lunes, abril 15, 2013

Rosa María Payá, hija de Oswaldo Payá, asesinado en Cuba, es una activista cubana decidida y de claras ideas



Rosa María Payá, una activista cubana decidida y de claras ideas


Juan Carlos Chavez
jcchavez@elnuevoherald.com

Si hay algo que Rosa María Payá Acevedo recuerda perfectamente es haber crecido en un hogar donde cada miembro de su entorno podía expresar abiertamente sus ideas y pensamientos. Las mordazas no se permitían. Los valores cristianos eran bienvenidos.

En este ambiente diametralmente opuesto a la política de cero tolerancia que impone el gobierno cubano se formó la hija del recordado activista pacífico Oswaldo Payá Sardiñas, fundador del Movimiento Cristiano Liberación (MCL).

Nacida en La Habana el 10 de enero de 1989, Payá se ha convertido en el rostro más visible y activo del MCL. Su protagonismo y liderazgo tomó fuerza recientemente tras el accidente que mató a su padre y Harold Cepero, un buen amigo de la familia. La tragedia ocurrió el 22 de julio pasado, en Bayamo.

De voz pausada y actitud serena pero decidida, Payá es, a sus 24 años, una de las voces más respetadas de la nueva disidencia interna cubana.

“Es una chica seria, tiene las ideas muy claras”, dijo Carlos Payá, uno de sus tíos que vive exiliado en España. “Lleva tiempo trabajando en el MCL y ha demostrado una gran convicción y firmeza para ser una activista. Lo ha vivido desde que nació, lo ha visto en su casa y en sus amigos”.

(Rosa maría Payá en la Universidad de Miami)

Humilde y rápida de ideas, Payá representa una generación de jóvenes que apuesta a la palabra inteligente y apoya, sin titubeos, un proceso abierto para la reconciliación de la sociedad civil.

Es la segunda de tres hermanos (Oswaldo, 25, y Reinaldo, 21), y la única hija de un matrimonio fervorosamente católico y ejemplar: Su padre se matriculó en la Universidad de La Habana en la carrera de Física, pero al manifestar su creencia religiosa y su rechazo al marxismo debió abandonar sus estudios universitarios. Finalmente, tomó clases nocturnas de telecomunicaciones. Su madre, Ofelia, siempre estuvo al lado de su esposo desde el inicio del MCL, en 1988.

Payá aprendió los rigores de la Cuba que sobrevivía a duras penas en el llamado Periodo Especial. Tenía apenas 12 años cuando el Parlamento Europeo le otorgó a su padre el reconocido Sájarov 2002. Tampoco había llegado a la adolescencia cuando la fachada de su casa aparecía siempre pintada en las mañanas con consignas oficialistas y mensajes como “Payá: agente de la CIA”.

Julio Alberto Hernández Suárez, un antiguo colaborador del MCL, recordó que a pesar de las presiones y la cultura del miedo en Cuba, la joven aprendió las mejores lecciones de su padre.

“Sin duda alguna Rosa María fue como una esponja que absorbió el mejor legado de Oswaldo. Ahora ella es una joven muy preparada y carismática pero también humilde. Y eso es una de las cosas grandes que tiene”, añadió Hernández.

Persistente y minuciosa, Payá estudió Física en la Universidad de La Habana. En esta casa de estudio se graduó con altas calificaciones en el 2011.

Pero el hecho de ser la hija de un matrimonio opositor e incómodo para el gobierno de los hermanos Castro le pasó factura.

Desde entonces ha sido blanco de innumerables obstáculos de las autoridades. Actualmente se le ha negado la posibilidad de encontrar un empleo en La Habana. Incluso el gobierno rechazó en diciembre su solicitud para participar en un programa académico en Chile poco antes del inicio de las reformas migratorias.

La joven tenía planeado asistir a un Diplomado Internacional en Teoría Política y Gestión Pública en la Universidad Miguel de Cervantes, del 8 al 15 de enero de 2013.

Payá dijo que tenía listo el visado chileno. También aseguró que había cumplido con todos los trámites de ley para que le otorgasen el permiso final en La Habana. La universidad chilena había cubierto generosamente algunos gastos administrativos, tales como la carta de invitación.

Pero la negativa gubernamental fue quizá el golpe que se esperaba debido a sus críticas punzantes y cada vez más osadas sobre el estado de las libertades. Sin embargo las medidas de represión y las amenazas contra ella y su familia no han minado su determinación y entereza.

Recientemente la joven denunció que el gobierno cubano estaba arrestando indiscriminadamente a disidentes pacíficos y activistas de derechos humanos que voluntariamente reúnen firmas para apoyar dos proyectos de apertura del MCL.

Una de estas iniciativas es el Proyecto de Ley de Reencuentro Nacional o Proyecto Heredia, una propuesta para que los cubanos puedan viajar libremente. La otra, llamada El Camino del Pueblo, pide la liberación de los presos políticos, la restitución de las libertades básicas y la convocatoria a una Asamblea Constituyente.

A mediados de febrero las autoridades cubanas le permitieron salir temporalmente de la isla hacia a España. Desde allí siguió a Ginebra, Suiza, para asistir a un congreso sobre derechos humanos. La ruta continuó por otros países de Europa y Estados Unidos. Su última escala ha sido Miami, el corazón del exilio cubano.

De carácter afable y entregada de lleno a esclarecer la muerte de su padre y Cepero, Payá no solo ha ido perfilándose como una mujer que lucha por el derecho de todos los cubanos. Su aporte también ha estado enfocado a abrir más puertas de intercambio y opinión con el propósito de garantizar la plena participación de la sociedad civil.

“Ya hay suficientes Rusias y Chinas en el mundo; no queremos ese futuro para nuestra isla”, comentó Payá.