La aritmética del régimen tiránico de Cuba
De un poema de Raúl Rivero.
"los cubanos somos hiperbólicos:
y a los hombres que no tienen moral
los acusamos de tenerla doble"
Sabemos del fingir como mecanismo de protección en la sociedad cubana sometida por el totalitarismo, pero también conocemos que en el gran teatro Kabuki, más que Carnaval, en que se ha convertido Cuba desde 1959, hay sobreactuaciones innecesarias que justifican aquellas palabras del siglo XIX que dicen que los cubanos bailamos con el sonido de las cadenas que nos oprimen.
Tomado de http://www.diariodecuba.net
La aritmética del régimen
Por Yaxys Cires Dib
Madrid
Martes 08 de Junio de 2010
Veinte años después de la caída del muro de Berlín y de que quedara al descubierto la propaganda comunista que se empañaba en vender el supuesto unánime apoyo de las masas al sistema, todavía hay quien sigue creyendo que la mayoría de los cubanos no desea un cambio político.
Insistiendo en el fracaso, no pocos analistas y corresponsales extranjeros intentan hacernos creer que el problema de las libertades en Cuba es preocupación de pocos. De "núcleos muy pequeños" —según Fernando Ravsberg, corresponsal de la BBC en La Habana— que, en comparación con los leales al régimen, constituyen una ínfima minoría de la población.
De esa manera tan cínica, pasando por alto la inexistencia de un ambiente de libertad para que cada cual manifieste sus preferencias, se va construyendo una especie de argumentación que concluye que los cubanos no merecemos o no queremos un cambio real hacia un sistema de libertades, y que el panorama social actual se reparte entre una gran mayoría leal al régimen y unos pocos inconformes. La realidad, sin embargo —más allá de lo que interesados y fascinados quieren hacer ver—, es cada día más compleja.
Quienes hoy hacen de intérpretes o evaluadores de la voluntad popular cubana, deberían leer Alegato por la democracia, de Natan Sharansky. El antiguo disidente y sobreviviente del gulag soviético retrata el funcionamiento de "la mecánica de la tiranía" y explica el comportamiento humano en una sociedad donde no se permite la discrepancia.
Para Sharansky, en las sociedades del miedo existen tres grupos de personas: en primer lugar están aquellos que se mantienen seriamente comprometidos con el régimen establecido, son los verdaderos "creyentes", los que en la jerga política cubana se conocen como "comecandelas". En segundo lugar están los que desafían a ese orden, los que opinan y actúan libremente a pesar de las consecuencias que les pueden traer: estos son los disidentes. Según el citado autor, "para los miembros de estos dos grupos, existe poca o ninguna diferencia entre sus pensamientos privados y sus declaraciones públicas".
Sin embargo, queda un tercer grupo, el de los "doblepensadores", cuyos miembros no dicen lo que piensan; son aquellos que ya no creen en la ideología establecida, pero que temen aceptar los riesgos que trae consigo la discrepancia.
( Marcha por el 49 aniversario de la declaración socialista de la revolución. 16 de abril de 2010, La Habana. (AP) )
Según Sharansky, "para un observador externo, los doblepensadores de la sociedad del miedo no se distinguen de los verdaderos creyentes. Ambos grupos parecen estar de acuerdo con el orden establecido, aunque sólo uno de ellos lo está".
Una sociedad atemorizada por la represión, "parecerá conformada sólo por verdaderos creyentes, cuando en realidad puede contar con miles, decenas de miles, cientos de miles, millones… de doblepensadores que viven en el terror".
La mayoría silenciosa
En el caso cubano, no sería exagerado afirmar que la mayoría de la población vive en el doblepensamiento. Van a las marchas, participan en las reuniones de los CDR y en todo lo que conforma el teatro comunista, pero en realidad no quieren seguir viviendo bajo dicho sistema. La emigración y el choteo son hasta ahora las principales manifestaciones del dilema moral que les plantea esta realidad. En la Isla, como en la mayoría de las sociedades del miedo, la recurrencia a cuentos y chistes de corte político pone en evidencia la hipocresía en que se vive, además de ser una forma de aliviar la tensión ética de habitar en el doblepensamiento.
Uno de los tópicos comunes utilizados por periodistas foráneos en Cuba, es contar que durante sus visitas han tenido la oportunidad de hablar libremente con mucha gente y que lo expresado por los cubanos no refleja el nivel de inconformidad del que disidencia y exilio se hacen eco. Aunque no en el caso cubano, este es uno de los temas abordados por Natan Sharansky en su libro. Para él, pareciera que muchos periodistas no se dan cuenta "de que en una sociedad del miedo, averiguar lo que la gente cree en realidad no depende de si a la prensa se le da libertad para hacer preguntas, sino si la gente se siente libre para responderlas".
Para muchos, el término doblepensador no es más que un eufemismo, en cuyo lugar realmente correspondería decir hipócrita o camaleónico, calificaciones que, sin duda, conllevan una carga peyorativa superior. Ver el fenómeno de esa manera encierra el peligro de poner la culpa principalmente sobre la persona y no sobre el verdadero responsable del daño antropológico. Además, la severidad del juicio que estos otros calificativos encierran, pareciera dar un portazo a cualquier redención personal o a un proceso de reconciliación nacional del que todos salgamos bien parados desde el punto de vista humano.
Quizás la presencia de tantos doblepensadores no sea del todo ignorada por quienes fabrican una Isla habitada exclusivamente por leales al régimen y disidentes, recalcando siempre la insignificancia de los segundos. Pero saben que reconocer públicamente la existencia de esta mayoría sería darle categoría política, además de otorgarle una potencial influencia que no cuadraría en la falsa aritmética castrista.
El primero que está convencido de esta realidad es el propio régimen, y por ello no permite el más mínimo espacio de libertad política. ¿Por qué, a raíz de la presentación del Proyecto Varela, se movilizó a todo el país para respaldar con firmas el carácter intocable de los fundamentos del sistema político cubano? ¿Por qué le preocupa tanto al régimen que las Damas de Blanco y de Apoyo salgan a la calle? Sólo el fundado temor al contagio o un ambiente de desconfianza generalizada puede justificar tales actuaciones.
En Cuba hay un pequeño y digno grupo de demócratas, pero también hay que comenzar a contar, ya sea a niveles de convicción o certeza, con que existe una mayoría silenciosa que aguarda, expectante, la oportunidad para romper con el régimen, sea por los motivos que sean. Esa mayoría de doblepensadores será la que dejará al régimen en la estacada, la que con su voto en las primeras elecciones democráticas pondrá punto final a este triste capítulo de nuestra historia.
ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS
Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "La aritmética del régimen tiránico de Cuba":
La aritmética castrista
y el álgebra elemental
del fulastre cardenal
no me vuelven optimista.
El chantaje comunista
con la bendición papal
me sigue sabiendo igual,
incluso peor que antes.
Hay que ponerse los guantes
porque ahora es doble el mal.
2 Comments:
La cadena BBC da pena. Como tantos otros medios, ven solamente lo quieren ver o lo que apoya sus creencias e intereses. Emplean la doble moral de "izquierda buena, derecha mala" sin que importe la la evidencia, la cual conocen pero tergiversan o tuercen a su antojo. Es absolutamente obvio que los medios extranjeros que pueden operar en Cuba por gracia de la dictadura lo hacen a base de observar las reglas del juego impuestas por esa dictadura. Carecen de ética profesional y de moral, y no merecen respeto ni tienen credibilidad. Todo es, en definitiva, negocio o agenda propia.
La aritmética castrista
y el álgebra elemental
del fulastre cardenal
no me vuelven optimista.
El chantaje comunista
con la bendición papal
me sigue sabiendo igual,
incluso peor que antes.
Hay que ponerse los guantes
porque ahora es doble el mal.
------- Pitirre sabanero
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