Roberto Zurbano: 'Sigo en la pelea sin manifiestos, ni campañas, ni mea culpa'
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'Si una izquierda conservadora dentro y fuera de Cuba considera que un negro revolucionario no debe hacer críticas a la Revolución, no ha entendido el papel que han jugado los negros dentro de esta', dice el ensayista.
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DDC
La Habana
15 Abr 2013
"Si una izquierda conservadora dentro y fuera de Cuba considera que un negro cubano revolucionario no debe hacer críticas a la Revolución, no ha entendido el papel que han jugado los negros dentro de esta y tampoco qué es un verdadero proceso revolucionario", dice el ensayista cubano Roberto Zurbano Torres en un artículo publicado este lunes en varios blogs de la Isla.
Zurbano, que
perdió su puesto como director del Fondo Editorial de Casa de las Américas y ha sido duramente atacado desde medios oficiales por publicar en
The New York Times un artículo en el que denuncia la persistencia del racismo en Cuba, afirmó que a los negros cubanos les asiste "tanto el derecho moral" a criticar la revolución como "el deber de defenderla, porque es aún insuficiente lo que hemos logrado frente a lo que hemos hecho y merecemos".
"Combatir el racismo es una de las grandes tareas del siglo XXI", afirmó el intelectual, quien se describió en el texto como activista contra la discriminación racial. "Renunciar al debate internacional es reducir su impacto a viejos conceptos nacionalistas y no tener en cuenta el proceso
de intercambio desigual generado por el turismo, las nuevas tecnologías de la información, las migraciones y las transnacionales de la cultura", añadió.
(Roberto Zurbano)
"Es un debate sobre la persistencia del racismo en Cuba, sobre los modos paternalistas y sofisticados con que ese tipo de humillación se reproduce o renueva y, especialmente, sobre cómo reconocerlos y enfrentarlos en un nuevo contexto", señaló.
Publicar en The New York Times 'no fue un acto de ingenuidad'
Sobre la publicación en The New York Times del artículo que provocó la polémica, dijo que "no fue un acto de ingenuidad, sino un riesgo asumido con toda responsabilidad".
"Acepté la propuesta con la intención de colocar el debate más allá de los insuficientes espacios académicos y culturales a los que asisto hace 15 años. Un periódico es otra cosa: puede alcanzar, informar, desinformar y convocar, en breve tiempo, a decenas de miles de personas", dijo.
Explicó que la elaboración del texto incluyó "propuestas de cambio" por parte del diario. "Durante el proceso de negociación editorial se agregaron y rechazaron textos que fueron discutidos por vía electrónica, durante una semana de trabajo", indicó.
Reiteró que el título aprobado por él, "Para los negros en Cuba, la Revolución no ha terminado", fue cambiado sin su aprobación por "Para los negros en Cuba, la Revolución no ha comenzado". Esto "borró toda posibilidad de identificar a los negros cubanos con la Revolución", dijo.
"Este cambio constituye una violación ética y legal a mi texto, al tiempo que prejuició casi toda la lectura", criticó Zurbano.
"La responsabilidad del NYT con sus lectores fue subvertir el titulo, evitando que leyeran desde mi propio emplazamiento. Esta manipulación es una lección ejemplarizante para mí, ojalá sirva a otros para que no renuncien a publicar allí y sepan aprovechar mejor ese espacio. También exijo del NYT una excusa más profesional y ética que los subterfugios que ha manejado hasta hoy", dijo el ensayista.
'Viejos métodos de los setenta'
En el texto publicado este lunes, Zurbano no reniega de lo dicho en el artículo de The New York Times, donde fustigó la incapacidad del Gobierno para revertir el racismo en la Isla y las desventajas de los negros para beneficiarse de las actuales reformas, puso en duda las estadísticas oficiales sobre la población negra y acusó a las autoridades de ocultar la problemática racial, entre otras críticas.
En la primera semana tras la aparición del texto "hubo una reacción en mi contra (…) precipitadamente, me proscribieron en La Jiribilla, órgano digital de donde (…) recibí una simple llamada informativa minutos antes que colgaran los primeros artículos, sin posibilidad de colocar NINGÚN texto mío", se quejó Zurbano.
"No cuestiono esas ni otras opiniones, solo anoté que algunos de sus autores son personas con quienes he avanzado un tramo de la lucha antirracista en Cuba, o sea, me han leído, conocen mis opiniones e intervenciones públicas sobre el tema y hemos compartido realidades, eventos, críticas y esperanzas colectivas, presentes también en mi texto del NYT", dijo.
Afirmó que su artículo para el diario estadounidense, como otros de su autoría, "fue escrito para fomentar un debate sobre el presente y dejar atrás esa retórica sobre el pasado que obliga siempre a mostrar lo que se ha hecho y no a decir lo que aún falta".
"De las opiniones provocadas por el texto, los argumentos más útiles serán aquellos que mejor contribuyan al debate antirracista y se identifiquen con las personas que sufren este tipo de discriminación", consideró.
Zurbano dijo que ha trabajado contra el racismo en Cuba "por convicción, no por vanidad".
"Mientras tanto, mis libros se aplazan, pues el activismo social, es difícil de ejercer; requiere tiempo e infinita energía (…) Es una elección que obliga a conocer mejor el país, sus cimas y sus sótanos, su cotidianidad y sus emergencias; e impulsa a recorrer la Isla junto a las razones y necesidades de la gente que, ante el racismo y otros males, buscan urgente solución", indicó.
"No son los años setenta, ni los noventa, pues muchas ideas se debaten y publican; los problemas se abordan desde variados enfoques, a veces encontrados. Dogmas, extremismos, oportunismos y viejos esquemas no han desaparecido, pero hay un espacio —quizás pequeño aún— para la crítica, el disenso y el diálogo que vale la pena seguir construyendo", opinó el ensayista, aunque admitió que "hay fuerzas conservadoras cuyo afán es uniformar el pensamiento y, ante nuevos conflictos, activan los viejos métodos de los setenta".
'Mañana será tarde'
Zurbano señaló que mientras "otros tipos de activismos en Cuba tienen su espacio de legitimación, el de los negros aún está en formación"
"La política debe dialogar con las diversas realidades y grupos que configuran la nación. Nuestro grupo social tiene su propia historia, sus demandas específicas, sus propios incentivos y modos de participar en la construcción de una sociedad mejor", dijo.
"No debe obstruirse el debate, sino trabajar para que esta lucha crezca, dentro y fuera de Cuba. Aun equivocándome, lo intentaré cada mañana. Sigo en la pelea sin manifiestos, ni campañas, ni mea culpa, ni golpes de pecho", aseguró. "Solo se requieren compañeros de todos los colores, comprometidos y críticos".
"Creo en la crítica y asumo las que me corresponden, por duras que sean, más allá de las recriminaciones de derecha o de la izquierda conservadora", dijo el intelectual, pero advirtió que "no hay un 'caso' Zurbano".
Se describió como un "intelectual negro revolucionario, con la necesaria conciencia racial, que decidió trabajar en Cuba desde la literatura, la música, las comunidades, las instituciones culturales, los medios y el activismo social, dentro de organizaciones antirracistas como Color Cubano o la Cofradía de la Negritud, por el respeto y la emancipación de la población negra cubana que se siente excluida de varios espacios y cuya identificación con la Revolución es innegable".
"Me resulta difícil mentir sobre esta realidad. Muchos de ellos son familiares, vecinos, amigos, colegas y otros que ni siquiera conozco, a quienes pregunto y escucho", dijo. "Sé cómo viven y piensan y, también, merecen un futuro mejor. Ese futuro se decide hoy, mañana será tarde", concluyó.
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