CARLOS ALBERTO MONTANER: De repente, la libertad
Los había, y los hay, dispuestos a morir por sus ideas; otros no. Unos siguieron denunciando desde la cárcel a la tiranía y lo que sucedía en su entorno; otros callaron o escribieron sobre otras temáticas menos comprometedoras. No alabo ni critico a nadie por la decisión que haya tomado; sólo hago la observación . En el primer grupo que llegó y ya estando en Barajas , la actitud no fue la que algunos esperábamos. La llegada de Normando Hernández y sus verticales declaraciones marcó la diferencia; a partir de ese momento la actitud ha sido otra en la mayoría de ellos; no en todos.
En http://www.abc.es/ _ El mensaje que sí trasladaron fue claro: «Una palabra recorre a Cuba, y es la palabra cambio, que comienza con la palabra libertad». Los presos de conciencia declararon que tienen «fe y esperanza» en este proceso, y también expresaron no sentirse «manipulados», ya que «en todas las negociaciones unos ceden de un lado y otros ceden de otro».
Esa observación se la hago a personas que antes de ser encarcelados escribían y hablaban en Cuba como periodistas independientes, o sea, que habían aprendido a dominar su miedo: si hubieran sido cubanos promedios en su actuar no hubiera elevado mis expectativas en ese momento de la llegada.
Por Carlos Alberto Montaner
En memoria de mi amiga Olga Guillot, la mejor bolerista de la historia, quien murió la víspera de estos acontecimientos.
Madrid -- Inesperadamente, el guardia, con un tono menos hosco de lo habitual, le dijo: ``Paneque, tienes que salir de la celda para hablar por teléfono''. José Luis García Paneque es un médico, cirujano plástico, especialista en quemadas, de 44 años, padre de familia con varios hijos pequeños, locuaz e inteligente como un demonio bueno. En marzo de 2003, durante la llamada ``Primavera Negra de La Habana'', fue detenido y sumariamente condenado a 15 años de cárcel. ¿Delito? Como el resto de los 75 apresados durante aquella orgía represiva, escribía crónicas sobre la realidad cubana en diarios extranjeros (porque no lo dejaban en la prensa amaestrada por el gobierno), prestaba libros prohibidos, quería y pedía democracia para su país y era un católico devoto. O sea, el retrato robot viviente de un peligroso enemigo del pueblo y agente del imperialismo yanqui.
La llamada era del Cardenal Jaime Ortega. Amablemente, el prelado le preguntó si quería ser excarcelado y enviado a España. No había condiciones humillantes. Ni él las hubiera aceptado ni Ortega las hubiera propuesto. Paneque le dijo que sí. De alguna manera, la oposición democrática había ganado la partida y la dictadura comenzaba a desprenderse de los presos de conciencia. Paneque, además, confiaba en su Iglesia. Los curas y obispos no lo habían abandonado cuando fue detenido. Ayudaron a su familia y se interesaron por él cuando descubrieron que se estaba muriendo por las enfermedades infecciosas contraídas por la suciedad de los calabozos. Su sistema inmunológico ya no respondía frente a los parásitos intestinales, las medicinas habían perdido su efectividad y se desnutría progresivamente. Su estampa era la de los prisioneros de los campos de concentración nazis. Tres de los cautivos padecían variantes de la misma enfermedad, crónica e incurable: él, Normando Hernández González y Ariel Sigler Amaya. De los tres, Sigler, que era el más fuerte cuando entraron en prisión, un atleta de 90 kilos, es el que está peor: inválido, delgado como un alambre, en una silla de ruedas e incapaz siquiera de sostener la cabeza sin una collera que le apuntale las vértebras cervicales. Todavía está en La Habana porque el gobierno cubano, cruelmente, le niega la salida, pese a que tiene visa norteamericana.
Fui a darles un abrazo a los presos recién llegados a España. Fue muy emotivo. Es imposible contener las lágrimas. Uno las esconde, por esa maldición terrible de que los hombres no lloran, pero los ojos suelen hacer lo que les da la gana. La madre de Normando, Blanca González, acababa de llegar de Miami y apretaba a su hijo con el amor intenso de quien acababa de parirlo por segunda vez. Andrés Eloy Blanco, el gran poeta popular venezolano, lo había advertido sagazmente hace muchas décadas: no hay día más feliz que el de soltar los prisioneros. A Blanca la había visto gritar en cien manifestaciones enarbolando el nombre y el retrato de Normando. Volver a verlo vivo era el sueño con que se acostaba y levantaba todos los días de Dios. Era su causa y la razón que la animaba a seguir respirando en medio de tanto dolor y de tanta noticia triste que volaba desde los calabozos, como pájaros negros, para avisarle que Normando moriría pronto si no lo rescataban.
Los albergaron en un hostal muy modesto en Vallecas, un barrio obrero de la periferia de Madrid. Eso se entiende. España, que ha echado una mano generosa, en medio de una crisis, no dispone de fondos para ejercer la caridad profusamente. Los presos salen con los familiares y la cuenta final puede ser alta para cualquiera de las magras dependencias del Estado. Tal vez, también existía el propósito de aislarlos para que el barullo mediático fuera menor. El gobierno de Zapatero no quiere que esta operación se transforme en una andanada contra la dictadura. Pero eso no va a lograrlo: estos hombres --por ahora, Paneque y Normando, Léster González, Antonio Villarreal, Pablo Pacheco, Julio César Gálvez, Omar Ruiz, Ricardo González--, son gente dispuesta a morir por defender su derecho a decir lo que piensan. Si no pudieron callarlos los golpes, el hambre y las rejas de unas cárceles terribles, ¿quién puede pensar en amordazarlos ahora que han llegado a la libertad? Vinieron a estrenar la garganta y no van a guardar silencio.
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4 Comments:
que hermoso comentario señor bloguista.desde la comodidad del exilio miamense, Ud se toma el derecho de juzgar correcta o incorrectamente algunas declaraciones que hicieron esos presos al llegar a españa despues de 7 años de vivir como animales enjaulados(o peor)en las mazmorras castristas.si se hubiera ahorrado el comentario,estaria mucho mejor.es un oportunismo enfermizo criticarlos cuando la mayoria de nosotros no hemos sido capaces de hacer tamaño sacrificio.dejelos que hablen,que opinen y que se expresen libremente.ya tuvieron bastante sin merecerlo.
Montaner, siempre certero y objetivo, poniendo los puntos sobre las íes. Suscribo todo lo que dice ahí.
Bara,
leo siempre tu blog que es uno de los mejores en mi opinion. Queria decir que los opositores "liberados" al estilo moratinos son como dices, personas distintas, y como tales piensan con su cabeza y lo deicn libremente, siempre se sintieron libres de expresar sus opiniones, por eso cayeron injustamente presos. Es cierto que en estos momentos pueden tomar rumbos diferentes, algunos seran mas activos que otros, pero todos tienen el gran merito de ser verdaderos HEROES cubanos. Cada uno de ellos y los que estan aun en las mazmorras, aunque hayan hecho unos mas y otros menos, aun el que "menos" hizo ha hecho millones de veces mas que yo y mas que la gran mayoria que vive en cuba y los que nos encontramos en el exilio. Por eso todos merecen nuestros respetos y ayuda.
No se su Exilio, si es que usted está exilado, pero mi Exilio no tiene ninguna comodidad.
Yo no estoy juzgando,pues no tengo los elementos para hacerlo; solo exponiendo los hechos y hablando de mis expectativas, las cuales ya se están cumpliendo por la declaración que todos, menos uno, han hecho pidiendo el mantenimiento de la Posición Común.
Quizás yo hubiera sido uno más de los condenados en la Primavera Negra del 2003 de haber aceptado 10 dólares por mi participación con 4 trabajos en un Congreso de Pedagogos Independientes ( patrocinando por el Colegio de Pedagogos de Cuba en el Exilio y unas bibliotecas de Canadá ) pues el premio que yo había ganado se quedó en La Habana y nunca llegó,... A Horacio Julio Piña Borrego en el juicio para ponerlo como un asalariado del imperialismo y mercenario, el fiscal le sacó 10 dólares que en una ocasión Víctor Rolando Arroyo Carmona le había dado. Piña está cumpliendo 20 años.
No manipule. A nadie yo lo he censurado o prohibido expresarse. Todo lo que han dicho, me guste o no, lo he publicado. Yo también tengo derecho a opinar y ese derecho nadie me lo va coactar; hasta en Cuba y a partir de cierto momento me expresé libremente como puede ver y oir en
http://www.youtube.com/watch?v=fhawgSyOMMw
o leer en
http://www.vitral.org/vitral/vitral53/espec.htm
y en
http://www.vitral.org/vitral/vitral61/narra.htm
esto último es un enlace de un cuento donde abordo las condena de Los 75.
Nunca me escondí detrás de Anónimo para expresarme.
Para no caer en ingenuidades, no aplique automáticamente el silogismo de que ser preso político en cárceles Castrista es ser héroe. Dos ejemplos de presos políticos que no fueron héroes anticastristas puede conocerlos en:
http://baracuteycubano.blogspot.com/2010/03/cuba-guillermo-farinas-lo-de-granma.html
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