Misiles de azúcar
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Misiles de azúcar
Por Yoani Sánchez
18 de julio, 2013
El
Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) acaba de ser
desmentido. A solo pocos días de esa cita de informadores oficiales, la
realidad los ha puesto a prueba… y han fallado. Ayer, la noticia de que a
un buque con bandera de Corea del Norte, proveniente de La Habana, le
habían encontrado misiles y demás material bélico en sus bodegas saltaba
a las primeras planas de muchos diarios internacionales. En Panamá,
lugar donde se detectaron las armas, hasta el propio presidente del país
envió vía Twitter el reporte de lo sucedido. A sabiendas de que en
estos tiempos que corren ya es casi imposible censurar –para el público
nacional– un hecho de semejantes dimensiones, hoy nos hemos despertado
con una escueta nota del Ministerio de Relaciones Exteriores. En tono
autoritario explica que tal armamento “obsoleto” –pero funcional– iba
con destino a la península coreana para ser reparado. No aclara, sin
embargo, el porqué para ello era necesario esconderlo en un cargamento
de azúcar.
En un momento en que los periódicos dan
lecciones de que los gobiernos no se pueden salir con la suya en cuanto
al secretismo, es penoso –cuando menos– el papel conformista de la
prensa oficial cubana. Mientras en España varios diarios han puesto en
jaque al partido gobernante al publicar las declaraciones de su
extesorero, en Estados Unidos el caso Snowden llena portadas y se le
pide explicaciones a la Casa Blanca sobre la invasión de la privacidad
de tantos ciudadanos. Resulta inconcebible que esta mañana, el
Ministerio de las Fuerzas Armadas en Cuba y su homólogo de Exteriores no
estén siendo interpelados por los reporteros y compulsados a rendir
cuentas. ¿Dónde están los periodistas? ¿Dónde están esos profesionales
de la noticia y la palabra, que deben obligar a los gobernantes a
declarar, a los políticos a no engañarnos, a los militares a no
comportarse ante los ciudadanos como si fueran niños a los que se les
puede mentir constantemente?
Dónde quedaron los
acuerdos del Congreso de la UPEC, con sus llamados a quitar trabas,
abolir silencios y hacer una labor informativa más pegada a la realidad.
Una nota breve y a todas luces plagada de falsedades no es suficiente
para explicar el acto de mandar –a escondidas– armas a un país que las
propias Naciones Unidas han advertido de no ayudar con tecnología para
la guerra. No van a convencernos de su inocencia con los años de
antigüedad del armamento, las cosas que producen horror nunca caducan
del todo. Pero, como periodistas, la lección más importante a sacar de
toda esta “crisis de los misiles de azúcar” es que no podemos
conformarnos con que las instituciones se expliquen a golpe de breves
notas, que no pueden ser cuestionadas. Tienen que hablar, tienen que
explicar… y mucho.
*Publicado originalmente en http://lageneraciony.com, el 17 de julio del 2013.
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