martes, enero 07, 2014

Yaxys Cires Dib sobre el futuro económico de Cuba: El miedo a quedar fuera


El miedo a quedar fuera

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Cuando se plantean los temas económicos de la Cuba futura, sale a relucir el temor de algunos por quedarse 'fuera de juego' frente a los inversores extranjeros o cubanos del exilio.
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Por Yaxys Cires Dib
Ciudad de Panamá 6 Ene 2014

Cuando se plantean los temas económicos de la Cuba del futuro, no pocas veces sale a relucir el temor que algunos sienten a quedarse "fuera de juego" ante la hipotética entrada al mercado cubano de inversores extranjeros o de cubanos del exilio, con más capital, know how y experiencia.

Es cierto que las personas que no han tenido una experiencia de libertad económica o que, por ejemplo, han tenido un limitado acceso a las nuevas tecnologías, podrían encontrarse en franca desventaja ante otros potenciales competidores. Sin embargo, si existe una verdadera vocación empresarial y el país crea las condiciones favorables para la generación de riqueza, a muchos no les será difícil insertarse rápidamente en la nueva realidad económica. Esto último no es solamente una necesidad individual de cada emprendedor, sino también de la propia sociedad y por tanto una meta del Gobierno.

Pero estamos ante un reto que debe mantenerse alejado de cualquier tentación populista o de manipulación política, que busque desagravios o votos a base de limitar el derecho de terceros. Por ello debemos preguntarnos cómo responder a la necesidad de integrar a todos en el proceso económico, pero sin contravenir las exigencias propias de una economía libre, principal garantía de la prosperidad del conjunto de los ciudadanos.

Ante todo es muy importante comenzar a concebir, por lo menos mentalmente, una Cuba sin las reglas económicas del castrismo. Es decir, un país donde por mandato constitucional y por profunda convicción democrática y de decencia, se respete la libre iniciativa económica y la propiedad privada, la seguridad jurídica, la transparencia y la libre concurrencia en las licitaciones públicas. Donde la participación en la actividad económica y mercantil no sea por designio de un gobernante, sino por pleno derecho y solo con las limitaciones recogidas en leyes razonables.

Aquí un punto fundamental es que exista libertad de entrada al mercado. Que cada competidor, ya sea persona natural o jurídica, inversionista o comerciante, pueda entrar al mercado de manera libre y sin restricciones absurdas, entre otras razones porque ello genera una mayor necesidad de eficiencia en los competidores e influye en los precios finales que deberán pagar los consumidores.

En la antesala de esas reglas elementales hay dos principios o criterios jurídicos que deberán ser asumidos por el sistema jurídico económico: en primer lugar, el principio de ciudadanía. Es decir todos los cubanos somos iguales ante la ley y ante las oportunidades, con independencia del lugar donde hayamos vivido; concretamente no puede haber diferenciación legal entre quienes han permanecido y quienes por cualquier razón han vivido en el exilio.

El segundo principio es el de "trato nacional", criterio que en las últimas décadas se ha consolidado en el ámbito de las inversiones extranjeras y que aparece en la mayoría de los Acuerdos de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones, el cual garantiza a los inversionistas extranjeros el mismo trato que el Estado ofrece a sus nacionales.

Sin embargo, lo anterior debe ir acompañado de una serie de medidas y políticas públicas para buscar la mayor equidad de partida y a la vez estimular la creación de un tejido empresarial productivo y competitivo. Estas iniciativas deberán favorecer dos cosas: por un lado, el acceso a la financiación, para que los cubanos puedan conseguir el capital necesario para emprender sus proyectos, y por otro, la lucha contra aquellas prácticas abusivas y que limitan la libre competencia, tales como los monopolios y oligopolios.

Garantizar estos equilibrios —ligados a la economía social de mercado— y vivir un real proceso de transición económica con cohesión social no será tarea fácil si no confiamos en la capacidad de los propios cubanos para emprender y perseverar. Durante años el castrismo ha infundido temor al futuro económico del país como parte de su estrategia para lograr que la gente, por desconfianza, limite sus expectativas de cambio. Un juego del cual salen ganando quienes en el régimen hoy gozan de privilegios y desean mantener el statu quo, algo que debemos superar.