Roberto Luque Escalona : Lo que se decía de los Castro de Birán
Tomado de http://www.libreonline.com
Lo que se decía de los Castro de Birán
(Fragmento)
Por Roberto Luque Escalona
04 de Noviembre de 2009
-Me agradó mucho ver en la televisión a Jorge Bolaños, representante de la tiranía en Washington. Me agradó porque Bolaños fue mi compañero en el colegio Los Amigos, en la clase de sexto grado que impartía el maestro Antonio Batista. O sea, que es de mi misma edad. Aquí, en Miami, viven otros tres de ese grupo. En comparación con nosotros, Bolaños luce muy, muy viejo, lo que reafirma mi convicción de que la hijeputez, sobre todo la hijeputez diplomática, que no incluye riesgos, conspira contra la buena presencia. Esa tesis la concebí al ver a otro compañeros de aulas, no de primaria, sino de la Universidad, el Vice-ministro de Relaciones Exteriores Abelardo Moreno, que de joven se parecía al joven Burt Lancaster y ahora se parece al viejo Mick Jagger. Ganas me dan de mandarles una foto mía. A Bolaños le enviaría una de los cuatro. Para que sufra.
(Jorge Bolaños)
-Ahora que Juanita Castro ha tenido tanto éxito con su libro, debería retirar la demanda contra el de su sobrina Alina. Lo que dijo Alina sobre Lina Ruz ya lo había dicho Georgie Anne Geyer en su libro Gerrilla Prince sin que a Juanita se le ocurriese demandarla. Además, en estos días hay una especie de frenesí mediático por dilucidar si el padre de Raúl es el teniente Mirabal o el sargento Campos, lo cual implica reconocer que Lina era una señora propensa a la infidelidad conyugal, para decirlo de la manera más amable posible.
-No he leído el libro de Juanita, pero estoy dispuesto a leerlo.... si alguien me lo presta o me lo regala, pero como se ha hablado tanto de él, algunas cosas sé acerca de su contenido. Por ejemplo, que Juanita acusa a un señor que radicaba en México de haberle avisado al gobierno cubano sobre el lugar en que desembarcarían los del Granma. Absurdo. El remaldito yate fue a parar a la costa pantanosa del golfo de Guacanayabo por equivocación. Conozco el lugar. Del punto en que los expedicionarios tuvieron que lanzarse al agua hasta la tierra firme hay un kilómetro de pantano cubierto por manglares y del lugar en que salieron del manglar a las primeras estribaciones de la Sierra Maestra por lo menos veinte kilómetros de llano. El plan era, sin duda, navegar más allá del cabo Cruz y desembarcar en la costa al pie mismo de las montañas. El señor acusado de chivato no pudo delatar el lugar del desembarco a menos que fuese adivino.
Lo de la CIA pidiéndole que cambie su discurso para adaptarlo a la nueva política de Nixon da a entender que ella influía en la opinión pública del exilio, lo cual es, en el mejor de los casos, una ilusión. En cuanto a la propuesta de Raúl como promotor del cambio democrático en Cuba se puede definir así: un anciano asesino antipático y bruto, que todo lo que tiene se lo debe al totalitarismo, convertido en restaurador de la democracia. Delirante.
-Allá por los 50’ cayó en mis manos un libro de poemas cuyo autor era Pedro Emilio Castro, hijo del gallego Angel, antiguo soldado de Weyler y ya entonces dueño de una extensa finca en el valle de Nipe, y de su primera esposa, Lidia Argote, que abandonó el hogar, si es que hogar era, cuando supo que la nueva sirvienta, una robusta guajira adolescente llegada de la lejana Pinar del Río cuyo nombre era Lina Ruz, se había convertido en la amante del viejo terrateniente.
Poco después escuche hablar de otra obra de Pedro Emilio. Se trataba del libreto de una serie radial titulada Los Castro de Birán. Al parecer, Pedro Emilio había vendido la obra a una de las radioemisoras de La Habana y en ella si se revelaban secretos familiares, pues Angel Castro, a quien nadie acusó nunca de botarate, la compró a la emisora por una buena cantidad de dinero. Lástima. Quizás hubiese sido útil como llamado de alerta acerca del entorno familiar de Esteban Dido.
- “Cuando apareció en el lobby del aeropuerto me sorprendí por su presencia y su porte de dama de bien, sus finas maneras... Era una mujer más bella en persona. Incluso le hice un presente verbal ratificándole que era una mujer muy hermosa... las charlas que daba en español maravillaban a los oyentes... se convirtió en una extraordianria conferencista... Embelecia (RLE: Supongo que quiso dec ir “embelesaba”) a todos los auditorios...” Estas palabras de Salvador Lew sobre Juanita Castro han traído a mi memoria el primer verso de una guaracha de Otilio Portal que grabara Pérez Prado con Benny Moré: “ Es un coooco lo que tengo contigo”. No es que me parezca mal. Lejos de mi tal actitud.Como bien dijo Francis Paul Webster por boca de Nat King Cole y The Four Aces, “ Love is a many splendored thing”.
-Hay cuentos sobre los Castro de Birán que no se pueden hacer a mi, que soy de los Luque de Báguanos. Allá en el año 45 y por las selvas de Mayarí convertidas en cañaverales circulaban historias sobre Angel Castro y Lina Ruz que llamaron mi atención de niño curioso. No era común que una familia de buena posición económica tuviese tan mala fama. Mala fama tenían el gallego Angel y la pinareña Lina, y lo que de ellos se decía nada tenía que ver con su hijo Fidel, que por entonces intentaba, sin éxito, que los estudiantes de la Universidad de La Habana notaran su carisma. Cuando en el valle de Nipe se hacían comentarios despectivos sobre los Castro de Birán, no se referían a Fidel Castro, a quien nadie conocía entonces.
En fin que como dijo Teresita Mayans en una frase para la historia “Salimos de Juanes para caer en Juana. Y no se quejen, que todavía falta Juan Juan”.
Parte 1
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