BARACUTEY CUBANO

Mamberti en La Habana y Ortega de par en par


Por Nicolás Águila
Madrid


Dominique Mamberti, el secretario de la Santa Sede para las relaciones con los Estados, es el jefe de la diplomacia vaticana, famosa por su perversa sabiduría pragmática. Mucho gusto, Eminencia.

Mamberti ha ido a Cuba invitado por el régimen cubano para participar en la celebración del 75 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre La Habana y el Vaticano. Un hecho que marca un hito, diríase que un histórico mojón, en los anales de la diplomacia. El gusto es todo mío, mi general presidente.

Mamberti, un arzobispo corso nacido en Marruecos, es experto en Latinoamérica, Naciones Unidas, África, Oriente Medio y el Islam. Se le considera un hábil táctico de la «diplomacia silenciosa», cualidad que a Raúl Castro le va a caer que ni venida del cielo. En boca cerrada no entran moscas, mi presi-general.

Mamberti habla español, francés, italiano e inglés, pero prefiere el silencio diplomático. Los medios lo pintan como un experimentado estratega para situaciones complejas. Un “experto en deshacer nudos gordianos”, afirmaba eufórico un corresponsal vaticanista, olvidando que el nudo gordiano se rompe con la audacia de un solo tajo. Con la espada de Alejandro Magno, no con la diplomacia del silencio que practica la curia romana. La que calla y otorga.

Mamberti cumplimenta, además, una invitación a una jornada ‘social’ de la Iglesia católica cubana. Y así mata dos de un tiro, quedando bien con Dios y con el diablo mediante una visita que es a la vez oficial y pastoral. Inicia este miércoles su programa de cuatro días con una conferencia inaugural en la X Semana Social Católica. Un evento en que se someterán a debate temas tan celestiales como el “diálogo entre cubanos” y la “reconciliación entre cubanos”. Significativamente, de esos paneles han sido excluidos laicos cubanos críticos del sistema que fueron los creadores e impulsores de las ‘semanas sociales’. Pero eso era en los tiempos de ‘Vitral’ y las heroicas yaguas pinareñas, clausuradas de un plumazo por la jerarquía eclesiástica. Ahora han modificado los diez mandamientos para invitar nada menos que a intelectuales de dentro y fuera de la Isla con filiación procastrista (en algunos casos sobra el prefijo ‘pro’), incluyendo a un ex oficial del Minint travestido de académico. Cosas veredes.

Por estos días algunos han desempolvado con gran entusiasmo el viejo desiderátum papal de “que Cuba se abra al mundo”. ¿Estarán perdiendo el oremus o la vergüenza misma? El arzobispo de La Habana, que parece creerse aquello de que Dios escribe recto con renglones torcidos, le ha dado una interpretación muy suya a aquellas palabras de Juan Pablo II. Cuba no se ha abierto al mundo ni a su propio pueblo, pero el cardenal Ortega le ha abierto la Iglesia de par en par al castrismo. ¿Un cardenal sin gancho y con la puerta abierta, como en casa de Lala la confiada? No lo perdones, Señor, porque ese sabe lo que hace.