si fuera poco, Granma amaña que Zapata Tamayo "fue liberado bajo fianza [es decir: con proceso pendiente] el 9 de marzo del 2003 y volvió a delinquir el 20 del propio mes". Es sabido que Zapata "fue liberado" tras ser encarcelado con el Dr. Oscar Elías Biscet (diciembre 6, 2002) y "volvió a delinquir" por tomar parte en huelga de hambre, precisamente para pedir la liberación de Biscet y otros presos políticos.

Así fue a dar Zapata Tamayo a Villa Marista y terminó siendo condenado a tres años de cárcel por Desacato, Desórdenes Públicos y Desobediencia. Estos delitos se consideran comunes por el Código Penal (1987) castrista, pero evidentemente trajeron su causa de acciones "vinculadas a la política".

Para el 20 de octubre de 2003 se informaba ya que los carceleros del Combinado del Este habían arrastrado a Zapata Tamayo por el suelo, después que solicitó asistencia médica. Por este hilo podemos desenredar otra madeja que tejió Granma: "la sentencia inicial se amplió de forma considerable en los años siguientes por su conducta agresiva en prisión".

El quid no estriba en atenuar el impacto del libelo con la regeneración moral de Zapata Tamayo en el presidio, sino en quemar el trasfondo del libelo mismo y echar luz sobre la penumbra que envuelve a los presos políticos cubanos, por lo demás registrados en "listas parciales" de la Coordinadora Nacional de Presos y Ex Presos Políticos (CNPEPP) y de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN) que distan mucho de coincidir e incluyen hasta reos extranjeros convictos de terrorismo.

Inversión del sentido

Granma rebajó la muerte de Zapata Tamayo, tras casi tres meses en huelga de hambre, no solo a "una actitud que ya era evidentemente suicida", sino instigada desde donde anida el totí: Washington o Miami.

El libelo contra Zapata Tamayo se abre fácilmente a la retorsión del argumento. Castro el Viejo sentenció (septiembre 15, 1981) que la huelga de hambre es "el más emocionante gesto de sacrificio, desinterés personal y valentía que pueda imaginarse". Se refería a terroristas (o combatientes por la libertad) irlandeses, que demandaban ser reconocidos como presos políticos, es decir: la misma condición que el castrismo negó a Zapata Tamayo y niega a quienes encarcela por oponérsele pacíficamente.

Sin embargo, nadie se llame al engaño de que morir por la patria es vivir. Ya lo aclaró desde la poesía Ramón Fernández Larrea: es morir por la patria. Y si otros toman el mismo camino del martirio que, por su libérrima voluntad, escogió Zapata Tamayo, sólo resta advertirles que uno debe morir con arreglo a fines.

Hacia octubre de 1981 Castro aconsejó al general Wojciech Jaruzelski que impusiera la ley marcial en Polonia. Jaruzelski alegó que el sindicato Solidaridad podría reaccionar convocando a la huelga general y Castro repuso: "Nadie debe temer a las huelgas; por sí mismas son incapaces de cambiar al gobierno" (Archivo de Mitrokhin, K-20, 113). Otra manera de liquidar las premisas del castrismo es que la oposición al grupo político de Fidel Castro no tiene por qué ser heroica: basta con que sea inteligente