FIDEL CASTRO Y LA OPERACIÓN RYAN DE BUSCAR INFORMACIÓN DE INTELIGENCIA SOBRE PLAN ATAQUE NUCLEAR DE EE.UU. A LA URSS QUE NUNCA EXISTIÓ
Tomado de http://eichikawa.com
Castro y la Operación RYAN
Enviado por ei en septiembre 8, 2010 – 23:25 pm
Gustavo Silva
Jeffrey Goldberg acaba de publicar que Fidel Castro confesó haberse equivocado en la Crisis de los Misiles (1962). Parece oportuno precisar hasta qué punto, porque no se trata ya sólo de haber pedido a Jruschov asestar un golpe nuclear a los EE. UU. si sobrevenía la invasión a Cuba. Para secundar la ocurrencia de Jruschov, Castro accedió a emplazar con disimulo misiles soviéticos con ojivas nucleares en la Isla, como si los americanos no fueran a detectarlos tarde o temprano. Así embarcó a toda Cuba en la Operación ANADYR (1962). A la vuelta de casi medio siglo, Castro parece haberse tornado más prudente y asume «la dura tarea de advertir a la humanidad del peligro real [de] conflicto nuclear global». Sólo que este otro avatar del mismo ser guarda cierto aire de familia con aquella «interpretación paranoica» que Anatoli Dobrinin, embajador (1962-86) de Moscú en Washington, notó ya en la génesis de la Operación RYAN.
La entrada (1981) de Ronald Reagan a la Casa Blanca propició que la KGB, bajo la jefatura de Yuri Andropov, montara esa operación sobre la presunción de que los EE. UU. se aprestaban a emplear el arma nuclear contra la URSS. Los agentes soviéticos por todo el mundo recibieron instrucciones de informar cualesquiera indicios al respecto. La mudanza de Andropov (noviembre 12, 1982) de Lubianka al Kremlin reforzó esa tendencia apocalíptica, que se agudizaría sucesivamente con el anuncio de Reagan (marzo 23, 1983) sobre la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI, por sus siglas en inglés), la invasión a Granada (octubre 25, 1983) y los ejercicios Able Archer (noviembre 2-11, 1983) de la OTAN, a tal punto que los propios espías soviéticos llegaron a preocuparse más por el pánico dentro de la KGB que por el presunto ataque nuclear, del cual nunca hallaron indicios concluyentes.
Castro tenía especial proclividad a esa paranoia. El mismo día (enero 20, 1981) en que Reagan tomaba posesión discurrió en Guisa (Granma) sobre la misión de las Milicias de Tropas Territoriales (MTT) frente al «gobierno que representa una amenaza para la paz». Mientras Reagan escribía en su diario (febrero 11, 1981): «Los informes de inteligencia aseguran que Castro está muy preocupado por mí. Yo estoy muy preocupado porque no tenemos nada con que justificar su preocupación», los informes de la KGB transcritos por Vasili Mitrokhin puntualizan (página 126) que Castro aprovechaba la visita a Cuba (febrero 6-12, 1981) del mariscal soviético Nikolai Ogarkov, jefe del Estado Mayor General, para proponer que si Washington desplegaba misiles crucero en Europa, entonces Moscú debía re-instalar sus bases de misiles nucleares en la Isla. Así, la «tarea de advertir» pudiera ser más bien continuación, por otros medios (propaganda negativa), de la guerra de Castro contra los EE. UU. antes que transición desde sus juegos de guerra nuclear (1962 y 1981) a la sabia prédica de prevenir la catástrofe.
-Foto: Hangar nuclear (mayo 25, 2009) en Sagua la Grande (Villa Clara) © Martin Trolle (Flickr)
-Nota: La Operación RYAN declinó en 1984 por causa de las muertes del protagonista Andropov (febrero 9) y el deuteragonista Dimitri Ustinov (diciembre 20), ministro de Defensa (1976-84), pero siguió por inercia hasta noviembre de 1991, cuando Yevgueni Primakov, director (1991-96) del servicio de inteligencia ruso, ordenó cancelarla por razón de «típico anacronismo» (Russian Crossroads, 2004, página 97).
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Enviado por ei en mayo 27, 2010 – 4:59 am
Mike Miqueles
En su visita a Cuba (1965) disfrazado como un tal Yelenin, el jefe (1961-67) de la KGB Vladimir Y. Semichastny notó la «personal fascinación» de Fidel Castro por los medios y métodos de inteligencia y espionaje (tradecraft). Al pasarle la grabación del interrogatorio al coronel soviético Oleg Penkovsky, quien informó a Washington y Londres sobre los misiles en Cuba, Castro se viró hacia Ramiro Valdés y otros segurosos para decirles: «Aprendan todo lo que puedan de esta gente».
Así lo hicieron y por lo demás ya lo venían haciendo desde que el primer grupo de jóvenes rebeldes entró al centro de entrenamiento del coronel Ilya V. Prusakov en Minsk (Bielorrusia). Desde luego que había una limitación. Según el ex seguroso Domingo Amuchástegui, quien actualmente enseña en escuela secundaria pública del condado Miami-Dade, por mucho que aprendieran en la KGB, los oficiales cubiches de inteligencia solían abstenerse de cuestionar las estrategias, convicciones personales e intuiciones del Comandante en Jefe («Cuban Intelligence and the October Crisis», Intelligence and National Security, volumen 13, 1998, página 110).
Al parecer eso lo aprendieron también en la KGB, porque el general Vadim Kirpichenko, primer sustituto del jefe de la Primera Dirección (Inteligencia), confesaría que las conclusiones «pesimistas» de análisis de inteligencia y aun determinados hechos se quedaban en el tintero para no enfadar a Leonid Brezhnev (Vremia Novostei, diciembre 20 de 2004). También se montaban operaciones para complacer sus caprichos. Según su propio embajador en Washington, Anatoli Dobrinin, Moscú interpretó de forma «paranoica» la llegada de Reagan a la Casa Blanca. La KGB y la inteligencia militar (GRU) soviéticas se engolfaron en la Operación Ryan para recoger información sobre los planes, que ellos mismos atribuyeron a Reagan, de asestar un golpe nuclear contra la URSS. Castro no vaciló en tirarle a esa misma bola de trapo y acentuó la monserga sobre la invasión yanqui contra Cuba. El diario de Reagan pondría de manifiesto la superchería. La entrada del miércoles 11 de febrero de 1981 reza: «Los informes de inteligencia aseguran que Castro está muy preocupado por mí. Yo estoy muy preocupado porque no tenemos nada con que justificar su preocupación».
1 Comments:
Tropas antimotines en Jaguey
http://www.youtube.com/watch?v=kaBLj40Ydb4&feature=player_embedded
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