ALGUNOS DOCUMENTOS SECRETOS SOVIÉTICOS Y EL INICIO DE LA PAGA A FIDEL CASTRO CON EL ORO DE MOSCÚ
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LOS DOCUMENTOS SOVIÉTICOS Y FIDEL CASTRO
Por, Ramón L. Bonachea
Después del frustrado golpe de estado contra Mikhail Gorbachev, estimulado por el jefe de la KGB, Vladimir Kryuckov y otros, en el verano de 1991, se permitió el acceso a los Archivos de la KGB. En ese periodo, bajo el gobierno de Boris Yeltsin, fueron extrapolados muchos documentos secretos concernientes al régimen de Fidel Castro.
Mitrokin y el especialista en operaciones de la KGB, Christopher Andrew publicaron el libro “La Espada y el Escudo” en el que aportaron datos sobre los procesos “revolucionarios” en Cuba citando informes oficiales de la KGB al Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética y otros dirigidos a Nikita Kruschev. Y, finalmente en 1997, se publicó el libro “One Hell of a Gamble” cuyos autores fueron Timothy Naftali y Aleksandr Fursenko con una riqueza de datos hasta entonces desconocidos. De las citadas fuentes, escogemos algunas informaciones.
En 1958, representantes de la firma de exportaciones, Polini, SA, basada en San José, Costa Rica visitaron la Embajada de Checoeslovaquia en México solicitando que se enviase un cargamento de “rifles, morteros y municiones para el destacamento rebelde de Fidel Castro”. Praga pidió instrucciones al Kremlin y de Moscú notificaron a los checos que aprobaban “la intención de nuestros amigos checos de ayudar al movimiento de liberación en Cuba” Moscú especifico que “en ningún documento debe aparecer escrito que las armas están destinadas para los cubanos”. El cargamento no podía incluir armas de fabricación soviética y que solo se podían enviar armas de la Segunda Guerra Mundial, alemanas o checas. (Archivo de la KGB, Protocolo 198, Folio 3, Lista 65, Archivo 871 con Memorándum firmado por Snagkov al Comité Central, Archivo Presidente Federación Rusa. Ya, en 1958, antes del colapso del régimen de Batista, la Unión Soviética disponía mandarle a Fidel Castro armas y municiones.
El vapor La Coubre, procedente de Bélgica, llego al puerto de La Habana el 4 de marzo de 1960 cargado de armamentos y explosivos. Se le dio instrucciones de fondear en los muelles regulares y no, como exigían las regulaciones, alejado en la bahía por el contenido del barco. Durante semanas, Fidel Castro visitaba a Aleksandr Alekseev, KGB, principal asesor del dictador, y más tarde Embajador de la URSS en Cuba, para que Moscú acelerase el envío de armas de todo tipo para la defensa del régimen. Alekseev informo a Moscú que el día antes de la explosión de La Coubre lo había visitado Ernesto Guevara para preguntarle si la URSS estaba preparada para rendir “asistencia en armamentos en caso de extremas circunstancias”. Alekseev fue invitado a almorzar con los Castro y Fidel hizo la misma pregunta. Para prevenir sabotajes planeados por Estados Unidos, Castro le pidió a Alekseev “mándele un cable a Kruschev…para que ordene enviar armas en submarinos.” Castro decía que consideraba inevitable sabotajes de los americanos y necesitaba recibir rifles, municiones y aviones de combate MiG 17.
Alekseev explicó a sus superiores que, la explosión, radicalizaba el proceso. Castro exigiría que las refinerías americanas refinasen el petróleo recibido de la URSS, y al negarse las confiscarían aprovechando las circunstancias para también confiscar los centrales, y empresas de capital cubano. Y así sucedió. Los armamentos comenzaron a llegar a Cuba en gran escala principalmente por la Bahía de Nipe en Oriente.
Citemos un último caso. Sin duda, Fidel Castro, en todos sus discursos y comparecencias proyectaba su imagen como la de un gran revolucionario, nacionalista, líder de un Gobierno Revolucionario que defendía—hasta la muerte—su soberanía frente a todos los gobiernos del mundo. Un Fidel Castro insobornable, independiente, incapaz de aceptar dadivas u órdenes del extranjero. Acusaba a quienes no aceptaban otra dictadura ni de izquierda, ni de derecha, de gusanos, mercenarios, sujetos a la paga del “imperialismo”, “miserables empleadillos del extranjero” y “traidores a la patria”. Pues bien.
En Marzo de 1960, el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, colocó a Fidel Castro en la lista de líderes que cooperaban en la expansión del comunismo y que recibían ayuda financiera de tipo personal. Alekseev le informó la decisión a Fidel Castro, y reportó a Moscú que Fidel “se mostró visiblemente emocionado”. En Junio 1960, Alekseev le entregó $385.00 dólares en efectivo, pero enseguida le pagó $8,000.00 dólares, nuevamente en efectivo y en presencia del Che Guevara quien dijo “el Kremlin es sabio, supo exactamente cómo ayudarlo” (Alekseev al Centro en Moscú, Junio 8, 1960, Archivo 78825, p 299, SVR.).Alekseev le comunico que seguiría recibiendo “emolumentos” en efectivo de Moscú.
Que se sepa, ningún Presidente de la Republica, desde 1902, recibió un sueldo de los Estados Unidos, ni emolumentos especiales por la dirección de su gobierno. He revisado el Archivo Nacional en Washington y así consta: en un país donde todo, tarde o temprano, se sabe. El Máximo Líder, aceptó, “visiblemente emocionado” convertirse en un empleado a la paga de un gobierno extranjero.
Fidel Castro nunca se pudo imaginar que esos documentos—y muchos más—llegarían a manos del exilio. Todos a buen resguardo porque Fidel Castro no fue el único mercenario, o el único anticubano a las órdenes del imperialismo soviético. Nombres que aparecen en documentos del famosísimo Archivo Mitrokin y que se guardan para un futuro proceso judicial contra los traidores.
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