Nancy Pérez Crespo: UNA NUEVA NACIÓN QUE SE LLAMA EXILIA
Por Nancy Pérez Crespo
La ignominia perpetrada contra la dignidad de un pueblo errante. De un pueblo que se negó a vivir en cadenas, que se reveló ante el tirano, que pagó su cuota de sufrimientos y tributó sus muertos, esos muertos, que sin recato, hoy son ultrajados.
Ante tanta desfachatez y desafuero se hace necesaria un profunda reflexión y al mismo tiempo una sabia y drástica determinación, porque debemos y tenemos que seguir viviendo con decoro y dignidad. Tenemos que evitar que el poder en Washington nos humille y mucho menos, que la tiranía, rapaz y farsante, siga manejando hilos invisibles para perpetuar su constante manipulación.
Buscando respuestas, soluciones, salidas en este trance que nos ha pegado como un mazazo en la sien, encontré un artículo que la intelectual y escritora, Ileana Fuentes, que quiero compartir.
Debemos analizarlo con mesura y hoy, al menos hoy, me propongo practicarlo, llevarlo a la realidad de mi vida como exiliada en Mayamidei y a donde quiera que me encuentre.
Se titula: Entre la Isla y la nación global
«¿Por qué ayudamos a los cubanos en la Isla a que se acomoden, que se plieguen, que se conformen, que se adapten, que resuelvan, que se prostituyan, que se resignen? ¿Por qué les garantizamos sustento en forma de limosna?
Ayer conversaba con varios amigos sobre la interminable tragedia de Cuba. Llegamos a la conclusión —abrazamos la propuesta de uno de ellos— de que el pueblo cubano es un pueblo degradado, que acepta su degradación sin siquiera reconocerla como tal. Y esa degradación de la cual es cómplice, lo ha hecho vil. Hoy he escrito esta frase, que (me) da pie para el verso: ‘El cotidiano vivir en la humillación, perfeccionando la degradación diaria’.
»No digo ‘degradado y vil’ con desprecio. No es desprecio: es compasión mezclada con impotencia. Sí, insisto: el pueblo cubano es un pueblo degradado porque el régimen lo ha hecho cómplice de su humillación diaria. Es un pueblo que tiene que pedigüeñarlo todo. Aclaremos: un pueblo meramente explotado y vilipendiado, despreciado por sus amos y dueños, no es necesariamente un pueblo degradado. Pero cuando un pueblo es desprovisto de su dignidad y de su soberanía personal, y tiene que seguir caminando —como dijo Heberto Padilla— aplaudiendo a los que le forjan un destino miserable, ese pueblo vive en la degradación diaria.
»Los que buscan explicaciones para que la gente allá adentro no se sienta tan mal no ayudan al pueblo cubano a recuperar su dignidad y su soberanía personal. Lo digo desde mi propia experiencia y activismo de años apuntalando un presente pasable y pasajero. Por querer ser tan optimistas, hemos errado: lo único que redime de la degradación es decir: ‘Levántate y anda’. ‘Levántate y di que no’... Me apunto a convocar el fin de la ignominia y del atropello. (…) Ese es el mensaje de la liberación: no el de la enajenante reconciliación... ¡Qué palabra tan equivocada y vacía! Reconciliación. ¿Reconciliarse con un pueblo degradado? No es necesario: compadecerlo es ya reconciliarse con él. ¿Reconciliarse con los opresores? ¿De qué me hablan?
»‘Las herramientas del amo no podrán jamás derrumbar la casa del amo’, dijo una vez la feminista y filósofo afroamericana Audre Lorde. Eso de la reconciliación y las reformas, del resolver y la doble moral constituyen ‘herramientas del amo’. ¿Se le pide a un esclavo que se reconcilie con su dueño? ¿Se le pide a una mujer golpeada y abusada que se reconcilie con su abusador? ¿Se le pide a una persona violada —sea hombre, mujer, niño o niña— que se reconcilie, que se adapte y se pliegue a su violador? Entonces, ¿por qué ayudamos a los cubanos en la Isla a que se acomoden, que se plieguen, que se conformen, que se adapten, que resuelvan, que se prostituyan, que se resignen? Y además, ¿por qué les garantizamos sustento en forma de limosna? Lo que debíamos estar aportando a ese pueblo es pasión por la dignidad personal, por su propia soberanía, el convencimiento de que puede haber vida con decoro, y la tenacidad necesaria para la asumir la resistencia.
»No obstante, a pesar de todo lo que nos mueve y conmueve de esa isla de engaños, atropellos y violaciones, creo que es hora de que los de afuera interioricemos una nueva ‘Patria’... o mejor: una Matria. Porque ya Cuba no es la patria, y mucho menos la matria, como incluso escribí una vez hace muchos años, con esperanza y optimismo. Ahora la patria-matria está extramuros. Está dispersa por todas partes. Se me antoja que la llamemos Exilia.
»’¿De dónde eres?’. Ya no más ‘cubano’ para que te laceren con el familiar ‘¿cubano de Miami o cubano de la Isla?’, sinónimo de ‘¿revolucionario o gusano?’. ¿De dónde soy? Pues, soy de Exilia... ¿Y dónde queda ese país? Ah, nuestra nación —no más país— queda en varios lugares: Exilia es el primer territorio de la globalización. Está en 150 sitios tradicionales y en el espacio virtual. Su capital es Mayamidei, y sus urbes principales son Nueva York, California, New Jersey, Chicago, España, Puerto Rico y Europa. Fue fundada en 1959, ha ido creciendo y creciendo, ya cumplió 55 años, y su capital es hogar de cientos de miles de latinoamericanos. Es una nación enteramente multilingüe y multicultural. No tiene presidente ni Gobierno, aunque sí políticos, pero es cuna de miles de pequeños negocios, ONG y entidades culturales, publicaciones, medios de prensa, editoriales y centros de estudios.
Exilia tiene iglesias, sinagogas y templos, y hasta su propia catedral, a la que se le llama ‘La Ermita’. Cuenta con muchos cementerios, así en la tierra como en las aguas. Sus artistas y creadores han triunfado en todas sus urbes y han sido premiados mundialmente en todas las disciplinas del arte y la creación. Exilia es una matria de intelectuales, académicos y exitosos empresarios, desde donde se cultivan las relaciones humanitarias con los ancestros —ciudadanos de una isla muy pobre degradada y vil— llamada Cuba. A los residentes de Exilia se nos llama exiliados.
»Los exiliados creemos en la concordia y practicamos la caridad, y quizá por eso no hemos sabido protegernos de los enemigos que nos pisotean e invaden a diario desde la isla degradada y vil. Hay demasiados intereses conspirando por sobrecumplir otras metas. Yo sigo aferrada a Exilia. En ella está mi historia, ya no más en la isla muy pobre —degradada y vil— llamada Cuba, donde (…) nací y de donde me desterraron (…). Desde entonces —y aunque no me haya dado cuenta hasta el día de hoy— mi matria es Exilia, la nación global».
Desde hoy, para mi también será mi nación. Mi matria será Exilia, porque soy y seré una exiliada hasta el día que Cuba sea libre.
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