sábado, abril 03, 2010

CUBA: LA UNEAC QUE ABOCHORNA

LA UNEAC QUE ABOCHORNA



Por Luis Cino
Periodista independiente.
luicino2004@yahoo.com

Arroyo Naranjo, La Habana, 1ro de abril de 2010, (PD) Allá por 1995, Abel Prieto incursionó por un día en la crítica cinematográfica: escribió un artículo en el periódico Granma para alertar a los televidentes cubanos acerca de las implicaciones ideológicas que podía tener Forrest Gump para un público no avisado. Conocedor de los temas de la contracultura de los 60, miembro de una generación marcada por ella, adorador de los Beatles y Janis Joplin, víctima a gusto de la pelea revolucionaria contra el diversionismo ideológico, Abel Prieto endilgó coletilla a las aventuras, con efectos especiales y banda sonora de fiesta nostálgica, del personaje interpretado por Tom Hanks. Probablemente haya sido la tarea más fácil de las encomendadas al ministro por los Jefes.

La más reciente tarea del ministro fue conseguir, precisamente en estos momentos, la adhesión incondicional de los jóvenes intelectuales y artistas de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) a la contraofensiva oficialista que pretende enfrentar el repudio internacional a las violaciones de los derechos humanos en Cuba.

No hay metas imposibles para Abel Prieto. Se necesita ser un súper-ministro para administrar la cultura de un país que no sale del Período Especial. Sus tareas han sido bien complejas. Atenuar con su firma la estampida autorizada y de terciopelo de escritores y artistas. Probar que la cultura cubana es una sola, la que apoya a la revolución. Trazar pautas e inexorables cánones estéticos (“para nada políticos”, dice) de lo que realmente vale la pena en la literatura cubana. Canonizar las décimas de Antonio Guerrero y excluir los libros de Zoe Valdés, Heberto Padilla y Cabrera Infante, esas “criaturas abominables” que dijo una vez.

Abel Prieto no se sonroja por las cosas que dice. Aunque nadie le crea, el ministro no se cansa de anunciar que “el nuevo escenario cultural cubano no excluye las disidencias”. Tal vez por eso no vaciló en afirmar en abril de 2005 en el Club de Prensa Internacional de Madrid que los disidentes condenados en la primavera de 2003, producto de “la guerra terrible” que vive Cuba contra una superpotencia nuclear, se pusieron dichosos de no haber sido “asesinados en una cuneta”.

“Misión cumplida, Jefes, los que vamos a saltar a la infamia y la inmundicia os saludamos”, debe haber dicho Abel Prieto al entregar la declaración de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y la Asociación Hermanos Saíz que pretende ripostar la condena internacional por la muerte del prisionero político Orlando Zapata Tamayo.

De tanta abyección, la declaración da ganas de vomitar. Pero, vergüenza ajena aparte, no hay de qué asombrarse. Medio siglo de aberrantes políticas culturales han generado en Cuba un medio intelectual donde imperan el miedo, la simulación el doble discurso y la desverguenza.

Los salones, jardines y pasillos de la casona de la UNEAC han sido el escenario ideal para la envidia, los chismes y las delaciones. También para los panfletos y las declaraciones sumisas firmadas sin leer, apoyados en las mesitas, genuflexos, con manos temblequeantes y cansadas de aplaudir.

El régimen reclutó sus comisarios culturales entre oportunistas y mediocres. Hasta algunos intelectuales talentosos cazó a lazo, chantajeó o compró con premios para que olvidaran el Decenio Gris. Todos reciben orientaciones de arriba a través de las poleas trasmisoras: el presidente de la UNEAC, Miguel Barnet con sus amuletos de plumas de aura tiñosa, Roberto Fernández Retamar y su gorra bolchevique y claro, el súper-ministro Prieto, cincuentón y “forever young” (oh Dylan), pelado y con barba por delante, melenudo por detrás, moderado y ortodoxo, rígido y flexible. Y Nancy Morejón, Silvio Rodríguez, Pablo Armando Fernández, Kcho y el resto de la comparsa, que repiten el corito sin abochornarse y aplauden que dan gusto en reñida competencia a ver quien lo hace más y mejor…

Serían risibles si no fueran patéticos estos personajes como salidos de la pluma de Bulgakov. Sólo falta el ronroneo irónico del gato Popota. Porque la traílla de Asaselo y los informes a la Seguridad del Estado ladrados por una jauría de camaradas Globito Globitovich hace mucho tiempo que están presentes en la UNEAC y la AHS.

luicino2004@yahoo.com
Foto: Marcelo López