domingo, enero 04, 2015

Esteban Fernández: EL M-26-7 Y LOS ÑANGARAS


EL M-26-7 Y LOS ÑANGARAS

Por Esteban Fernández
4 de enero de 2014

En cuestión de un par de años Fidel Castro terminó con todo en Cuba, acabó con las instituciones, con los batistianos, con los políticos, con la Iglesia católica, con las religiones en pleno, con los ricos, con la clase media, se cogió los periódicos, incautó las propiedades de los cubanos y de los extranjeros. Acabó con la quinta y con los mangos.

Pero todavía algo quedaba en pie. ¿Quienes sobrevivían allí con cierta autoridad?: El Movimiento 26 de Julio, los que vendieron bonos, los que se jugaron la vida, los que hicieron atentados, los que realizaron sabotajes y no se le han plegado. Ondeaba por todo el país la bandera del 26.

Esa era la única fuerza grande que quedaba en nuestra nación, era el grupo de hombres y mujeres, era el movimiento, el aparato, la organización de la cual Fidel Castro se había valido y utilizado para adueñarse del poder. Pero él nunca reconoció eso. Y el brazalete rojo y negro desapareció de su brazo por completo.

Ya los curas no contaban para nada, ni los antiguos políticos le representaban un problema, a sangre y fuego había acabado con el ejército constitucional, los americanos no tenían “voz ni voto”, los diferentes movimientos (como el Directorio, el Segundo Frente y la O.A.) han sido diezmados y tirados a mondongo. ¿Qué perduraba en Cuba? Los supuestamente “aguerridos militantes del M-26-7″.

Y entonces sucede  lo que a muchos les resultó en aquel momento  increíble, inaudito, inesperado: Fidel Castro Ruz le va para arriba a lo que la mayoría de los cubanos consideraba ser su hechura, y lo destruye, lo pulveriza, lo acaba.

Si algunos que me leen se sorprenden o no me creen les aseguro que casi todos los que estaban al tanto de las interioridades de la lucha contra Batista sabían que desde su fundación el Movimiento 26 de Julio le preocupaba intensamente y le representaba un obstáculo a Fidel Castro.

Con un sólo detalle entre cientos, con saber que hubo momentos en que Frank País, Faustino Pérez y René Ramos Latour  eran tan o más importantes que Fidel dentro de la organización es suficiente para  comprender que esto representaba un trago amargo para el incipiente tirano. Fácil fue notar que siempre puso a “la loma por encima del llano” y a su Ejército Rebelde sobre la lucha en las ciudades. A Frank y a René los envió al matadero, a Faustino lo puso al frente del desprestigiante y odiado Ministerio de Recuperación de Bienes.

Y al coger fuerza Fidel Castro en 1959  da el primer paso con una simple frase: “No me digan lo que hicieron en favor de la revolución sino lo que están dispuestos a hacer en el presente y en el futuro”.  Esa simple frasecita eliminaba a los que se consideran tener “méritos revolucionarios” y  no aceptan ser sus testaferros. Les arranca de cuajo la presunta aureola de la lucha urbana contra Batista a los que no desean ser sus esbirros.

Y de paso le abre de par en par las puertas a cuanto oportunista existía en el país. Es decir, un hombre podía haber sido activista del 26 de Julio  (como Aldo Vera, por ejemplo) haberse batido 20 veces con la policía, pero no quería plegarse a los designios del nuevo dictador, mientras un mequetrefe que jamás le tiró ni un hollejo de naranja al régimen de Batista podía comenzar a gritar “Viva la revolución socialista”  y eso era mil veces más aceptable y loable para Fidel Castro  que toda la historia combativa de todos los miembros del “M-26-7″ y de la “Resistencia Cívica” que no se le arrodillaban.

Acto seguido formó las “O.R.I.” donde el “M-26-7″ era simplemente un desairado miembro más, y al frente de las “Organizaciones Revolucionarias Integradas” ponen a un viejo militante del “Partido Socialista Popular”. La claque inmunda gritaba: “¡No le diga ORI dígale candela!”

Ya para el 26 de octubre de 1959 creó las “Milicias Populares” más que para la defensa de la nación era para agrupar a los arribistas y darle el “jaque mate” al famoso “M-26-7″.  Pero todavía no estaba conforme con eso porque al acabarse también el “M-26-7″, al no existir “títere con cabeza” ¿quiénes le representaban un peligro a sus intenciones hegemónicas?: Los “ñangaras” que se envalentonaron, que han servido de cuña en las “O.R.I.” y que se habían prestado a las maniobras sucias  para barrer del mapa al “M-26-7″.

Parece que el “P.S. P.” de verdad se creyó que “al fin llegaron a  la cúspide”. Pero sé equivocaron. Al poder llegaron solo dos  H.P. con diferentes padres, y entonces el tirano le va “con la manga al codo” para arriba a los comunistas, acaba con ellos, les hace un juicio público, los acusa de conspiración, barre del mapa político a Joaquín Ordoqui, elimina a Aníbal Escalante, lanza a Edith García Buchaca a  prisión domiciliaria, doblega a Carlos Rafael Rodríguez, somete completamente a Blas Roca y a Lázaro Peña, condena a muerte a Marquitos Rodríguez  acusado de ser el chivato de Humboldt 7. Y de ahí en lo adelante quedó comprobado que en Cuba lo único más peligroso que ser enemigo de Castro es “hacerle sombra”.

La disyuntiva fue: ser “fidelistas” o ser desafectos. Unos se integraron a la tiranía, los militantes del 26 que no aceptaron aquello fueron a la cárcel, al paredón o trajeron al exilio la tesis de “La revolución traicionada” mientras los “marxistas leninistas”  vilipendiados y tirados a mondongo fueron -según ellos- los precursores de la disidencia actual. El resto de nosotros hemos tenido que escuchar estoicamente  miles de veces la frase: “¡Para esto no fue por lo que yo luché toda mi vida!”