martes, octubre 28, 2014

Encomendados a ‘San Google’. Joan Antoni Guerrero Valli sobre Cuba y el acceso a Internet


 Encomendados a ‘San Google’

Un barco arrastra una línea con boyas indicando la ruta del cable submarino que se instala en el balneario de Camurí Chico (Venezuela). Venezuela y Cuba inauguraron los trabajos de instalación del cable de fibra óptica.

Por Joan Antoni Guerrero Vall
octubre 23, 2014
Cuando la noticia de Google y su inversión para América Latina saltó a las redes, los mensajes de algunos tuiteros del oficialismo cubano sonaban a desespero. “¿Tienen en plan lanzar algún cable de fibra óptica hacia Cuba?”

A pesar de que han transcurrido casi cuatro años desde la llegada del cable de fibra óptica financiado por Chávez a Cuba, el ALBA-1, desde la isla siguen llegando testimonios que describen una conexión restringida, apta sólo para los pocos privilegiados que pueden tener acceso al que la gran mayoría no.

El cable venezolano, que fue tendido para que Cuba no dependiera de terceros, no ha reducido tampoco ahora las esperanzas de algunos internautas de la Isla de poder beneficiarse del cable que Google ha anunciado que va a tender en los próximos años entre Estados Unidos y Uruguay para mejorar la conectividad en algunos países de América Latina.

La fe de algunos tuiteros del oficialismo cubanos -tal y como se puede comprobar en estos días en las redes sociales- en lo que se refiere a mejora de la conectividad a Internet se ha mudado. Su fe ya no está puesta en las acciones de su gobierno y el cable venezolano, sino en lo que buenamente pueda hacer para ellos la compañía norteamericana Google.

Estos martirizados internautas cubanos se han dado cuenta de que la solución a sus problemas no vendrá de ese Estado supuestamente omnipotente, sino más bien que, si van a notar alguna mejoría en sus problemas, será en todo caso porque una empresa privada extranjera, líder en innovación, piense en ellos. Creen que Google les puede traer más buenas noticias que el consejo de ministros que preside en La Habana el octogenario Raúl Castro.

Apelar a la esperanza

Cuando la noticia de Google y su inversión para América Latina saltó a las redes, los mensajes de algunos tuiteros del oficialismo cubano sonaban a desespero. “¿Tienen en plan lanzar algún cable de fibra óptica hacia Cuba?”, rezaba un tuitero de los más prolijos en propaganda oficial. Resulta pues que incluso entre este círculo de privilegiados hay quien, incluso con cable de fibra óptica venezolano la conexión, podría mejorar mucho más.

La esperanza, al parecer, viene de arriba, pero está claro que existe un embargo que dificulta las cosas. Hay algo que lo dificulta todavía todo mucho más. Vayamos más lejos, porque lo que realmente dificulta las cosas no es el embargo, la razón ulterior de lo que impide que Cuba alcance esos beneficios es única y exclusivamente un gobierno sin legitimidad democrática, al que algunos se empeñan en abrirle el paso y que reprimir le salga totalmente gratis.

Lo que está claro es que, tras el paso de los años, y escudándose en el embargo y otros factores tecnológicos confusos y poco concretos el gobierno cubano sigue mantenido bloqueado el acceso de los ciudadanos a Internet. Sobre este asunto, las noticias del oficialismo no son más que una confusión continua en la que jamás se dan explicaciones concretas sobre la situación de ese cable ni las mejoras reales que ha supuesto.

Hay algo peor: no hay un calendario clave para que cualquiera pueda conocer los tiempos en que está previsto que el problema esté resuelto.

El tiempo en tecnología vale oro y cada minuto que pasa es tiempo perdido. El cable de fibra óptica tiene 25 años de vida útil, y los avances tecnológicos someten al mundo a cambios mucho más profundos, que ya han transformado desde hace tiempo no solamente los hábitos de las personas sino también su forma de pensar, de trabajar, de educarse y de relacionarse con los demás.

Cada mes que pasa sin que los cubanos puedan acceder de forma libre a Internet, Cuba retrocede un mes hacia el pasado, a pesar de que existen iniciativas de algunos jóvenes emprendedores, de las que se ha informado en este medio, que buscan soluciones para no acabar en la prehistoria tecnológica.

El problema del acceso a Internet, como los problemas económicos, sociales y de toda índole es esencialmente un problema político y es por ello que quizás hasta que no se ataque esa raíz, poco se podrá avanzar.