miércoles, mayo 04, 2011

La confesión que acabó con la vida de Osama Bin Laden

Tomado de http://www.abc.es

La confesión que acabó con la vida de Bin Laden

Abu Faraj al-Libi recibió la noticia de que sucedía a Khalid Sheikh Mohammed por medio de un mensajero privado del líder de Al Qaida

AP / WASHINGTON
Día 04/05/2011



Khalid Sheikh Mohammed

Cuando uno de los ayudantes de más confianza de Osama bin Laden levantó el teléfono el año pasado, sin saberlo llevó a sus perseguidores estadounidenses al escondite de su jefe, el terrorista más buscado del mundo durante una década.

Esa llamada telefónica, relatada ayer por un oficial estadounidense, puso fin a una búsqueda de años del mensajero personal de Bin Laden, hallazgo clave de la persecución mundial.

El mensajero condujo a personal de Inteligencia de Estados Unidos a una propiedad amurallada en el noreste de Pakistán, donde un equipo especial de la Marina abatió a Bin Laden. Los minutos finales fueron la culminación de años de trabajo de inteligencia. Dentro del equipo de la CIA encargado de perseguir a Bin Laden, la única certeza era que el punto débil del terrorista eran sus mensajeros. Bin Laden era demasiado listo para permitir que los elementos de a pie de al-Qaida, o incluso sus principales comandantes, conocieran su escondite. Pero si deseaba hacer llegar sus mensajes, alguien más tenía que hacerlo, alguien en quien Bin Laden confiara con su vida.

Hace años en una prisión secreta de la CIA en Europa Oriental, Khalid Sheikh Mohammed, el tercer hombre de Al Qaida, dio a las autoridades los apodos de varios de los mensajeros de Bin Laden, de acuerdo con cuatro ex funcionarios de Inteligencia de Estados Unidos. Tales nombres formaban parte de las miles de pistas tras las que iba la CIA. Un hombre se volvió de especial interés para la agencia cuando otro detenido, Abu Faraj al-Libi, dijo a interrogadores que cuando fue ascendido para suceder a Mohammed como líder de operaciones de al-Qaida, recibió la noticia por medio de un mensajero. Sólo Bin Laden pudo haber ascendido a al-Libi, consideraron funcionarios de la CIA.

Si conseguían dar con ese mensajero, encontrarían a Bin Laden. La revelación de que la información obtenida en los llamados «centros clandestinos de detención» de la CIA contribuyó al asesinato de Bin Laden, fue vista como una reivindicación de muchos funcionarios de inteligencia que han sido investigados y criticados en varias ocasiones por su participación en un programa que implicaba los métodos de interrogatorio más severos en la historia de Estados Unidos. «Fuimos muy criticados, pero tales esfuerzos condujeron a este gran día», comentó Marty Martin, ex funcionario de la CIA que durante años encabezó la persecución de bin Laden.

Mohammed no reveló los nombres mientras era sometido a la técnica de simulación de ahogamiento conocida como «waterboarding», de acuerdo con ex funcionarios. El hombre los identificó muchos meses después durante interrogatorios normales, comentaron, por lo que nuevamente habría que someter a debate si la cruel técnica fue una valiosa herramienta o una táctica innecesariamente violenta. Tuvieron que pasar años para que agencias de inteligencia dieran con el verdadero nombre del mensajero, el cual no será dado a conocer por funcionarios. Tras lo anterior, ubicarlo parecía ser imposible. Las fuentes de la CIA desconocían el lugar en el que se ocultaba. Bin Laden insistía en que no se utilizaran teléfonos o computadoras cerca de él, así que los espías de la Agencia de Seguridad Nacional seguían sin una sola pista.

Luego, a mediados del año pasado, el mensajero sostuvo una conversación por teléfono con alguien que estaba siendo monitoreado por personal de inteligencia, de acuerdo con un funcionario estadounidense, que al igual que otros que fueron entrevistados para esta nota hablaron con la condición de no ser identificados por la delicadeza del operativo. El mensajero fue localizado fuera del escondite de Bin Laden tras la llamada, pero eso fue suficiente para ayudar a funcionarios de inteligencia a localizarlo y vigilarlo.

En agosto de 2010, el mensajero sin saberlo condujo a autoridades a una propiedad en la ciudad de Abbottabad al norte de Pakistán, donde al-Libi alguna vez viviera. Los muros que rodeaban el lugar eran de hasta 5.49 metros de altura y en la parte superior tenían alambre de púas. Funcionarios de inteligencia sabían de la propiedad desde hacía años, pero siempre sospecharon que Bin Laden estaría rodeado por guardias de seguridad fuertemente armados. Nadie patrulló la propiedad en Abbottabad.

De hecho, nadie salía ni entraba del lugar. Y la propiedad no contaba con cables telefónicos o de Internet. Pronto, la CIA consideró que Bin Laden se encontraba a la vista de todos, en un escondite especialmente diseñado para pasar desapercibido. Pero puesto que Bin Laden nunca viajaba y nadie podía acceder a la propiedad sin antes pasar por dos puertas de seguridad, no había manera de estar seguro.

Pese a esa incertidumbre, funcionarios de inteligencia sabían que lo anterior podría constituir la mayor oportunidad a la fecha de acceder a Bin Laden. Decidieron no compartir la información con nadie, incluyendo a importantes aliados antiterrorismo como Inglaterra, Canadá y Australia.

Para mediados de febrero, los funcionarios estaban seguros de que en la propiedad se ocultaba un «objetivo de gran valor». Y estaban en lo cierto.

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