viernes, julio 01, 2011

Editorial de Diario de Cuba: Las iglesias ante el régimen

Nota del Bloguista

¿ Qué es complicidad, sino por determinados intereses (que no tienen que ser comunes con los de la parte de la que se dice que es cómplice) beneficiar a una de las partes afectando a la otra ya sea mediante la falta de transparencia, las presiones, las engañifas o todas a la vez?

¿ Hubo realmente una MEDIACIÓN del Cardenal Jaime Ortega con la tiranía respecto al cambio de condena de años de prisión por el destierro ?
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Tomado de http://convivenciacuba.es

6. La mediación es un servicio. Un servicio técnico para facilitar el clima de respeto, la fluidez de las conversaciones y la seguridad de que lo que se dice y se hace es lo que se negoció. Ese servicio de mediación debe darse a ambos interlocutores de forma igual, imparcial, transparente entre ellos, garantizando la discreción fuera del ámbito negociador. La mediación es facilitación del diálogo entre las partes y no puede ladearse hacia ninguna de ellas. La mediación debe ser aceptada por ambas partes como confiable, competente y asequible de igual forma para ambos interlocutores.
7. La mediación debe respetar y potenciar la voz propia de cada interlocutor. La mediación debe fomentar la palabra de cada uno, sin mediatizarlas. Debe abrirle cauces a todas las voces participantes en el diálogo, sin exclusiones y con su consentimiento. Esto constituye un gran servicio de mediación.

NO, NO HUBO MEDIACIÓN Y LA TRANSPARENCIA FUE LO PRIMERO QUE FALTÓ, AL IGUAL QUE LA IMPARCIALIDAD.

REALMENTE HUBO COMPLICIDAD DE JAIME ORTEGA (QUE AUNQUE SEA CARDENAL NO ES LA IGLESIA) CON LA TIRANÍA.
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Tomado de http://www.diariodecuba.com/

Editorial: Las iglesias ante el régimen



DDC
Madrid
30-06-2011

La presencia creciente de diversas iglesias en la vida política supone una comunidad de intereses con el gobierno, pero no complicidad con éste.

La presencia de las diversas iglesias cubanas en la vida social y política del país se acrecienta cada día. Obligadas durante medio siglo a centrarse en la labor pastoral, y afrontando dificultades en la evangelización, hasta ahora las iglesias se habían movido relativamente lejos de la política. Sin embargo, en la medida en que el régimen se debilita y se interesa en ellas como interlocutoras —y en tanto crecen los cultos en la vida del país—, empiezan a ocupar un espacio inédito.

Este nuevo protagonismo conlleva riesgos y retos. Como cualquier ente social, las iglesias han de participar en política, opinar y jugar sus cartas. Pero tal participación genera efectos colaterales, como el estar expuestas a la opinión del otro, a la crítica de la prensa, al desgaste, el ascenso o la caída. No puede pretenderse entrar al debate público y, al mismo tiempo, blindarse a toda crítica. Allí donde esto sucede, hay, con toda seguridad, un actor que distorsiona el sistema.

En esta coyuntura, se acumulan los problemas para la jerarquía católica de la Isla. A la reciente revelación de Wikileaks acerca del presunto papel del cardenal Jaime Ortega en el cierre de la revista Vitral, habría que añadir la polémica mediación para la excarcelación de los presos políticos. Laicos conocidos, que antes callaban por no afectar a la institución, hablan ahora abiertamente. Prueba de ello son las objeciones hechas por el líder del Movimiento Cristiano Liberación, Oswaldo Payá, a los argumentos del portavoz de la Conferencia Episcopal, Orlando Márquez, a propósito de dichas excarcelaciones.

Sin embargo, no es cuestión exclusiva de la Iglesia Católica. El oficialista Consejo de Iglesias, que prosigue su trabajo habitual de acompañar las decisiones del régimen con una militancia de reglamento, pocas veces había contado con tantas rebeliones entre los pastores de base. Aun así, resulta sorprendente el hecho de que miembros de la Iglesia Metodista efectúen operativos conjuntos con la Seguridad del Estado, tal como se ha visto recientemente en Santa Clara.

Por su parte, babalaos oficialistas agrupados en la Asociación Cultural Yoruba de Cuba obligan a Ifá a refrendar lo que postula el diario Granma. Y los líderes de la comunidad judía defienden al carcelero antes que a Alan Gross, el hermano de fe detenido y condenado en la Isla.

La falta de práctica de las iglesias en el espacio público de la política y el funcionamiento secretista intrínseco a toda administración religiosa, pueden contribuir a poner en entredicho la imagen de las jerarquías eclesiales en el país; una imagen que quedaría dañada incluso ante las respectivas feligresías, abriendo brechas internas más o menos insalvables.

Por ello, la efectividad de la acción política de las iglesias no debería estar supeditada a la asociación con las autoridades, ni depender de concesiones hechas por las mismas.

Convertir todo deseo de mediación de las iglesias en complicidad con la política oficial es lo que procura el gobierno. Más que interlocutores o aliados, lo que busca en los diversos credos son nuevos cómplices, sujetos que confundan el lenguaje pastoral con la propaganda del oficialismo. La meta del régimen sería hablar a través de todas las iglesias con culto en el país.

En este escenario, cada iglesia habrá de defender la unidad de sus fieles y cuidar su proyección a los ojos de la población en general. Toca a cada una velar por los intereses de su grey y trabajar por la mejora colectiva. Ello supone el trabajo conjunto y la búsqueda de intereses comunes con las autoridades políticas. Pero apelar a una comunidad de intereses no ha de ser, de ningún modo, competir en procedimientos con los peores procedimientos del régimen.