martes, mayo 29, 2012

René Gómez Manzano desde Cuba: ¿UNIDOS POR EL SOCIALISMO?




Muy lejos de  lo que decía y escribía lenin de que el problema de las nacionalidades en la URSS estaba resuelto, la experiencia de muchos amigos mios que estudiaron en la URSS, en particular en la Universidad Lomonosov de Moscú,  era que no se había resuelto en casi nada. Las rivalidades, traducidas en peleas o riñas,  entre estudiantes  de diversas nacionalidades eran muy frecuentes. En particular eran muy usuales  las peleas cuando se hacían novios personas de diferentes étnias.
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¿UNIDOS POR EL SOCIALISMO?

Por René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente



En días pasados, Fidel Castro publicó una reflexión intitulada “El 67 aniversario de la victoria sobre el nazi fascismo”. En ese trabajo, más breve de lo acostumbrado, el ex Máximo Líder hace una apretada síntesis de creencias que resultan usuales dentro de la extrema izquierda universal.

Una de esas afirmaciones concita de modo especial mi atención. Aludiendo a la desaparecida URSS y su victoria en la guerra, el autor escribe: “La colosal hazaña era fruto del heroísmo de un conjunto de pueblos que la revolución y el socialismo habían unido”. Este dogma es uno de los más extendidos y publicitados por el “progresío” internacional, lo que, como es natural, no significa que se acerque siquiera a la realidad.

Naciones tan disímiles como la rusa, las del Cáucaso o las de cultura musulmana del Asia Central, “se unieron” muchísimo antes de “la revolución”, cuando ni siquiera se pensaba en el socialismo. Su amalgamación fue obra del viejo régimen zarista, que, en plena arrebatiña de las grandes potencias, se creó un imperio colonial que por su extensión no tenía nada que envidiarle a los de Inglaterra o Francia.

No obstante, entre aquél y éstos hubo una diferencia sustancial: Los países de Europa Occidental tenían que adquirir nuevos territorios en continentes lejanos, pues sus vecinos eran estados desarrollados cuya conquista habría sido harto difícil. La Rusia de los autócratas no, pues en sus mismas fronteras halló numerosos pueblos pequeños y débiles que fueron presa fácil.

Por consiguiente, el imperio colonial zarista gozó de continuidad territorial. Esto, unido al régimen despótico que imperaba de manera homogénea en toda su extensión (a diferencia de Inglaterra o Francia, democráticas en lo interno, pero autoritarias en ultramar), sirvió como elemento inicial para enmascarar la verdadera esencia de las relaciones establecidas entre Moscú y su periferia.

Al triunfar la Revolución de Octubre, algunos trozos del gigantesco estado ruso lograron alcanzar su independencia, pero el resto permaneció sometido al Kremlin. Poco después, una maniobra, genial en su maquiavelismo, completó el disfraz: El penúltimo día de 1922 se constituyó la URSS. Al pasar los años, se crearon nuevas repúblicas federadas y autónomas, con lo que se terminó el proceso de maquillaje.

La teoría indicaba que se trataba de un estado federal, cuyas partes integrantes, de acuerdo a la Constitución, tenían incluso el derecho a abandonar la Unión. En realidad, pocas veces se ha visto un régimen tan centralista y absorbente como ése. Esto llama más la atención si tenemos en cuenta que se trataba de un país inmenso.

Desde luego, para que el enmascaramiento mantuviese su perfección, se observaban con meticulosidad las reglas no escritas de la liturgia comunista: era siempre algún aborigen quien encabezaba las llamadas repúblicas nacionales. Lo que no admitía discusión era el control absoluto ejercido desde el Kremlin moscovita. Esas colonias tenían —pues— el carácter de verdaderos protectorados. Sucedía en ellas lo mismo que en Marruecos o Túnez, donde reinaba un monarca autóctono, pero bajo el dominio total de los franceses.

La ocultación de la verdad fue tan exitosa, que al producirse el proceso de descolonización masiva en las África y Asia de los años sesenta del pasado siglo, muchos líderes independentistas consideraron de buena fe a la URSS como su gran aliada en la lucha por la emancipación. ¿Y los ucranianos, bálticos, kazajos y uzbecos? Bien, gracias.

Durante la Perestroika se puso de manifiesto la verdadera naturaleza del enorme país eurasiático como el último gran imperio colonial subsistente en el planeta. La decisión del Sóviet Supremo de Lituania para independizarse, fue desconocida de manera olímpica por la dirigencia del Kremlin, pese a que —como ya vimos— ese derecho lo reconocía la Constitución. No obstante, poco después, cuando Rusia resolvió lo mismo, la Unión Soviética “se desmerengó”, como diría el propio Castro.

En cuanto al heroísmo demostrado por muchos representantes de esos pueblos sometidos durante la Segunda Guerra Mundial, no debe despertar nuestro asombro. ¿Acaso no era proverbial el arrojo que mostraban —digamos— los soldados senegaleses que servían a Francia! ¿O los moros en España; o los indios en el Ejército Británico?

Eso son meras anécdotas en el devenir de los acontecimientos humanos. Lo que sí tuvo verdadera importancia histórica universal fue la culminación del proceso de descolonización de los pueblos sojuzgados, que comenzó con la admirable Declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776, continuó en Nuestra América en el siglo XIX y culminó con la feliz disolución de la URSS.

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Un documental sobre la barbarie soviética  contra otros pueblos de la antigua URSS

1 Comments:

At 7:19 a. m., Anonymous Anónimo said...

Los conflictos - por sólo poner un ejemplo - entre Azerbaidzhán y Armenia (de gran magnitud en los 80´s y 90´s) y que venían desde muchísimo antes de que existiera la URSS, perduran hasta el día de hoy, al extremo de que entre ellos se llaman ENEMIGOS. Incluso se da el caso ridículo de que ajedrecistas de ambas naciones han perdido partidas en campeonatos internacionales tanto porque se niegan rotundamente a jugar en contra de los otros como a saludarse, e incluso si alguna fase de los matches para el campeonato mundial (retadores) incluye que un ajedrecista de uno de estos países tenga que visitar al otro, automáticamente pide cambio de sede, o de contrincante, y si la FIDE se opone, simplemente cede sus puntos. En ese caso se encuentran renombrados grandes maestros como Lev Aronián (Armenia) o Teimour Radjábov (Azerbaidzhán), números 2 y 5 respectivamente del escalafón mundial actual. En otro orden de cosas y un poco más alejados del tema de las Antiguas Repúblicas de la URSS, ocurre un tanto similar cuando los jugadores iraníes deben enfrentar a los de Israel. Por órdenes expresas de su gobierno deben evitar enfrentarlos, porque sería reconocer la existencia de un estado del cual tanto su existencia como los orígenes que dieron lugar a su creación por parte de la ONU. Esto es absolutamente cierto.

chicho el cojo

 

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