Miguel Fernández-Díaz: CIA y disidencia: lecciones de Girón
¨... presupone que la ayuda de fuera tiene aún vela en el entierro del castrismo y que el pueblo dentro terminará virándose contra Castro.¨. La ayuda de fuera sigue teniendo vela en el entierro del Castrismo, el error está en exagerar su importancia. Por otra parte: los pueblos no se virán contra las dictaduras; sólo una parte minoritaria de los habitantes de un país lo hacen. Lo demás es manipulación.
¨Así se rellenó con ilusión el vacío dejado por la "primera limpia" del Escambray, que ya Castro había dado (marzo 7, 1961) por terminada.¨. La ilusión estaba fundamentada por la falta de objetividad de aquellos antiCastristas, incluyendo agentes de la CIA, que exageraban tremendamente el descontento hacia el Castrismo dentro del pueblo cubano de la isla. Esas personas los deseos los convertían ficticiamente en realidad y los agentes de la CIA le decían a sus jefes o ¨manipuladores¨(en lenguaje del DSE serían: los oficiales que los ¨atendían¨) lo que éstos deseaban oir. Realmente aunque Fidel Castro dió por terminadala Primera Limpia del Escambray (Operación Jaula) muchos alzados sobrevivieron. En las operaciones de las dos Limpias del Escambray intervinieron más de 50 000 individuos por parte de la tiranía contra aproximadamente 1500 alzados. La Seguridad del Estado de los Castro estaba asesorada por militares del campo socialistas; soviéticos en particular. La unidad especial de ¨El Molino¨ cerca de Santa Clara era un ejemplo de ello.
¨... Ni qué decir de los envíos de armas que caían en zonas controladas por los milicianos de Castro ¨. En el libro de Juan Carlos Fernández ¨Todo es secreto hasta un día¨ se plantea que esa mala ubicación en que se hicieron los muy contados lanzamientos o ¨drops¨ de pertrechos para las guerrillas antiCastristas en el Escambray fue el trabajo del agente ¨Oliverio¨ de la Seguridad del Estado, que correspondía al Comandante del Ejército Rebelde Antonio ¨Tony¨ Santiago, quien había sido condecorado en la II Guerra Mundial por su actuar en la batalla de Iwojima, quien le había enviado a los EE.UU. los lugares donde debían ser lanzados. A esa operación se le llamó ¨Operación Silencio¨, aunque no recuerdo si ese nombre lo dió la CIA o el DSE Castrista.
Se cita en el artículo las palabras de Martha Beatriz Roque : ¨"Si la calle es la salida, ahí está resuelta a ir una parte importante de la disidencia, pero ¿cómo lo logra, si apenas tiene recursos para mantenerse?"¨, pero Martha en su más reciente artículo titulado
Fábrica de disidentes ( el mejor de ella en mucho tiempo) habla de algo más que de recursos:
¨Por otro lado, los líderes no se fabrican, cualquiera puede ser presidente de una organización con mucha gangarria, sobre todo en el exterior; pero habría que preguntarse: ¿quiénes están dispuestos a seguirlo? No importa que sea el más premiado y el más nominado, la realidad está basada en cuánta gente de la oposición está dispuesta a hacer lo que este dirigente plantee, para obtener la democracia y también cuánto pueblo mueve.¨
y más adelante escribe:
¨Quizás deberíamos dejar de redactar documentos e ir más a la acción directa, que como es natural lleva adjunta golpizas, maltratos y vejaciones por parte de la policía política. Sería importante idear de qué forma el pueblo se uniría a la oposición y se convertiría en una resistencia interna. Pensar en cuáles consignas movilizan a las masas o quizás una mezcla de todo¨
¨algo que aún cunde entre sus opositores y tiene expresiones mediáticas tan disparatadas como afirmar que un huelguista de hambre acorrala al gobierno y tildar a este último hasta de temeroso.¨. El asesinato, más que la muerte, de Orlando Zapata Tamayo puso a la tiranía Castrista a en situación muy difícil ante la comunidad internacional en un momento en que la dictadura estaba, y está, buscando soluciones a su muy difícil situación económica. Tal es así, que llamó a jerarcas de la Iglesia para que la ayudara a salir de esa situación, y posiblemente les ¨orientó¨a algunos de sus agentes infiltrados dentro de la Oposición que llevaran a cabo acciones que desviaran la atención de la comunidad y prensa internacional hacia otros hechos; esas acciones para contrarrestar no es nada novedoso dentro del mundo de la Inteligencia y la Contrainteligencia. Lo otro que cooperó para salir de esa situación fue la corta visión política de algunos líderes de la oposición y de la disidencia. También un Exilio cubano, unido ante tal asesinato, era algo que la Tiranía le preocupaba.
Tomado de http://www.ddcuba.com
Opinión
CIA y disidencia: lecciones de Girón
Por Miguel Fernández-Díaz
Miami
05-08-2011
No hace falta que la CIA desclasifique el volumen pendiente sobre la invasión a Cuba: las enseñanzas están a flor de piel, aunque pocos atinan a aprenderlas.
(AP)
El Archivo de Seguridad Nacional (Universidad George Washington) conmemoró el aniversario 50 del fiasco de Bahía de Cochinos o victoria de Girón con demanda judicial contra la CIA para que desclasificara por completo su historia oficial del episodio. Así lo hizo, pero los archiveros se quejan de que aún retiene la réplica del tándem Richard Bissell-Tracy Barnes al informe del inspector general de la CIA Lyman Kirkpatrick.
Sin embargo, la polémica entre Kirkpatrick y el director de planes (1959-62) de la CIA, Richard Bissell, puede rastrearse por entre sus papeles respectivos en la Universidad de Princeton y la Biblioteca Presidencial Eisenhower, así como en los trabajos de historiadores como Michael Warner y Piero Gleijeses. El quid parece radicar más bien en que las lecciones de aquella historia no se escuchan bien por el bando anticastrista en medio del ruido contemporáneo dentro y fuera de la Isla.
Lo primero es que si las cosas salen mal se analizan y se responde por ellas. Nada más sobrevenir el fiasco, el presidente Kennedy encargó al general Maxwell Taylor presidir un comité gubernamental de investigación y el director de la CIA, Allen Dulles, ordenó a Kirkpatrick hacer auditoría interna, pero de todos modos JFK aceptó las renuncias de Dulles y Bissell. Por el contrario, la tesitura usual hasta hoy consiste en que, luego de fallar un proyecto contra Castro, los responsables pasan a elaborar otro parecido.
La idea seminal de Bissell estribaba en que el descontento popular contra Castro se podía galvanizar en activa resistencia por sacudida desde fuera. Una expedición de exiliados —entrenados por la CIA— ocuparía determinada área, adonde arribarían otros exiliados (líderes políticos) para ofrecer al pueblo de Cuba la alternativa democrática frente a la dictadura castrista. La superioridad aérea y la cabeza de playa consolidada demostrarían la impotencia de Castro. A las pocas semanas, el pueblo y aun los militares cubanos se revirarían contra Castro para tumbarlo. Todo este silogismo era wishful thinking.
La disidencia dentro de la Isla sigue el mismo estilo de pensamiento: presupone que la ayuda de fuera tiene aún vela en el entierro del castrismo y que el pueblo dentro terminará virándose contra Castro. Aquí yace la doble premisa filosófica de que la transición a la democracia en Cuba es inevitable y el tiempo está a su favor. Desengañémonos: esto es ya sólo mera noción marxista de la historia retorcida contra el castrismo.
El inspector
Kirkpatrick guardó distancia frente al entuerto político para concentrarse en el desempeño de la CIA. Saltaron a la vista los rejuegos con la información —incluso de inteligencia— sobre la fuerza política y militar de Castro. La clave invasora original era apoyar al movimiento guerrillero anticastrista. Luego se consideró que la invasión propiciaría el alzamiento popular dentro de la Isla. Así se rellenó con ilusión el vacío dejado por la "primera limpia" del Escambray, que ya Castro había dado (marzo 7, 1961) por terminada.
Se abordó también un problema sempiterno de las disidencias anticastristas: la ayuda de los EE UU no llegaba o contemplaba partidas inocuas. Aquella partida de chocolates Godiva, abrigos de casimir y Nintendos no es más que la continuación por otros medios de los envíos por avión de arroz, frijoles y manteca al Escambray bajo la supervisión del general Charles Cabell. Ni qué decir de los envíos de armas que caían en zonas controladas por los milicianos de Castro.
Kirkpatrick concluyó que, ante la encrucijada de abandonar la operación o jugársela entre la afrenta pública de la derrota y la dudosa victoria, la CIA escogió jugársela y acomodó sus planes a las restricciones impuestas por la Casa Blanca. Lo mismo sucede hoy con la disidencia interna, que ya sólo da vueltas en el círculo vicioso definido por Martha Beatriz Roque: "Si la calle es la salida, ahí está resuelta a ir una parte importante de la disidencia, pero ¿cómo lo logra, si apenas tiene recursos para mantenerse?". Jugándosela a la nada.
El director de planes
Bissell tenía dos subdirectores: Barnes y Richard Helms. El primero se encargó de montar la réplica a Kirkpatrick sobre la base de que la invasión no estaba condenada de antemano al fracaso. La cabeza de playa no pudo mantenerse porque la brigada invasora perdió sus pertrechos al ser hundido el buque Río Escondido por la aviación de Castro, la cual se había planeado destruir, pero no se pudo por la decisión del presidente JFK de cancelar a última hora otras incursiones aéreas. De este modo la culpa se desplaza a JFK, como suele plantearse en el exilio.
Sin embargo, JFK mantuvo la misma tesitura política que Eisenhower había dejado sentada al aprobar (marzo 17, 1960) el Programa de Acción Encubierta Contra el Régimen de Castro: "our hand should not show in anything that is done". La investigación gubernamental presidida por el general Taylor arrojó que ni siquiera con superioridad aérea la brigada invasora hubiera podido sostener la cabeza de playa por mucho más de 72 horas.
Barnes admitió que la CIA había subestimado la fuerza del castrismo, algo que aún cunde entre sus opositores y tiene expresiones mediáticas tan disparatadas como afirmar que un huelguista de hambre acorrala al gobierno y tildar a este último hasta de temeroso. Lo que no llegó a reconocer Barnes fue la falsa analogía que estableció la CIA con su operación exitosa en Guatemala (1954). Aquí la cosa empezó igual: invasión de exiliados entrenados por la CIA, pero terminó con golpe de Estado de coroneles guatemaltecos, azuzados por el embajador estadounidense John Peurifoy contra Jacobo Arbenz. Al sobrevenir la invasión a Bahía de Cochinos, en Cuba no había ya embajada americana ni otra gente encargada del "divide y vencerás" entre los militares de Castro, quien por el contrario ha sacado mucho partido a este método probado con la infiltración de chivatos y la ejecución de medidas activas contra la disidencia.
Ayer y hoy
La operación CIA en Guatemala incluyó un programa de persuasión de los mandos militares para deponer a Arbenz. Nada de eso hubo en la Operación Zapata (Bahía de Cochinos) ni hay ahora por ninguna parte. Alguien urdió en aquel entonces que había descontento en la tropa por el encarcelamiento del comandante Hubert Matos, y la misma canción se entonó tras el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, pero ningún indicio apunta a rebelión anticastrista de las fuerzas armadas en Cuba.
Ni qué decir de Miró Cardona y demás "líderes políticos" que propondrían la alternativa democrática al pueblo de Cuba. Ninguno tenía base política propia y tenían grandes diferencias entre sí, tal y como sucede hoy con los líderes de la disidencia.
Bissell tuvo que mandar a Miami (marzo 18, 1961) al último jefe de estación CIA en La Habana, "Jim Noble", para hacerles saber que si no acaban de arreglarse entre sí "you just forget the whole fuckin business, because we’re through". Así se formó el Consejo Revolucionano Cubano, que enseguida largó su primer manifiesto. Barnes pasó el documento a Arthur Schlesinger, quien no pudo menos que juzgarlo "estéril en pensamiento", como es hoy El camino del pueblo trazado con regla de "cambios en las leyes" (por generación espontánea) y compás de "comisión nacional" (que incluye a "miembros del gobierno") para desmontar el monopolio de los medios de comunicación.
Oswaldo Payá pidió al gobierno que publicara El camino del pueblo. Desde luego que ni prestaron atención a esta petición. Si el gobierno ni siquiera concede difundirlo, jamás se engolfará en los cambios de leyes propuestos. El camino del pueblo se cierra sobre sí mismo como oxímoron: cadáver político nasciturus. Tal y como, mutatis mutandi, la Operación Zapata.
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azaro Gonzalez ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Miguel Fernández-Díaz: CIA y disidencia: leccione...":
acefalia disfuncional y glandular
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