Un Exilio que practique el decoro y la generosidad.
La
noticia de la muerte en el exilio de Antonio
Augusto Villarreal Acosta,
ocupó de manera poco frecuente lo titulares, abundaron los artículos de opinión
y se buscó un culpable por esta muerte. Esta fue la noticia:
Antonio Villarreal, uno de los integrantes del
llamado "Grupo de los 75" encarcelados en la Primavera Negra de 2003,
falleció este sábado en Miami…., Villarreal, de 63 años, quien sufría secuelas
psicológicas debido a los años que permaneció en la prisión en Cuba, apareció
muerto en su apartamento del popular barrio de la Pequeña Habana, sin que se
conozcan las causas. En julio de 2010 Villarreal llegó a Madrid en el primer
grupo de presos que se trasladaron a España…., tras permanecer unos meses en
España, el disidente cubano decidió mudarse a Miami, ciudad en la que reside el
corazón del exilio cubano. Durante la llamada "Primavera Negra" el régimen castrista detuvo a un total
de 75 disidentes y los acusó de conspirar con EE.UU., entre otros delitos.
Completa la información la nota de que en realidad se suicidó dejando, sobre la
cama de su cuarto , una bandera cubana, una imagen del Corazón de Jesús y otra
de la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba, el
traje de prisionero que logró sacar del país y una carta…..
|
Jose A Villareal Acosta |
Esta
es parte de la tragedia del Exilio que parece no interesarnos, la de valerosos
cubanos que una vez superadas las desiguales contiendas en Cuba, desterrados y
exiliados cuando es certeza que solo les espera la muerte en la Patria y ven
avecindarse el deterioro de sus familias y el peligro que se cierne sobre sus
seres querido; asumen con pesar las condición de desterramos; ya exiliados…., se abandonan a su suerte porque ya nada
esperan. Saben que el desarraigo es como
un tormento difícil de superar y no encuentran en lejanas tierras asidero para continuar una
lucha demasiado prolongada, que conjura las ideas y sobrepasa el entendimiento.
El exilio no ha sido leve…, he leído el artículo titulado,
“Tres años, seis meses y 8 días en ningún
lugar”, lo escribe una joven cubana desde algún lugar de España…., pues bien, es uno de esos testimonios, -no
pocos-, que hablan de la pérdida que supone este Exilio. Hace algún tiempo,
después de conocer la noticia del suicidio de un joven intelectual cubano en una
distante ciudad al norte de los Estados Unidos (distante de Miami que ya es
mucho decir), le propuse a una conocida intelectual cubana recoger y escribir
un libro de testimonios; no de aquellos que tienen éxito y les va bien sino de
los que les va mal..., tan mal que acaban suicidándose o en total indigencia.
No fue de su agrado la idea. Hay dolor
en este Exilio que nos consume día a día. Cuando a este dolor se suma el
despropósito de muchos, el desdén de los "exiliados
camaleónicos” y la extorsión afectiva de la propia familia, la ruina es
total.
|
Julio San Francisco |
La
muerte de Antonio Villareal nos llegó terminando el año y tal vez lo que más me
impresionó de esta muerte fue la forma en que dispuso de la bandera cubana,
razón de su pasión por Cuba, la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, de
lo que fue su Fe y su uniforme de prisionero, la razón de su persecución y
sombra. Le visitó tinieblas de muerte en la soledad de este hombre sencillo; dejándonos
las claras señales de cuanto, abandonado a su fe, sufrió y expió de manera
inmerecida por la Patria atribulada, despidiéndose de una vida transgredida...,
ya infructuosa. Como muchos hombres de bien, espero la luz que no alcanzo.
Fue
el hombre que llegó a la prisión cantando e instruyendo sobre la historia de su
Patria a otros; tiempo tenia y amor probado como para pintar ángeles y escribir
poemas que le daría a su pequeña hija cuando esta lo visitara. Pronto la
soledad y los maltratos convirtieron su rostro en una permanente contracción de
sufrimiento y desesperación sin par cuando los días del prisionero se hacen
interminables. Una vida se apagaba en la cárcel, escenario injusto que traspasó
su alegría y terminó con sus esperanzas más caras. El hombre bueno resultado de
aquello fue alguien enviado a la insania, destrozado por un tiempo que no se mereció
y abandonado a su suerte en un país distante a donde fue desterrado. En el
exilio común de Miami, tomaba la adversa decisión de quitarse la vida; tuvo a
bien decirle a otros cuanto le importaba la Patria que espera y cuanto hacía
por verla libre. Nadie pudo honrar más a su bandera, esa que quedó sobre el
lecho; nadie tuvo más riqueza de espíritu que este hombre honesto que renunciando
a la vida se aferraba a su fe; nadie dio mejor testimonio de su suplicio que
este condenado que no dejó su uniforme de presidiario en la isla y lo llevó al exilio dejándolo a la vista de
todos.
|
Alberto Du Bouchet |
La
lucha contra tanta iniquidad, la búsqueda de la libertad y la dedicación por el
derecho de tantos, debía hacernos más solidarios y misericordiosos para los que
nos acompañan en tan difíciles circunstancias;
pero no es así. Cuando, sorprendidos más que aceptando este destierro al cual
sucumbimos, nos encontramos que ya en lugares remotos e inhóspitos escenarios y
difíciles trances, no tenemos la mano amiga de aquellos que deben acompañar a
los buenos, a los justicieros y a los vilipendiados; que no les alcanzó las
fuerzas como para seguir en tal difícil y desigual lid.
Todos
saben que esta lucha se ve no pocas veces ensombrecida por los advenedizos y miserables.
Que hay Exilados y exiliados, que hay
refugiados políticos y no pocos emigrantes con vestimenta de ocasión para
parecer refugiados políticos;
oportunistas de toda laya que nutren una comunidad de exiliados ya
indispuesta y extraviar.
|
Juan F Pulido |
En
tantos años de exilio no hemos sabido asociamos
de modo que nadie que llegue se encuentre en el desamparo y el abandono.
Siempre sabemos quien o quienes se despeñaron con dedicación y prestancia a la
libertad de la Patria y llegaron al exilio junto a su familia. Hay personas que
ya en el exilio conocen del hacer y de las penalidades que otros padecían en la
Patria herida. Pero no hay forma ni procedimientos que permitan que aquellos
que llegan y tratan de establecerse en el Exilio encuentren una solidaridad a
toda prueba y una mano solícita que se extienda para ayudarles. Un gesto de
compasión aquí que supere la consagración y el conocimiento, cuando antes, se promovía
la comunicación, el reconocimiento y el
apoyo a los que allá luchaban.
Dejemos
la inoportuna entrevista, el apretón de manos inicial y después te veo, el resumen de algunos recuerdos y el intercambio
ocasional donde la Patria es superada por la
comidilla de siempre; que nada
enriquece y menoscaba una historia reciente de dedicación y entrega a una causa
justa que no por prolongada y sufriente se puede demorar, porque ya creemos
estar en una plaza segura.
|
Ramon Suarez Diaz |
Aún
estamos a tiempo para convocar al apoyo de los cubanos de bien que ven en este
paso por el exilio un antecedente de lo que será un regreso a la Patria ya
libre y de todos. Es tiempo aun de
llevar el peso de los más débiles que arribaron y de mostrar una solidaridad
sin límites. Antes de superar los atrios de los templos a donde asistimos
veamos a cuantos de estos exiliados probados podemos mostrarles un gesto de misericordia;
cuando podemos compartir el pan, los bienes y las esperanzas. Tal vez actuando así
conjuramos la fallidas esperanzas de los que llegan destrozados por la cárcel y
la represión, permitimos que rehagan sus vidas y mostramos el rostro humano de
un exilio que en medio de la desdichada
realidad hace el bien practicando la generosidad y la compasión. De esta forma
los terrores de muerte no se enseñorearán sobre los nuestros y un aliento de
esperanza prevalecerá en muchos.
Regresaremos,
de una forma u otra a la tierra de nuestros padres; en brazos de nuestros hijos
o nietos serán llevados nuestros restos para ser depositados en aquella tierra.
Se gozaran los que regresen, andando y desandando los lugares que le fueron
comunes en su niñez o acompañándose de lo que sus padres y abuelos les
contaron. Una nueva nación será elevada,
esto será posible porque sus hijos que conocieron de tantos años de destierro supieron
cultivar la generosidad, una compasión infinita y el decoro colectivo. A gente así
Dios le bendice.
Diciembre 2013©
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