domingo, octubre 10, 2010

General boliviano Luis Fernando Sánchez en su libro Hay una tumba en Vallegrande: Los restos del Che siguen en Bolivia

Tomado de http://www.diariodecuba.com

Polémica
General boliviano: Los restos del Che siguen en Bolivia

Agencias
La Paz
09-10-2010

'Los que se encuentran en Cuba son resultado de un operativo de inteligencia estratégica, planeado por necesidades políticas del régimen', dice.

El general retirado boliviano Luis Fernando Sánchez afirma en un libro divulgado este viernes en La Paz que los restos de Ernesto Che Guevara siguen enterrados en Bolivia y no son los que fueron llevados a Cuba en 1997, como afirman las autoridades de la Isla.

( Supuestos restos del Che Guevara )

"Los restos del Che permanecen en Bolivia y los que se encuentran en Cuba resultan ser el producto de un operativo de inteligencia estratégica, planeado y ejecutado a largo plazo, debido a necesidades políticas del régimen imperante", dice Sánchez, reporta EFE.

La conclusión está en el libro Hay una tumba en Vallegrande, que circuló el viernes con el diario paceño La Razón y que alude a la población del sur de Bolivia donde un grupo de investigadores, encabezados por médicos cubanos, aseguraron en 1997 que hallaron los restos del Che y de otros seis guerrilleros en una fosa común.

El argentino fue ejecutado el 9 de octubre de 1967 por un sargento del Ejército boliviano, que derrotó a su guerrilla.

Sánchez, cuya carrera militar comenzó después de ese año, dice que su conclusión es el resultado de un análisis de hechos y pruebas que difícilmente sería rebatido con exámenes que no sean una nueva prueba de ADN por parte de expertos independientes.

El médico cubano Jorge González, que encabezó la operación para dar con los restos de Guevara en 1997, ha señalado que las pruebas de ADN se hicieron ese mismo año tras repatriar el cuerpo del Che.

El general enumera cinco argumentos en defensa de su tesis, empezando por la orden superior dada desde el Palacio de Gobierno de La Paz para hacer desaparecer el cadáver, "que ningún militar en su sano juicio se habría atrevido a desobedecer".

También cree "obvio" que no puede haberse hecho un entierro común con siete cuerpos, cuando cuatro de ellos estaban con dos días de descomposición, y el del Che fue "formolizado" para conservarlo.

Cree "imposible" que alguno de los enterradores, cuando había una búsqueda frenética de "trofeos", "se haya ocupado de poner la chamarra o el cinturón o cualquier simple prenda al cadáver del Che al tiempo que —supuestamente— iba a una fosa común", porque esas piezas le habían sido sacadas para bañarlo y para la autopsia.

Sánchez también considera imposible que en la necropsia de 1997 se hayan podido identificar los cortes de la autopsia de 1967 o el corte hecho en las manos.

También observa que hubo un retraso en los exámenes o pruebas de ADN que se llevaron a cabo sobre los restos atribuidos al Che en octubre de 1997, tras haber salido de Bolivia cuatro meses antes.

De la misma forma, el autor sostiene que hubo un "sospechoso ocultamiento" durante diez años de los resultados de ese examen cubano, porque de la realización de las pruebas se informó en 2007.

Según el autor del libro, el "fraude existió y persiste todavía". A su juicio, los restos que se sacaron de Bolivia en 1997 no eran del Che, sino una osamenta con características similares a la del argentino.