LA DISTRACCIÓN MORBOSA CON EL CÁNCER DE HUGO CHÁVEZ
LA DISTRACCIÓN MORBOSA CON EL CÁNCER DE CHÁVEZ
Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
Hace unas cuantas semanas Hugo Chávez se enteró de que ni su poder absoluto sobre las vidas y haciendas de otros seres humanos, ni los millones robados al tesoro de Venezuela, ni su incontenible verborrea demagógica le garantizan la inmortalidad. Un cataclismo de enormes proporciones para un ego inflado por la ignorancia y la arrogancia. Se enteró además de que, con Dios, no se negocian términos sino se obedecen sus leyes y se acatan sus designios. Probablemente se miró al espejo y se asombró de ver a un simple mortal aterrado ante la idea de una muerte que tocaba a su puerta sin darle tiempo a consolidar su dictadura y extender su imperio disfrazados ambos de Socialismo del Siglo XXI.
El cobarde comprobado y notorio, repitió entonces el mismo patrón de conducta que desplegó durante el fallido golpe de estado del 11 de abril de 2002 cuando suplicó a sus captores que lo mandaran para La Habana bajo la protección de su mentor diabólico, cuya tiranía alimenta aumentando el hambre del pueblo de Venezuela. En La Habana tendrá asistencia médica especializada traída de los cuatro rincones del mundo, el cuidado solícito de quienes lo saben su única tabla de salvación y, sobre todo, el mismo secreto de estado que ha rodeado la enfermedad del tiranosaurio mayor y le ha permitido al anodino tirano sustituto prolongar su régimen opresivo y corrupto sobre el pueblo de Cuba.
A partir de este momento, y sin que nadie pueda vaticinar por cuanto tiempo, Venezuela no será gobernada desde Caracas sino desde La Habana. Prueba de ello es la reciente noticia sobre una reunión de un mini-gabinete venezolano en La Habana con la presencia del obtuso Nicolás Maduro, el hasta ahora incondicional General Rangel y el radical hermano Adán, quién cita al “Che” y amenaza con atisbos de guerra civil. Todo parece indicar que, ante la profundización de la crisis, pasaran la antorcha solo a los incondicionales dispuestos a masacrar al pueblo de Venezuela para preservar el poder. La historia reciente nos muestra que se preparan para aplicar una réplica al carbón del cartabón cubano.
(Hugo Chávez en la Televisión)
En este caso, quizás los venezolanos podrían evitar los errores que hemos cometido los cubanos al otorgar tanta importancia a la enfermedad de Castro y esperar a que el diablo se lo lleve a lejanas regiones siderales. La congresista cubano-americana Ileana Ros-Lehtinen se refirió recientemente a esta situación con palabras muy sabias. Dijo en ese momento, y cito a grosso modo, que le preocupaba que se le otorgara tanta importancia al estado de salud de Chávez porque restaba interés e importancia a otras actividades más efectivas para lograr la prosperidad y la felicidad de Venezuela.
Para ilustrar este argumento veamos la historia reciente. En junio de 2001, Fidel Castro sufrió un desmayo en el curso de una alocución en el pueblo del Cotorro y, en octubre de 2004, se fue de bruces después de dar un traspié al finalizar un discurso en la Ciudad de Santa Clara. Este último incidente, captado en cámara y visto por millones de personas en todo el mundo, causó un inmenso regocijo tanto entre los cubanos exiliados como entre muchos que dentro de la isla tenían que aparentar lo contrario para no ser apresados e hizo albergar esperanzas de un inminente cambio de régimen.
Al mismo tiempo, tanto nuestros locuaces analistas políticos como los contertulios de las cafeterías de Miami declararon muerto al tiranosaurio. Han pasado diez años de conjeturas y rumores durante los cuales el tipo nos ha seguido amargando la vida. Propongo que los cubanos pongamos fin a nuestro masoquismo colectivo, dejemos su muerte en manos de la providencia y nos demos a la tarea de contribuir a derrocar su régimen con todos los recursos a nuestra disposición. Y, con todo respeto, propongo lo mismo a nuestros hermanos venezolanos.
Aunque los opositores en Cuba y en Venezuela confrontan situaciones diferentes existen tácticas y estrategias que pueden ser aplicadas en ambos escenarios. Entre ellas, y sin entrar en una lista exhaustiva, podría estar la intensificación de la denuncia internacional de las violaciones de los derechos humanos, la coordinación de las fuerzas de oposición interna, la obstrucción de los proyectos internacionales de ambos regímenes y la penetración de las estructuras internas que facilitan su permanencia, con especial concentración en las fuerzas armadas.
El éxito de gestiones como las enumeradas aumenta en proporción geométrica a la debilidad causada al régimen por el deterioro de la salud de unos líderes providenciales y unipersonales que han impedido la existencia de cualquier sucesión sólida que hubiese amenazado su poder omnímodo. En política, como en la vida, la percepción es realidad y ambos regímenes aparentan estar heridos aunque lejos de liquidados.
En este sentido, nos parece importante apuntar que los dos comparten áreas de vulnerabilidad y la desaparición de cualquiera de ellos podría conducir a la desaparición del otro. Para ello, analicemos la importancia de este momento que podría convertirse en histórico. En esa trilogía diabólica integrada por Fidel, Raúl y Hugo todo lo que hace falta es que desaparezca uno de los tres para que se les acabe la frágil fórmula que los mantiene en el poder. Sin Fidel se acaba la mística de que carecen los otros dos. Sin Raúl se acaba el bodeguero que administra el negocio diario que ya Fidel no tiene capacidad para administrar. Y sin Hugo se les acaba a los Castro el petróleo que les permite financiar su quebrado sistema económico. Más claro ni el agua y un estímulo más que suficiente para acelerar la lucha y mantener la esperanza.
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