lunes, julio 22, 2013

Orlando Luis Pardo Lazo sobre los asesinatos de Oswaldo Payá y Harold Cepero en su primer aniversario: A un año del cadalso




A un año del cadalso


 Harold Cepero y Oswaldo Payá


Por Orlando Luis Pardo Lazo
 Nueva York

 22 Jul 2013

El Proyecto Varela es el legado de Oswaldo Payá que sobrevivirá a los hermanos Castro. Incluso al capitalismo sin derechos humanos que ya se ensaya para entronizarlo después de los Castro.

Esperé hasta el final de la cola, tras cientos de dolientes que desfilaban ante su ataúd, bajo el altar mayor. Era un mes de julio caluroso hasta lo criminal. Y en la parroquia El Salvador del Mundo, en el municipio Cerro de Ciudad de la Habana, velaban al fundador del Movimiento Cristiano Liberación (MCL): Oswaldo Payá, 1952-2012.

Me doblé sobre el vidrio de la humilde caja. Allí estaba la bandera nacional, con su geometría siempre represiva de barrotes azules y blancos, y ese triángulo rojo con la estrella como un ojo rapaz. El olor a flores muertas era insoportable, también el incienso hipócrita de una Iglesia cuyo Cardenal es hoy casi un ministro del Gobierno comunista ya cincuentenario, dando la espalda a sus fieles como otras tantas veces en la historia nacional.

Miré la cara de Oswaldo Payá. Tenía un moretón en la mejilla izquierda. En el exilio cubano, se le acusó de castrista por pretender una transición pacífica hacia la democracia que fuera de la ley a la ley, para que resultase redentora de verdad y no terminase en el cambio-fraude de un caudillo militar por otro con traje y corbata. En las filas de la oposición, recibió críticas de autoritarismo por la virtuosa vehemencia de sus convicciones. La soledad de aquel cadáver reciente era la típica de nuestros mártires.

Pensé en que junto a él habían segado la vida de un joven líder del MCL llamado Harold Cepero. Y en este punto fue como si Oswaldo Payá me mirase con culpa, sin necesidad de abrir sus párpados pesados como telones.

En ese instante tuve una visión arrasadora, cuyo fondo era la alocución radial que acababa de oír en la voz de su aún más joven hija, Rosa María Payá, quien anunció con dolor pero muy ecuánime al mundo que, después de décadas de vigilancia y amenazas constantes, su padre había sufrido un atentado, tal como lo demostraban los sms enviados a Suecia y España por los dos extranjeros sobrevivientes al "accidente".

En mi visión, Oswaldo Payá era sacado del auto de turismo en que viajaba y juzgado in situ por un tribunal militar, que lo condenaba a muerte sin darle la palabra, para cumplir así la vieja venganza personal del Comandante en Jefe de la Revolución, que jamás le perdonó ser un hombre libre y feliz dentro de Cuba, capaz de reunir más de 25.000 firmas en su contra, de hablar sin miedo pero sin odio el corazón al recibir el premio Sajarov del Parlamento europeo, y de estar a punto de obtener un merecidísimo premio Nobel de la Paz (título que Fidel Castro siempre ansió para él).

Entonces, un hilillo de sangre comenzó a manar de la oreja izquierda de Oswaldo Payá, surcándole el cuello hasta depositarse en el bolsillo de su camisa. Nadie más lo veía en la iglesia abarrotada de opositores, prensa extranjera y agentes secretos infiltrados (todos indistinguibles en más de un sentido). Sin darme cuenta comencé a llorar. Las lágrimas caían mansas por mis mejillas, sin poder controlarlas. Me llamaban del extranjero y yo les reportaba llorando, aunque ni siquiera me sentía triste. Estaba simplemente arrasado. Lo que comenzó con unos guerrilleros que fusilaban sin juicio desde mucho antes de 1959, ahora terminaba con un asesinato de Estado, mientras los inversionistas del mundo libre cuentan ya sus monedas para invertir y verse investidos como los salvadores de la última utopía totalitaria en la Tierra.

El Proyecto Varela del MCL, la idea de reducir a la tiranía al emplazarla a cumplir con su propia legislación, sigue vigente hoy, y ningún funcionario cubano (ni hoy ni mañana) tendrá legitimidad hasta tanto la Asamblea Nacional del Poder Popular no cumpla con lo estipulado, y reconozca a esta petición ciudadana que se le entregó dentro del marco constitucional. Ese legado de Oswaldo Payá sí sobrevivirá a los hermanos Castro. Incluso al capitalismo sin derechos humanos que hoy ya se ensaya para entronizarlo después de los Castro.

Es muy posible que el crimen quede impune en términos judiciales. Pero las vidas de Harold Cepero y Oswaldo Payá (hayan sido arrancadas como en mi visión o de cualquiera otra cruel manera) son ya un evangelio vivo, patrimonio de todos los cubanos, para que la violencia de Estado sea incinerada en Cuba junto al último de los uniformes verde-verdugo de la Seguridad del Estado.
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 Published on Mar 11, 2013

Charla-encuentro con Rosa María Payá en la Fundación Hispano Cubana, el jueves, 28 de febrero de 2013. Participaron: Rosa María Payá, Guillermo Gortázar, presidente de la FHC y Regis Iglesias, portavoz del Movimiento Cristiano Liberación.


Parte I


Parte II