CUBA: LA SAGA DEL CARDENAL JAIME LUCAS ORTEGAS Y ALAMINOS
Tomado de http://www.nuevoaccion.com
8-24-10
Por Luís Alberto Ramírez - Miami
Existen algunos aspectos del comportamiento de la jerarquía católica en Cuba que no concuerdan con la doctrina cristiana. Yo diría que decir algunos sería modestia de mi parte, porque si vamos a los hechos concretos, diplomacia aparte, pudiéramos decir que la Iglesia católica cubana es un instrumento de la dirección del partido comunista de Cuba, un tentáculo que sirve por entero al socialismo castrista. De hecho, todos aquellos miembros laicos o curas que contradicen los lineamientos tácitos del comportamiento eclesiástico, son de alguna manera sacados del cinturón de influencia; echados al olvido, enviados a lugares remotos lejos de la curiosa prensa internacional, o llamados a retiro.
La historia es muy clara y todos la conocemos, desde el mismo inicio de la revolución castrista, la Iglesia se dio cuenta que no podía con tan astuto enemigo y decidió unírsele, aún y cuando las consecuencias a pagar fueron demasiado altas. Aún cuando fue despojada hasta de los templos, expulsión de sacerdotes e intervención de todos sus bienes, la política a seguir fue, ¡poner la otra mejilla! Para nadie es un secreto que la Iglesia para la naciente dictadura era un objetivo clave, acabar con la doctrina fue tarea de todos los días, tan fuerte fue la presión ejercida sobre ella, que solo bastaron unos pocos años para que los cubanos abandonaran en masa los Templos. Sin embargo, así como se penetró a todas las instituciones fraternales: Odd Fellows, Masones, y Caballeros de la Luz, también se hizo un trabajo muy inteligente con la Iglesia. Sólo Dios y el Papa saben cuantos curas cubanos pertenecen al Departamento de Seguridad del Estado, de hecho, el comportamiento próximo pasado nos demuestra que más que intermediaria en el conflicto gobierno/pueblo, la Iglesia ha sido una especie de acicate, una colchoneta que amortigua la estrepitosa caída de la dictadura.(Caricatura de Alfredo Pong)
Los hechos no mienten. ¿Cuándo la Iglesia cubana se ha preocupado por la existencia de algún preso político y sus familiares, de algún familiar de fusilado? ¿Qué dijo cuando la matanza de Canímar, la masacre de Tarará, el remolcador 13 de Marzo o los tres negritos fusilados por escarmiento? es más, en muchas ocasiones los curas se han confabulado con las autoridades policiales para hacerle emboscadas a los opositores en las puertas de los Templos. En el exilio hay muchos opositores que no me dejarían mentir, que creyeron encontrar en el regazo de la Iglesia protección y encontraron todo lo contrario. Pero no vayamos tan atrás, ahora mismo ¿Qué le dijo el arzobispo de Holguín a Reina Luisa Tamayo Danger cuando exigió de la Iglesia de Banes cobijo para ella y sus hermanas solidarias de blanco? Si no fuera por la postura valiente de esta dolida madre, el cardenal Ortega se hubiera hecho el de la vista gorda.
El protagonismo de la Iglesia cubana no es sospechoso, es sumamente conspirativo y traicionero. Digan lo que digan en su defensa laicos y curas, la Iglesia cubana ha violado fragantemente su doctrina, no hay un solo versículo en la Biblia que me diga que un pastor saque a una oveja de un pozo para tirarlo a otro. Debía ser tarea de la Iglesia evitar que sean manipulados emocionalmente los presos políticos cubanos para que abandonen su lucha interna y acepten el destierro como solución a su injusto cautiverio. La dirección eclesiástica en Cuba sabe muy bien que preguntarle a un reo condenado a veinte o treinta años de prisión, si quiere abandonar el territorio nacional, es lo mismo que preguntarle a un niño que si quiere un dulce, pocos dirán que no, a no ser que sean diabéticos de nacimiento, más aun si el reo en cuestión sabe que todos los que se han negado a ser desterrados han sido ignorados y siguen en cautiverio.
Todo el mundo sabe que las excarcelaciones cubanas no son humanitariamente legítimas, ni de buena fe. En primer lugar, porque ningún reo desterrado ha tenido siquiera la posibilidad de ser liberado, es decir, de la cárcel al avión que lo traslada al destierro, luego, el Cardenal se ha encargado de presionar sicológicamente a los presos para que abandonen Cuba; ha llegado a preguntarle a un reo que prefiere quedarse, si su esposa estaría de acuerdo en abandonar territorio cubano sin él ¿Cómo un cura va a preguntar tal cosa?
Ahora, la respuesta a la carta de los opositores que no están de acuerdo con el manejo de la política de excarcelaciones del régimen en contubernio con la Iglesia, acaba de probar que la actuación de la jerarquía católica cubana más que pastoral es política. ¿Cómo es posible que la Iglesia cubana ponga la otra mejilla cuando el gobierno de Cuba la maltrata, y cuando un cubano de a pie le reprocha su comportamiento se molesta y no permite crítica? La Iglesia no está midiendo con la misma vara la problemática cubana. Mide el comportamiento abusivo, arcaico y medieval del gobierno cubano de un modo muy pastoral, y el democrático y libertario de la oposición de manera totalitaria.
Yo, para ponerme de ejemplo, soy la muestra del trabajo de desinformación doctrinal del gobierno cubano en contra de la Iglesia. Soy la muestra viva, como la mayoría de los cubanos, del desconocimiento religioso de un pueblo que acudió de nuevo a los templos, no porque creía en Dios sino, porque creyó que al amparo de la Iglesia católica cubana nuestro calvario tendría un alivio. ¡Que equivocados estábamos! Caímos en la misma trampa que cayeron nuestros padres con Fidel y su revolución. Comprendimos que a la iglesia cubana no le interesa pastorear ovejas sino, arrearlas, que no ve el pan como alimento sino, como ostia, y que no interpreta el vino como la sangre de Jesús sino, como símbolo de bienestar, de buena vida, de gula.
Si es verdad que existe el juicio final, ellos sabrán cual será el papel que han de desempeñar, si el de juez, o reo.
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