José Ignacio Rivero: Bajo el fuego rojo de los Castro ( Parte I y Parte II)
Tomado de http://www.diariolasamericas.com
Bajo el fuego rojo
Parte I
Por José Ignacio Rivero
Hace unas semanas recibimos de un compatriota nuestro la sugerencia de que reprodujéramos semanalmente en nuestro espacio del DIARIO LAS AMERICAS los artículos y editoriales que publicamos en nuestro “Diario de la Marina” de Cuba durante la época tenebrosa en que comenzó a gobernar salvajemente Fidel Castro, el enemigo de la libre empresa, de la propiedad privada y de todas las demás libertades. He aquí a continuación el comienzo y en síntesis el tema que nuestro joven lector quiere y debe conocer sobre nuestra patria magullada desde hace más de medio siglo:
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Estimado compatriota usted me insiste en que le haga un resumen de la Historia de Cuba porque se conoce al dedillo la de los Estados Unidos donde vive y donde nació hace 32 años y no conoce bien la que vivieron sus antepasados. No soy historiador ni tengo el don periodístico de la síntesis; si viviera el siempre recordado Ramiro Guerra, como dije una vez en este mismo espacio se lo haría no solo en pocas líneas sino también con más precisión en cada párrafo de su relato.
Cuba desde su descubrimiento por Cristóbal Colón fue una colonia española. Se liberó de España después de una guerra larga proclamándose en una república libre e independiente bajo la presidencia de Tomás Estrada Palma. Desde entonces Cuba pasó por muchos períodos de inestabilidad social y económica con algunas notables excepciones. El líder del Partido Liberal, Gerardo Machado y Morales llegó a la presidencia de la república en el año 1924. Sus primeros años en la presidencia fueron maravillosos para la economía y el bienestar general de Cuba. Pero antes de finalizar su segundo período presidencial estableció una dictadura que reprimió totalmente a la oposición política. En agosto de 1933 se realizó un levantamiento general y lo derrotó. Desgraciadamente hubo mucha sangre de por medio. Mi padre, Pepín Rivero, tuvo muchas polémicas con él cuando era presidente. Una vez Machado le dijo: “Acuérdese Pepín que yo tengo el ejército”. Y mi padre terminó la discusión diciéndole: “Acuérdese presidente que yo tengo la Marina…”
Después de Machado Cuba tuvo varios presidentes, democráticos todos. La democracia en Cuba sólo fue interrumpida dos veces antes de Castro. Las dos veces por Fulgencio Batista, que era en 1933 miembro del ejército cubano y cuando se derrocó a Machado lo nombraron a él Jefe del Ejército porque había sido el principal autor del levantamiento. Machado se exilió en Miami y en Miami murió. Después de algunos años con distintos presidentes elegidos democráticamente pero casi siempre con la influencia de Batista, este triunfó en unas elecciones celebradas democráticamente en el año 1940 en las que venció a Ramón Grau San Martín. Pasaron cuatro años y Batista convocó a unas elecciones generales. Esas elecciones las ganó Grau San Martín honestamente y Batista entregó democráticamente el poder en ese año 1944.
(Momento en que Fulgencio Batista traspasa el poder a Ramón Grau San Martín en 1944)
Después en 1948 fue elegido presidente Carlos Prío Socarrás. El 10 de marzo de 1952 Batista le dio un Golpe de Estado a Prío antes de que terminara su gobierno de cuatro años. Batista estuvo en el Poder durante siete años antes de abandonar a Cuba la noche del 31 de diciembre de 1958. Fidel Castro que estaba en la Sierra Maestra con sus guerrillas bajó y tomó el poder a la fuerza también porque la Constitución de la República de Cuba que había dejado sin efecto Fulgencio Batista decía en uno de sus estatutos que cuando faltara el Presidente de la República le correspondía tomar posesión de la misma al magistrado más antiguo de la nación. Fidel Castro no hizo caso a eso y se constituyó en el poder y ponía y quitaba todo lo que quería en la nación.
Durante los siete años del gobierno de Batista Cuba, a pesar de su falta de democracia electoral gozó de sus mejores años económicos. La nación se situó entre los dos o tres países más prósperos y adelantados del Continente. El pueblo gozaba de una completa libertad y las conquistas obreras fueron superlativas. Cuba vivía feliz a pesar del derroche y de la dictadura política. El periódico “The New York Times” ayudó a crear una simpatía especial por Fidel Castro en todo el mundo. Su editorialista Herbert Mathews, después de entrevistarlo en la Sierra Maestra lo calificó de “Robin Hood” de las Américas. Todo el mundo se lo creyó. La madrugada del 1º de enero de 1959 Batista sin contar con nadie se fue de Cuba. Castro tomó el poder en Cuba el día que se fue Batista al exilio. Nombró de dedo a un presidente fidelista (Urrutia) y él se dedicó a mandar en los primeros meses con su rifle al hombro mientras aumentaba el terror por todas partes y no descansaban los funestos paredones de fusilamientos.
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Bajo el fuego rojo
Parte II
Por José Ignacio Rivero
Consideraba un deber de conciencia hacer una gestión por la libertad de Francisco Ichaso que había sido llevado preso por una injusta acusación de un fidelista. Me acompañaba el dicho de que “no hay peor gestión que la que no se hace”. Sabíamos que el “Diario de la Marina” era una gruesa espina que Castro tenía clavada en sus entrañas, pero a pesar de todo estaba dispuesto a verlo y pude hablar con él en privado durante largo tiempo, mejor dicho, tuve la paciencia de escucharlo durante casi cuatro horas. Nosotros solo pudimos hablarle cinco minutos…
Llegábamos a Cojimar –pueblo de Pescadores al este de La Habana, acompañado de mi hermano Oscar y por Pedro Hernández Lovio, administrador y secretario general de la empresa respectivamente. Había una larga línea de personas esperando su turno para visitarlo. Nosotros no tuvimos que esperar. Celia Sánchez, mejor dicho, la “mano derecha”, mejor dicho, la “mano izquierda” de Castro nos llevó por la puerta del fondo de la casa de madera que daba a la habitación de Castro, puerta que daba al portal. Estaba sentado esperando su turno el embajador de los Estados Unidos.
Lo saludamos y le dijimos: “lo sentimos mucho embajador, no queremos volarle el turno, usted sabe bien como se manejan hoy las cosas, con mucha “organización” revolucionaria. Nos abrió la puerta Celia Sánchez. Entramos en la habitación de Castro y nos sentamos a esperar que entrara él en la misma. Mientras tanto, Mr. Bonsal seguía sentado en su pequeña silla y tuvo que esperar más de cuatro horas para ser recibido. Es decir, el tiempo que estuvimos nosotros en esa tormentosa entrevista por salvar a Ichaso de las hordas revolucionarias…
Antes de que entrara Fidel Castro en la habitación, con gran curiosidad observamos todos los rincones y detalles de la misma. Sobre su cama tenía puesto solo el Diario de la Marina de ese día. En la primera página teníamos el comentario sobre la Ley 11 y sobre el mismo comentario había una pistola. Un estudio psicológico perfecto para, quizás, intimidarnos. Seguimos observando y vimos como se hallaba gran parte del suelo, y sobre todo parte de la cama, lleno de huesos de pollo. Y dejamos de observar porque Castro acababa de entrar en la habitación.
“Buenas tardes”, nos dijo. “Esperen un momento”. Abre la puerta del baño y con la misma abierta se pone a orinar. Observé de nuevo y llegué a la conclusión que la pistola sobre el periódico, los huesos regados por el suelo y la cama y el espectáculo del inodoro no se debía a otra cosa que a su megalomanía diciéndonos a nosotros sin palabras que en Cuba mandaba él y que hacía lo que le daba la gana…
Nosotros nos desquitamos preguntándole: ¿qué pinta su pistola sobre el Diario de la Marina, y cuando nos respondió que era para defender la libertad de prensa le dije: “pero, armas ¿para qué? ¿no lo repite usted constantemente?” Y cambia el tema diciéndonos: depende, depende.
Para abreviar esta “Aventura” de Cojimar, lugar donde se inspiró Ernest Hemingway para escribir su novela “El Viejo y el mar”, reduciré a solo unas breves líneas el relato de unas cuatro horas en la habitación de Castro meciéndonos en unos sillones criollos de mimbre como los que nunca he vuelto a ver. Ni siquiera nos preguntó cuál era el motivo de nuestra entrevista. Comenzó a hablar sin parar sin dejarnos poner una sola palabra sobre sus temas mentirosos y absurdos como, por ejemplo, el papel gratis hecho por la revolución para los diarios como el nuestro…
Hablaba y hablaba sin respirar sobre el futuro económico de los periódicos de Cuba. Nos decía que si antes de la revolución los periódicos cubanos tenían una vida relativamente buena, durante la revolución la iba a tener “boyante”, porque el tenía ya el proyecto estudiado para que a nosotros el papel de bagazo no nos costaría un solo centavo para imprimir el periódico.
La revolución iba a comenzar a fabricar el papel de bagazo de caña. Y surtiendo de gratis el papel a la prensa cubana, el gobierno comenzaría a vender el papel a los países que quisieran pagarlo mas barato que a las compañías extranjeras. No solo hablaba y hablaba sobre el papel de bagazo sino que saltó al tema del henequén. Para él esa planta era mucho mejor que la caña de azúcar en la prensa más rica del Continente para convertirla en papel periódico. Nada, Rivero que si la revolución se lo propone convertirá a la prensa cubana en la prensa más rica del Continente Americano. Y yo quiero darle a la prensa ese privilegio porque la considero el factor más respetable e importante de todo el país.
Y así estuvo hablándonos en su cuarto toda la tarde de aquel día y sin brindarnos ni siquiera una tacita de café. Ya, llegada la cuarta hora de estar escuchándolo interrumpimos su interminable charla diciéndole: “Creo que ya lo hemos molestado bastante tiempo… usted tiene una larga fila de personas importantes que quieren verlo entre ellas el embajador de los Estados Unidos …” “Que espere” nos dijo con una dosis más de megalomanía. Me puse de pie y le dije, casi lo mismo que le dije a Miró Cardona en Palacio : “Vine a verle para pedirle que deje libre a Paquito Ichaso que sufre encarcelamiento” Y no me dejó terminar la explicación. Solo, me dijo mirándome a la cara: Paquito…Paquito… vaya, vaya…!”
Ichaso, en definitiva se quedó por un tiempo en la prisión. A Fidel Castro le “ entro mi petición por un oído y le salió por el otro.” Era de esperarse. Yo lo sabia de antemano. ¿Como iba a complacer a la llamada “caverna” por los comunistas? Pero la gestión la hice, repito, por aquello de que no hay peor gestión que la que no se hace…
(continuará)
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