Parapolítica en Cuba: de Celia Sánchez al Cardenal Jaime Ortega
El Cardenal es sólo la pantalla de lo que los Castro desean que se de y haga.; con esa pantalla los castro aparentan que ceden a negociaciones con la Iglesia y así itenen más tiempo dormidos a aquellos que no desean despertar con el desengaño . Vivir para ver y leer. Por otra parte, al Cardenal le agrada aparentar que tiene poder de negociación y además recibir a cambio de su trabajo de pantalla, vocero y cabildero de la tiranía irrisorios beneficios para la Iglesia Católica cubana en lo concerniente a lo pastoral.
Parapolítica en Cuba: de Celia Sánchez al cardenal Ortega
agosto 24, 201
Algunas personalidades están pidiendo la liberación de Sara Marta Fonseca Quevedo, Luis Enrique Labrador Díaz, Eduardo Pérez Flores y otros opositores que fueron detenidos el lunes 16 de agosto de 2010 por realizar una protesta en la escal

( Celia Sánchez junto a Fidel en su labor ejecutiva en la Sierra Maestra )
Más allá de valoraciones, el cardenal Ortega tiene este record en los últimos meses: la suspensión de los actos de repudio a las Damas de Blanco, la salida de prisión de más de tres decenas de condenados políticos, más su viaje a España acompañados por familiares, la “tarjeta blanca” para Ariel Sigler Amaya, la detención del hostigamiento a Reyna Luisa Tamayo y, todo parece indicar, el permiso de salida para Juan Juan Almeida. ¿Se imagina alguien lo que significaría que los Diaz-Balart o Ros-Lehtinen se comunicaran con Jaime Ortega para pedirle que interceda por los detenidos por la protesta frente a la Universidad de La Habana?
El caso es que el cardenal Ortega está ostentando una facultad que no tiene que ver con su fe, ni con su autoridad eclesial; técnicamente se ha convertido, y funciona, como una institución “parapolítica” en la estructura cubana; algo parecido a lo que significó Celia Sánchez durante décadas de revolución. ¿Había un problema? Ve y díselo a Celia. Celia era un poder ejecutivo, constituido, que rebasaba incluso a los poderes constituyentes.
En ese estilo solo hay un problema: los pedidos filantrópicos no pueden irritar a Castro. ¿Y cuál es la receta para esto? No existe. Digan lo que digan, el cardenal Ortega corre un riesgo en cada una de sus gestiones.
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