sábado, junio 19, 2010

Fulgencio Batista: Anti-Americano y Pro-Comunista en 1939. Poema de Pablo Neruda apologético a Batista

Tomado de http://eichikawa.com



Fulgencio Batista: Anti-Americano y Pro-Comunista en 1939


Dr. Antonio de la Cova
Junio 17, 2010


Los cables diplomáticos de la embajada estadounidense en la Habana al Departamento de Estado en Washington en noviembre de 1939 describen a Fulgencio Batista como pro-comunista y anti-imperialista.

Una carta del embajador norteamericano J. Butler Wright, el 7 de noviembre de 1939, al Secretario de Estado norteamericano, menciona “el virulento discurso anti-americano del coronel Batista en Matanzas.” El discurso fue descrito como “odioso y venenoso hacia la política norteamericana.”

Tres días después, un cable de Wright señala el apoyo de Batista a los comunistas como “contribuyendo fondos, asignando a dirigentes comunistas a posiciones de mando, y participación, a través de representantes del ejército, en manifestaciones comunistas.” El despacho No. 2544 de la misma fecha dice que Batista “continúa protegiendo y fomentando el Partido Comunista Cubano.”

Batista poseía todos los ingredientes del clásico militante comunista cubano de los años treinta: autodidacta con un cuarto grado escolar; de origen campesino empobrecido; de familia mixta de blancos, negros, e indígenas; huérfano de madre a temprana edad; trabajó como cortador de caña a los ocho años de edad, luego aprendiz de barbero, retranquero de ferrocarril a los 17 años (foto), y tres años después fue soldado. Su padre Belisario fue soldado mambí a las órdenes de José Maceo y fue herido en combate en tres ocasiones. Su hermano, Juan Batista, murió de tuberculosis y su esposa Elisa Godínez fue lavandera en el campamento de Columbia.

( Fulgencio Batista como retranquero de ferrocarriles )

En contraste, Fidel Castro fue hijo de un rico gallego terrateniente y soldado español represor de la lucha independentista. Estudió en colegios jesuitas elitistas, y se graduó de abogado por la Universidad de La Habana. Solo tuvo dos casos judiciales durante su carrera como abogado, que escasamente duró dos años, de 1950 a 1952. Fue un diletante “revolucionario,” quien al no poder haber participado en la Revolución de 1933 por falta de edad, creó su propia “revolución.”

Estas actividades de Batista a favor de los comunistas cubanos y en contra del gobierno estadounidense han sido omitidas de todos los libros de historia del partido comunista cubano y es tema tabú para los “historiadores” castristas.

“Hay que conocer quienes somos antes de saber a donde vamos.”

-FOTO: El joven Fulgencio Batista, apodado “Mulato Lindo”, cuando era retranquero de ferrocarril en Oriente: latinamericanstudies.org
**************


**************

Roberto Ampuero: El caso Neruda




Por Armando de Armas

(Martí Noticias) - Roberto Ampuero, Valparaíso, Chile, 1953. Escritor, columnista y profesor universitario. Su primera novela, bajo el inquietante título de ¿Quién mató a Cristián Kustermann?, fue publicada en 1993 y en ella da a conocer al personaje de un detective privado que aparece luego en obras posteriores, obteniendo con la misma el premio de la Revista libros de El Mercurio.

Desde entonces el detective ha vuelto a aparecer en cuatro novelas y retorna en la última, El caso Neruda. Ampuero, además, ha publicado una novela autobiográfica sobre sus años en Cuba bajo el título de Nuestros años verde olivo, 1999, y las novelas Los amantes de Estocolmo, distinguida como Libro del Año en Chile, 2003, y Pasiones Griegas, elegida en China Mejor Novela en Español, 2006.

( Roberto Ampuero )

Sus novelas han sido publicadas en América Latina y España, y ha sido por otro lado traducido al alemán, francés, inglés, italiano, chino, sueco, portugués, griego y croata. Ampuero reside actualmente en Iowa, donde ejerce de profesor en el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Iowa. Fue columnista de La Tercera de Chile y del New York Times Syndicate, y desde marzo de 2009 es columnista del diario chileno El Mercurio.

Con motivo de su presencia en la ciudad de Miami invitado a presentar su novela El caso Neruda, Armando de Armas entrevistó a Roberto Ampuero en exclusiva para MartiNoticas.

MN. ¿Para nuestros lectores en Cuba, quién es Cayetano Brulé?

RA. CB es un detective cubano-chileno. Nació en La Habana y vive en el puerto de Valparaíso, investigando casos que lo llevan a recorrer el mundo. Tiene nostalgia por su isla, por la que sufre, pero también ha aprendido a amar a Chile, lejano lugar en el que se encuentra. Extraña el clima y las comidas de su tierra natal, aunque sabe cual es la realidad allá, y confía en que un día la isla será libre.

MN. ¿A qué se debe a su entender el auge del género detectivesco en esto que nombran postmodernidad?

RA. El género novelesco es la novela picaresca de la actualidad. Permite explorar el mundo actual y a la condición humana actual, permite explorar esas dimensiones de la mano de textos que tienen un Plot, atraen al lector y lo llevan a recorrer el mundo. No es fácil escribir novela policial, un género que hoy se estudia hasta en las universidades y que da cuenta como ninguno otro de la condición del hombre moderno.

MN. ¿Pudiera el género detectivesco terminar salvando al género todo, es decir a la novela como tal, en tiempos de Internet y virtualidad?

RA. El gran peligro que acecha a la novela es que se quede sin lectores. Una buena novela policial tiene que saber contar la historia, pero además debe cautivar a los lectores. El género policial le está prestando también muchas de sus técnicas y recursos a la novela a secas.

MN. Boleros en La Habana es otra novela suya que, evidentemente, está relacionada con la isla y por otro lado el mismo Brulé es de origen cubano. ¿Qué le vincula tanto a Cuba?

RA. Brulé nació en La Habana y por ello su nostalgia es cubana. Quisiera vivir un día allí, pero no es posible. Sin embargo, no pierde las esperanzas, como todo cubano bien nacido.

( Pablo Neruda )

MN. ¿Hubo muchas mujeres en la vida de Neruda?

RA. Neruda fue un amante apasionado. Además, creía (ignoro si sólo era un buen pretexto) que para escribir gran poesía, tenía que estar apasionadamente enamorado. Eso lo llevaba a buscar amores que lo enloquecieran, que lo hicieran sentirse joven, deseoso y productivo. En mi novela El caso Neruda intento retratar esa dimensión amorosa de Neruda, que al final, cuando ya estaba cerca de los setenta y enfermo de cáncer, seguía, según recuerdan amigos de él, teniendo una relación con la sobrina de Matilde, su esposa, sobrina que tendría 30 años menos que él.

MN. ¿Qué piensa de la vinculación de Neruda con el movimiento comunista?

RA. Neruda fue un comunista a su manera, tal como Bertolt Brecht. Eran comunistas de partido, pero entre Moscú y París, se quedaban con París, entre Bucarest y Roma, se quedaba con Roma, entre Berlín Este y Frankfurt, prefería esta última ciudad. Neruda sabía la verdad, le gustaba vivir bien (cosa que es legítima), nunca soportó a Fidel Castro y desconfiaba de los caudillos. El estaba convencido de que para triunfar necesitaba el respaldo de un gran partido. Es obvio que uno hubiese esperado una actitud de otro tipo de Neruda en términos políticos, al menos un reconocimiento claro de que las cosas no eran como la ideología comunista las pintaba.

MN. ¿Por qué cree que un poeta que se ha vendido o le han vendido como un libertario podía, por un lado, cantar loas al ruso José Stalin y, por el otro, al cubano Fulgencio Batista, quienes no eran, precisamente, dechados de derechos?

RA. Neruda hizo lo que se suponía debía hacer un comunista. En verdad, se hizo comunista por influencia de Delia del Carril, mujer que lo convirtió en comunista, lo vinculó con el movimiento intelectual comunista europeo y lo transformó en un poeta no hermético, como lo fue en un comienzo. Apoyó a Stalin porque los PC del mundo, lo hacían. Apoyó a Batista porque los PC del mundo apoyaban entonces los frentes amplios de la época, nunca se atrevió a pedirle a los líderes soviéticos la libertad de intelectuales soviéticos presos. Su tensión con Fidel Castro (a quien vio solo una vez y nunca más quiso ver) es lo más cercano en Neruda a lo que realmente pensaba del comunismo en América Latina, algo que también explora mi novela El caso Neruda.

MN. ¿Cómo se relacionan en su nueva novela esos dos grandes de las letras que fueron Heberto Padilla y Pablo Neruda?

RA. Bueno, Cayetano Brulé, que tiene un encargo de Pablo Neruda (encontrar a la hija o hijo que al parecer tuvo 30 años antes con una amante mexicana), llega a La Habana en busca de la pista de esa mujer bellísima que Neruda conoció en México años antes.

Cayetano Brulé va a la casa de Heberto Padilla a pedirle cierta información. Brulé en esta novela pasa por La Habana y el Berlín Oriental de 1973.

MN. ¿Cómo valora en la distancia el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende?

RA. No se pueden hacer cambios radicales en ninguna sociedad con el 36% de los votos, que es lo que Allende obtuvo en la elección presidencial de 1970. Fue un gran error haber afectado la democracia chilena de esos años para crear una inspirada en los socialismos reales, que fueron barridos por sus pueblos en 1989.

MN. Por último, más allá de la bola de cristal: ¿Qué vislumbra en el futuro de Cuba?

RA. Quiero ver que los cubanos del exilio se unan porque creo que, por una razón biológica, ya queda muy poco al sistema castrista, que no podrá ser continuado una vez desaparecido los Castro. Y pienso que los cubanos ya le perdieron el temor a la dictadura y crecen las acciones opositoras de la población. Ningún dictador entrega ni un milímetro de poder si no es por la presión del pueblo. Creo que esa presión va en aumento, así como la paralización del liderazgo comunista en la isla. Isaiah Berlin decía que en un momento muy preciso, en dictaduras, "la gente deja de obedecer". Ese es el momento al cual nos acercamos, el mismo momento que de pronto tuvo lugar, 20 años atrás, en los países comunistas del Este, la gente dejó de obedecer y todo se derrumbó sin que nadie lo hubiese podido prever.
*******************
Nota del Bloguista

Independientemente de si Neruda fue o no un arribista oportunista, es justo decir que Fulgencio Batista fue visto por muchos como un hombre de izquierda, pese a que su actuar sociopolítico en beneficio de las masas populares usando su poder militar tenía similitudes con las del fascismo en boga y en alza en ciertos países de Europa y en América Latina en esa época de los años 30s. El recibimiento que le dió el Presidente de México Lázaro Cárdenas a Batista y la dedicatoria a Batista que le hizo Blas Roca en la primera edición de su libro Los Fundamentos del Socialismo en Cuba, son dos ejemplos que avalan esa visión de hombre de izquierda que tenían muchos en esa época respecto a Batista.




MITOS SOCIALISTAS
Textos escondidos de Pablo Neruda

Por Alberto Acereda



Fragmento del SALUDO A BATISTA de Neruda.
Sería injusto negar el alto valor literario de la poesía de Pablo Neruda. Ahí están libros como Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), las series de Residencia en la tierra, desde 1935, y otros entrañables poemarios que componen una trayectoria lírica clave para el siglo XX. Pero sería igualmente injusto ocultar algunos textos de Neruda; textos que la crítica, de hecho, ha escondido para maquillar la imagen de aquél; textos que reflejan su errante servilismo a algunos de los dictadores más nefastos del siglo XX.

En esta misma columna expuse hace unas semanas el odio de Pablo Neruda a todos los españoles que no lucharon en el bando republicano, incluidos poetas tan honrados como Dámaso Alonso o Gerardo Diego, a quienes mentó la madre por ser "cómplices franquistas". También detallé los elogios de Neruda a Lenin, su silencio ante el Gulag soviético, su afición por Stalin y su adulación en poemas como 'Canto a Stalingrado' (1942) o 'Nuevo canto de amor a Stalingrado' (1943). Gracias a estos y otros versos de ardiente defensa del estalinismo obtuvo el llamado "Premio Stalin de la Paz", en 1953. También influyó su elogio, como senador comunista en Chile, a otro asesino estalinista: Kalinin.

A todo eso cabe añadir algunas cosas. Así, este mito de la izquierda representó como diplomático en Asia al gobierno dictatorial del conservador Carlos Ibáñez entre 1927 y 1931, para después servir en Argentina y España a Arturo Alessandri, otro líder populista muy lejano ideológicamente de él. Años después expresó su apoyo a Mao Tse Tung, y aun brindó con éste y con su silencio ante los crímenes en China. Y no entraremos en el más que cuestionable trato que dio a algunas de las mujeres que ocuparon su vida, como Delia del Carril.

Lean las memorias póstumas de Neruda –Confieso que he vivido o Para nacer he nacido–: comprobarán su auténtico pelaje humano y su culto a tiranos y personalidades nefastas, aunque el poeta hábilmente quiera justificar todas sus posiciones y oculte algunas otras. Lean, si no están convencidos, su admiración y defensa de la dictadura de Fidel Castro, raíz de su libro Canción de gesta (1960), o valoren por sí mismos su vergonzosa actitud ante el lamentable episodio orquestado por Castro contra el poeta Heberto Padilla.

Salvador  Allende (izquierda) y Pablo Neruda.Pueden también leer –por si, con todo lo anterior, no les es suficiente– el sectario panfleto poético que tituló 'Incitación al Nixonicidio y alabanza de la revolución chilena' (1973). Ya sabemos de su ciego apoyo al marxismo de Salvador Allende, justo el mismo protomártir de la izquierda que en tres años llevó Chile al absoluto desastre, como ya mostró José Ignacio del Castillo al estudiar los objetivos, las ideas y la práctica del trienio allendista.

El lector interesado en todo esto podrá y sabrá acudir a la obra del poeta y encontrar en ella al auténtico Neruda, tan alejado de la imagen de defensor de la libertad. El chileno sigue siendo visto con nostalgia por la izquierda internacional, que continúa elogiando su antinorteamericanismo. Pero lo peor es que hasta la crítica literaria –supuestamente honesta y objetiva– insiste, a estas alturas, en esconder algunos de los textos más reveladores de ese Neruda errado.

Afortunadamente, un crítico literario del talento y del valor de Enrico Mario Santí se ha tomado el tiempo y el esfuerzo de revisar y comparar la nueva y más amplia edición, en cinco volúmenes, de las Obras completas de Neruda (publicadas en España entre 1999 y 2002, a cargo de Hernán Loyola), así como la reciente biografía del poeta Las furias y las penas: Pablo Neruda y su tiempo (publicada en dos tomos en 2003 por David Schidlowsky).

La sorpresa salta cuando Santí observa, en su artículo 'Rostro y rastro de Pablo Neruda' (Estudios Públicos, núm. 94, otoño de 2004), que ni dicha biografía ni dicha edición son verdaderamente completas. Así, la biografía menciona más de 200 textos escritos por Neruda que luego no aparecen ni por asomo en las supuestas obras completas.

¿A qué se debe la ocultación de esos textos de Neruda? Enrico Mario Santí muestra cómo tal exclusión no se debe al extravío de tales materiales, pues se publicaron en periódicos y revistas muy conocidos. Se debe a la voluntad de la crítica de izquierdas de esconder esos textos, en los que sólo se demuestra el envejecido sectarismo del poerta. Así, deducimos que la verdadera biografía de Neruda no se ha escrito, y lo que queda por hacer sonroja.

Se encuentra escondido y silenciado, por ejemplo, el texto de Neruda publicado el 27 de noviembre de 1944 en el diario oficial comunista El Siglo con el título 'Saludo a Batista. Palabras de Pablo Neruda en la Universidad de Chile'. Como lo leen: Neruda, saludando en nombre del comunismo a Fulgencio Batista, el dictador cubano al que otro tirano –Fidel Castro– expulsaría quince años después, con la aprobación y el saludo del propio Neruda, según se ve en el abrazo del chileno a Castro relatado en el capítulo 'Fidel Castro' de Confieso que he vivido.

En su 'Saludo a Batista' Neruda afirma: "Otra hora ha llegado al mundo, la hora del pueblo, la hora de los hombres del pueblo, la hora en que Batista se confunde con los héroes populares de nuestra época, Yeremenko, Shukov, Cherniakovsky y Malinovsky, que hoy golpea y deshace las puertas de AlFulgencio Batista.emania, los guerrilleros de España y de China, Tito y la Pasionaria. A Batista, en esta hora que también, por desgracia, se ha caracterizado por incubar traidores y cobardes, lo ponemos en el marco de los americanos totales".

Y sigue: "Batista, como hombre del pueblo, ha comprendido mejor que muchos demagogos el papel de los intelectuales, y honra a toda América (…) Los chilenos damos hoy la mano a Fulgencio Batista… Saludamos en él al continuador y restaurador de una democracia hermana". Y así todo, más saludos de Neruda, hasta definir a Batista como libertador, uno de los grandes "que han ayudado a que su fulgor nos ilumine en el camino de la libertad y de la grandeza de América".

No cabe aquí alegar una falta de visión histórica, sino la realidad de un Neruda que se movió siempre por intereses políticos y personalismos; un Neruda que se alió con quien hiciera falta y utilizó como chivo expiatorio a quien fuera necesario para venderse al mejor postor y alcanzar su fama.
No le falta razón a Santí cuando califica como deshonesta esta ocultación de textos de Neruda, un intento de la crítica literaria marxista y socialista por limar las aristas de la silueta política y literaria del poeta.

Insistiré en que nada de esto desmerece el valor literario y artístico de la mayor parte de la obra de Neruda, pero sí muestra la creación de otro mito socialista más, otro mito falsificado éticamente y del que es necesario que el público general pueda leer todo cuanto escribió y publicó. Son precisamente textos de Neruda como éste a favor de Batista y otros muchos escondidos los que muestran la incoherencia política y ética de Neruda.

Entre esos textos escondidos y excluidos de sus obras completas por intereses de la crítica literaria de izquierdas andan otros cuyos títulos son ya harto significativos: 'Los comunistas queremos una familia' (El Siglo, 9 de septiembre de 1945), 'No dejaré jamás de ser comunista' (El Siglo, 16 de junio de 1958), 'Cuba nos enseñó que no se acaba el mundo si se rompe con el imperialismo' (El Siglo, 11 de enero de 1961)… y así hasta más de doscientos.

Entenderán ahora la importancia de escribir sobre estos mitos socialistas, la necesidad de acabar con la falsa propaganda generada en torno a muchos de estos poetas del fallido comunismo. Por eso es tan ridículo que, por escribir esto, luego nos acusen de ser los sectarios, los malos, los fascistas, los casposos (y otros insultos de preferible omisión).

Estamos y estaremos contra la falsa manipulación de los libros y la literatura, contra los mitos socialistas, tan alejados de la verdadera libertad, la igualdad de oportunidades y la justicia. Neruda fue un buen poeta, sobre todo en sus primeros libros, pero un autor mediocre cuando sustituyó los versos por los panfletos políticos: los que ya conocemos y los que nos esconden.

*****************
Valioso aporte de Zoé Valdés: texto íntegro de Saludo a Batista, de Pablo Neruda

Tomado de http://zoevaldes.net/

No se puede afirmar ciertamente que Batista fue comunista, no lo fue, no adhirió al Partido Comunista; pero es cierto que era un demócrata en los primeros tiempos de su carrera política, hasta el golpe de estado. Un golpe de estado aprobado y deseado por la mayoría del pueblo, como lo prueban las imágenes del INA, donde el pueblo canta y baila y las calles inmediatamente después del golpe.

Poseo 6 horas de entrevista filmada con Rubén Batista, su hijo, donde explica muy bien por qué su padre permitió a algunos comunistas en sus mandatos, razones absolutamente estratégicas de un mandatario como ha habido pocos en América Latina. Pero esto algún día se sabrá. Ya se está sabiendo. En este blog he publicado el Saludo a Batista, por Pablo Neruda, y mucho más, en este post. Vuelvo a reproducir las palabras del poeta chileno:

“SALUDO A BATISTA.

Pablo Neruda.

“Cuando la tierra como una inmensa rueda gira y resbala en el espacio nocturno y la noche ha guardado los últimos rumores, el fuego de las batallas y el silencio de los hombres, una pequeña isla queda brillando como una luciérnaga en la selva, una isla que al girar la tierra deja un cometa fosforescente de luz y sonido, una cola perfumada de tabaco y corales, una atmósfera única en nuestra América en que se juntan la alegría y la sombra como dos alas para que baile y vuele la isla con cuerpo de paloma.

Pero no sólo rumor y color hacen a Cuba: la hacen también sendero y sacrificio, áspera lucha y sangre. La hacen los hombres que como el que hoy saludamos amarran en el alma toda la nacionalidad, nacen con el alma envuelta en su bandera y ay de aquel que intente arrancarles su trozo oscuro de la piel del alma: la patria entera se desgarra y quebranta. Ante Fulgencio Batista, capitán de su pueblo, estamos en presencia de Cuba: nadie como él la representa tan poderosamente en este instante, y antaño unos pocos, a quienes él continúa, dejaron dispersos los huesos en cárceles de piedra para que Cuba viviera.

Así pues, este Capitán de las Islas, salido como la fibra o la greda de las raíces populares, pueblo él mismo, pueblo en su gracia, en su intuición y en su fuerza, puede mostrar con orgullo ese rostro moreno que se mantuvo firme para restaurar la patria del más delicado de los héroes de América: José Martí. ¿Y cómo pudo continuar Batista la obra de aquel intelectual soñador y preciso, que toca los extremos límites de la sensibilidad y de la acción? Lo hace porque otra hora ha llegado al mundo, la hora del pueblo, la hora de los hombres del pueblo, la hora en que Batista se confunde con los héroes populares de nuestra época, Yeremenko, Shukov, Cherniakovsky y Malinovsky, que hoy golpea y deshace las puertas de Alemania, los guerrilleros de España y de China, Tito y la Pasionaria. A Batista, en esta hora que también por desgracia, se ha caracterizado por incubar traidores y cobardes, lo ponemos en el marco de los americanos totales, al lado de Cárdenas y cerca de nuestro nunca olvidado, heroico y calumniado, sagrado e inmortal, Luis Carlos Prestes.

Batista, como hombre del pueblo, ha comprendido mejor que muchos demagogos el papel de los intelectuales, y honra a toda América cuando lleva a su gabinete a Juan Marinello, el gran escritor multiforme, que escribiendo con la altura clásica de los españoles antiguos revela el alma batalladora de Cuba en cada una de sus líneas. También cerca de él estuvo siempre el gran poeta negro Nicolás Guillén, a quien ojalá nos lo hubiera traído de regalo a Chile, porque ese poeta de cascabel y de fina sonrisa nos traería en su canto la enseñanza más pura: la de la alegría en el combate del mundo.

Los chilenos damos hoy la mano a Fulgencio Batista, con una franqueza y una sinceridad que llamaríamos chilena si no fueran también condiciones permanentes de Cuba en cada una de sus líneas. Saludamos en él al continuador y restaurador de una democracia hermana, al hombre que recibió la patria anarquizada y despedazada recién salida de las garras de un tirano sangriento, y palpitante aún de la heroica, legendaria lucha que lo derrotara. Saludamos al que pudiendo haber seguido el camino de muchos filibusteros del poder, lo entregó con sus anchas manos morenas a quien eligiera su pueblo. Saludamos al que ha restituido a Cuba honor y nombre, al proteger las organizaciones y partidos del pueblo, al llamar a los mejores intelectuales a colaborar en los destinos comunes, al reanudar las relaciones con la Unión Soviética entre los primeros países de América e Italia, al fustigar y despreciar a Franco y sus enviados públicamente una y mil veces, al iniciar con México, el camino que aislaría más tarde a los siniestros y desleales gobernantes de Argentina.

Y lo saludamos por haber aumentado, con un Gobierno de Unión Nacional, con Saladrigas y con Marinello, con Mañach y con Sosa de Quesada, la riqueza de su país dando mayores esperanzas y realizaciones terminantes al bienestar de los trabajadores de Cuba.

Por eso cuando la isla encantada en que resuenan aún los tambores mágicos del África oscura, aparece en el giro de la tierra alumbrando como una luciérnaga, con su música y sus poetas, sus libertadores y sus montañas de azúcar, aparecen también los rostros de sus patriotas populares, que confundidos como Batista con esta época de grandes dolores y de grandes sueños humanos, no han desmerecido la luz de la Isla sino que han ayudado a que su fulgor nos ilumine en el camino de la libertad y de la grandeza de América.”

Tomado de El Siglo, Noviembre 27, 1944.”