CUBA: Una provocación anunciada
Tomado de http://www.elnuevoherald.com
Por Pedro Corzo
La dictadura cubana siempre se ha nutrido de las crisis que genera, o aquellas que por sus actuaciones provoca. El régimen no soporta una gráfica plana, sin accidentes. Una de las características del gobierno de La Habana es su agresividad. Los Castro no acostumbran a reaccionar sino a provocar a enemigos y adversarios. Estar a la ofensiva les ha sido altamente productivo, y no tienen por qué cambiar la estrategia.
Para las autoridades de la isla es fundamental una acción protagónica en el ejercicio del gobierno, una constante irregularidad, un acontecer que interrumpa la rutina para así evitar el acomodamiento o anquilosamiento de los factores que sostienen la estructura de mando.
Las crisis atemorizan a la nomenclatura. Impide veleidades que agudicen diferencias, y lo que sería nefasto, una fractura del poder que conduciría inevitablemente al fin de lo que han construido por más de cinco décadas y que ha beneficiado sólo a quienes detentan el poder.
Recordemos que en pleno proceso insurreccional el liderazgo de la revolución seleccionó el contrario sobre el cual iba a desarrollar una estrategia de sobrevivencia. Estados Unidos fue el elegido, pero se aprecia a través de los años que no es el único. Todos los que no acaten sus mandatos y rechacen sus felonías, son enemigos a los que hay que destruir.
( PARTIDARIAS DEL gobierno cubano protestan contra las Damas de Blanco durante una marcha del grupo de esposas y familiares de presos políticos en La Habana, el pasado marzo.FRANKLIN REYES / AP )
La muerte de Orlando Zapata Tamayo les ha robado la iniciativa y la ofensiva. Políticos, intelectuales y medios informativos en un número importante están actuando en contra de la dictadura. Las críticas son serias, firmes y no cesan. Dirigentes políticos de relevancia internacional, medios de prensa determinantes en la generación de la opinión pública y gobiernos que se han balanceado entre la complicidad y el silencio, han quebrado lanzas en su contra y demandan el fin de un sistema que niega todos los derechos.
La impunidad se les acaba y es de esperar que contraataquen con todos los medios que estimen conveniente. Tengamos presentes que el castrismo no busca dejar fuera de combate al contrario, sino eliminarlo de una vez por todas.
Un editorial del periódico Granma reseñaba: ``Arman alharaca también alrededor de las autodenominadas Damas de Blanco, quienes se prestan al juego enemigo y se sustentan con dólares salpicados de sangre cubana, cuya única sanción hasta hoy ha sido el repudio contundente y enérgico de nuestro pueblo en las calles''. Sigue el editorial convocando a una marcha para el primero de mayo donde ``recibirán de nuestro pueblo y sus trabajadores una contundente e inequívoca respuesta del apoyo a la Revolución. Más de medio siglo de combate permanente ha enseñado a nuestro pueblo que la vacilación es sinónimo de derrota''.
El castrismo está consciente de que no puede ceder un ápice, por lo que advierte a sus opositores, y los que están en el poder, pero imaginan distanciarse de la ortodoxia castrista, que está dispuesto a luchar y pelear a como dé lugar por sus intereses. La violencia no es para la dictadura un último recurso. Dosifican la violencia y pueden fingir que es parte de la cólera de un pueblo enfurecido.
Por otra parte, el régimen sabe que la oposición interna y externa cuenta con un amplio respaldo porque favorece un proceso pacífico hacia la democracia, sus métodos se rigen por la no violencia y la lucha cívica, a pesar de las agresiones de que son objetos.
Un acto violento de opositores o disidentes le restaría simpatía y el apoyo con que cuentan, y provocar un acontecimiento así no es ajeno al cuantioso arsenal de tácticas de confrontación de la dictadura. Sería el pretexto ideal para una noche de San Bartolomé, como advirtiera el mismo periódico Granma cuando el incendio autoprovocado en el círculo infantil Le Van Than en La Habana, en mayo de 1980.
Aquellos fueron los días de la embajada del Perú y los del Mariel. El país estaba sacudido. Fueron tiempos de crisis en los que cualquier cosa podía ocurrir y un mensaje duro para los que pudieran querer pescar en río revuelto era conveniente.
Hoy los días son más duros y si el maestro de los Castro, Adolfo Hitler, justificó la agresión a Polonia, con el simulado ataque a la emisora de Gliwitz, no es de dudar que sus aventajados discípulos generen una acción en Cuba o en el exterior que desacredite la imagen y propuestas de sus enemigos.
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