miércoles, agosto 27, 2014

Esteban Fernández : PROBLEMAS REALES E INVENTADOS


PROBLEMAS REALES E INVENTADOS



Por  Esteban Fernández

Todos los seres humanos tenemos problemas y si en determinados momentos no los tenemos entonces los inventamos, los creamos y los sufrimos. Por muy pequeños e insignificantes que sean entonces los acrecentamos, los magnificamos, se los restregamos en las caras y se los comunicamos a todos los que a regañadientes nos escuchan. Tal parece que disfrutamos de quejarnos  y repetimos hasta la saciedad “¿Cómo es posible que esto me esté pasando a mí?”

Estoy seguro que a usted le ha pasado que lo llama un buen amigo y lo tiene preocupado por unos minutos porque al preguntarle: “¿Cómo estás”?” responde  muy abrumado: “¡Muchacho, ni me preguntes, no me digas nada que estoy en tremendo enredo familiar!”. Y al final resulta ser una bobería.

Usted le dice asustado: “¿Qué pasa, compadre?” y con voz de ultratumba trata de explicarse: “Contra, chico, que el carro  se desconchinfló por completo”…Sorprendido usted dice: “No te creo, si tu carro es nuevo de paquete y debe tener garantía”. Y le responde: “No, chico, se trata del carro de mi mujer Silvia, y pobrecita ella lo utiliza para ir al mercado y para visitar a su mamá en Hialeah”… Ya más tranquilo le pregunta: “Y ¿cuántos carros hay en tu casa?” “Bueno, hay cuatro, ella tiene uno, mis hijos tienen uno cada uno pero casi nunca están en la casa y yo tengo mi Buick nuevo”…Y usted tiene ganas de decirle “¡No jodas, chico!”

Hace poco yo llevé a un viejo amigo al doctor para servirle de traductor y el galeno le dijo en Inglés: “Todos sus exámenes de sangre salieron perfectos, el colesterol está muy bueno, no tiene diabetes, los pulmones están sanos, le tomé la presión y está 135/ 85 que es magnífico para su avanzada edad”. Es decir que el médico nos está diciendo que el  viejito “está entero” y no tiene problemas graves de salud, pero entonces Evaristo se vira hacia mí y me dice: “El mediquito este es un tonto de capirote, pregúntale que ¿entonces por qué desde hace varios días yo tengo una punzada aguda en el dedo gordo del pie, y porqué carijo dice que estoy bien?”

Y hoy -como en otros escritos anteriores- voy a hacer un “mea culpa” porque yo soy parte de estos exagerados. Nunca olvidaré un día en que uno de los muelles de la puerta del garaje se había roto, no trabajaba el control remoto y yo trataba infructuosamente tratando de arreglar el  “grave” asunto. Después de media hora ya yo estaba desesperado y estaba listo para ir a Home Depot  a comprar un muelle y a traer a uno de esos hombres que se acumulan en las entradas de ese comercio buscando trabajo. El “gran lío”, según yo, era mayúsculo…

Ya estaba por salir cuando sonó el timbre del teléfono y contesté un “Hola” con un tono extremadamente áspero. Del otro lado escuché una voz preocupada: “¿Qué te pasa, Estebita? te noto muy tenso y muy incómodo” Era mi padre que después de haber estado cuatro horas en la Central Telefónica de Güines al fin lograba comunicarse conmigo.

Iba a comenzar a explicarle el “inmenso” contratiempo que me atormentaba cuando comenzaron a aguarse mis ojos al darme cuenta que estaba hablando con un gran padre que tenía cientos de verdaderos problemas y que no tenía ni la menor idea de lo que era un “Electronic garage door opener”… Me senté, me sonreí, y le dije mucho más tranquilo: “Nada, viejo, no me pasa absolutamente nada ¿Cómo estás tú?” Y me contestó “Yo estoy campana, la única incomodidad que tengo es que aquí a mi lado está tu madre tratando de quitarme el auricular de mi mano para hablar contigo”.

Por muchos años yo fui “Manager” de una “Casa de Cambios de Cheques”, y allí todos los meses vendíamos los pases para las guaguas de MTA y venían más de 200 jóvenes con defectos físicos y mentales a buscar sus pases de “Discapacitados”. Ellos sí tenían problemas graves pero todos lucían vivir una vida muy apacible y tranquila, sin embargo ¿Saben cuál era el gran dilema imaginario que todos coincidían en buscarse?: El color de los pases. Todos los meses cambiaban el color y eso los desesperaba. A unos les gustaba un color y a otros otro.

Ya desde una semana antes de yo comenzar a vender los pases todos me llamaban por teléfono para preguntarme con insistencia: “¿Dé que color son los pases este mes?”. Recuerdo que si les indicaba por ejemplo: “Son azules pálido”  me decían muy bravos y como si fuera una gran tragedia: “Eso sí que va a alterar nuestras vidas, nosotros preferimos los verdes.

Pero la pregunta que todos debemos hacernos es: ¿A quiénes les interesan nuestros problemas verdaderos o imaginarios? A muy pocos, por lo tanto, les recomiendo a todos mi escrito que publicaré próximamente donde explico que al que nos pregunte: “¿Cómo estás?” debemos responderle: “Todo marcha viento en popa”. Con la excepción de las personas que sinceramente nos quieren y estarían dispuestas a tirarnos un cabo.