lunes, enero 05, 2015

Pedro Corzo: Ahora sí ganamos la guerra (Raúl Castro)



 Ahora sí ganamos la guerra (Raúl Castro)

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Paradójicamente el presidente Obama está negociando con un dictador de corte stalinista que siempre hizo pública su admiración por el socialismo real que Stalin impuso en la desaparecida Unión Soviética.
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Por Pedro Corzo
enero 02, 2015

El presidente Franklin D. Roosevelt expresó en una ocasión: "Creo que si le doy a Stalin cuanto me sea posible y no le pido nada a cambio, noblesse oblige, no intentará adueñarse de nada y trabajará conmigo para lograr un mundo de paz y democracias". Un estilo de negociar que deja a la voluntad del enemigo la capacidad de tomar decisiones fundamentales.

Roosevelt se equivocó y Stalin impuso un imperio de terror de proporciones nunca antes conocidas en la historia. La indulgencia no seduce a la maldad.

Paradójicamente, el presidente Obama está negociando con un dictador de corte stalinista que siempre hizo pública su admiración por el socialismo real que Stalin impuso en la desaparecida Unión Soviética y en sus satélites de Europa del Este.

Al parecer, Obama comparte con Roosevelt el criterio de que la forma más efectiva para resolver los problemas es haciendo concesiones y no negociar sobre bases que puedan endurecer las posiciones de sus adversarios.

El procedimiento, discutible, quizás dé resultados con otros gobiernos, pero con quienes controlan Cuba desde hace 55 años es improbable. La dictadura dinástica insular ha gobernado por décadas sobre las bayonetas y en las relaciones internacionales desarrolla una política sustentada en el chantaje y la intimidación.

La medida del presidente Obama de cambiar radicalmente la política de Estados Unidos hacia la dictadura de los hermanos Castro, sin que los mandantes de la isla hicieran concesiones fundamentales, no debería causar sorpresas.

El Presidente dijo siempre que estaba a favor de resolver las diferencias entre su país y la dictadura castrista, además durante su mandato ha favorecido la mayoría de las veces la ruta de la menor confrontación posible en los diferendos que Estados Unidos ha tenido con otros países.

Desde hace cierto tiempo, analistas de asuntos cubanos apreciaban que algo se estaba cocinando, pero muy difícilmente consideraron que Washington fuera a tomar decisiones tan importantes sin demandar del régimen de La Habana aperturas en aspectos fundamentales como los Derechos Humanos, incluidos la libertad de prensa y el pluralismo político.

Es interesante señalar que el presidente Obama en declaraciones a ABC News dijo que no espera que Raúl Castro cambie su forma de gobierno, dejando esa posibilidad a las nuevas generaciones, lo que permite pensar que triunfó la tesis que la política de contención al régimen castrista no estaba dando resultados y que era necesaria la apertura, algo así como una decisión de falso positivo.

Muchas han sido las reacciones de gobiernos y entidades internacionales que ha generado esta medida de la Casa Blanca. Todas celebran el acuerdo al que arribaron los dos países de reanudar relaciones diplomáticas.

Pero donde más satisfacción se aprecia es cuando comentan la disposición de Washington de ampliar los vínculos comerciales, culturales y de otros géneros con La Habana, pero no mencionan la situación de los Derechos Humanos en Cuba o la necesidad de que el Gobierno de los Castro actúe recíprocamente, impulsando cambios estructurales que permitan en la isla el establecimiento de una sociedad democrática.

Una vez más el castrismo ha quedado en la contradictoria posición de víctima de Estados Unidos y también como victorioso en el diferendo que ha sostenido con Washington desde el triunfo de la Revolución.

Como víctima porque hay quienes han declarado que cayó el Muro de Cuba, como si la isla hubiera estado encerrada y no fuera la dictadura quien ha enclaustrado al pueblo. Como vencedora, porque Raúl Castro dijo enfáticamente que no habría cambios de ninguna clase y que el régimen tenía sus propias concepciones sobre la democracia y los Derechos Humanos.

Castro se congratuló por el regreso de los tres espías, uno convicto de asesinato por el derribo de los aviones de Hermanos al Rescate. Reafirmó la vigencia del modelo socialista y se comprometió a continuar los compromisos contraídos con los aliados políticos del régimen.

Las disposiciones del presidente Obama han abierto la clásica caja de Pandora. Las relaciones entre La Habana y la Casa Blanca entran en una dinámica nueva de la que pueden derivarse muchas alternativas pero ningún milagro, como sería el hecho de que la dictadura cesara por propia voluntad el control que ejerce sobre sus ciudadanos.

Ante la decisión del Gobierno de Estados Unidos ningún cubano, sin importar la orilla en la que se encuentre, puede quedar indiferente.

Están satisfechos los que han cabildeado por años por el fin de las restricciones y el cese del embargo con el único objetivo de obtener ventajas económicas. Los optimistas de buena fe que esperan que la situación mejore gradualmente y los que, decepcionados o no por la decisión del presidente Obama, están comprometidos a continuar combatiendo, sin concesiones, por la libertad y la democracia en Cuba.
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 Tomado de http://www.martinoticias.com/

 Cuando 15 son 12 en Cuba y la tarea de romper mentiras

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Toca además romper mitos y restituir nuestra historia sin evadir responsabilidades.
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Por Juan Juan Almeida
diciembre 29, 2014

Tras una cascada imparable de encadenadas tonterías que lograron transgredir las fronteras de la grosería, el 24 de diciembre el viceministro de Defensa ruso Anatoli I. Antonov declaró en conferencia de prensa que Cuba, Venezuela y Nicaragua serán sus principales socios en materia de cooperación militar en el continente americano.

Cualquiera lo puede creer; pero con los problemas del rublo, el actual precio del petróleo, la tradicional inmovilidad que genera el crudo invierno ruso, y el giro de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba; es más factible pensar que Anatoli enloqueció, que confundió el Día de los Inocentes con "La noche del Дед Мороз (versión rusa del Papá Noel)", o que una sobredosis de vodka le provocóun coágulo sentimental en su cerebro militar.

En idéntico proceso cayó el general Raúl Castro cuando, para culminar su discurso en la clausura del IV Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, echó mano a una historia falseada y escogió como frase de colofón "Ahora sí ganamos la guerra".


Puede parecer normal, los políticos militares tienen propensión al tremendismo. El poder es la sociedad más lucrativa que existe y, dadas las circunstancias de hoy, donde las ideologías se traducen en dinero, este par de generales no defienden a un país sino a una gran corporación con mercadotecnia adjunta.

Presumen. Los acontecimientos del pasado 17 de diciembre (para mí lo más importante de este año que concluye) dejaron en manos cubanas el boquete que necesitábamos para luchar por la mejor alternativa, la que el país necesita. Pero eso sí, tenemos que trabajar en reestructurar la fractura nacional, redireccionar las acciones, educar, inculcar valores verdaderamente democráticos en toda nuestra sociedad, incluyendo a esa parte que se encierra en un ghetto y se autodistancia llamándose "independiente".

Es hora de salir de viejas escenografías, estáticas e improductivas que, en lugar de derechos civiles, parecen haber sido inspiradas en canciones de Pimpinela. Demasiado tiempo dedicado a pensar sin eficacia, se trata de todo un país, de su política y no de terapia de parejas.

Toca, además, romper mitos y restituir nuestra historia sin evadir responsabilidades. Comencemos con la fecha que dio origen a la frase citada por el general Raúl Castro para finalizar el discurso de la mencionada cita asamblearia: Es cierto, el 18 de diciembre de 1956, 13 días después del revés sufrido por el ejército rebelde en Alegría de Pío, se encontraron Fidel y Raúl en un paradisíaco paraje serrano, en la zona de Media Luna, rodeado de guásimas a orillas de un cañaveral donde aún hoy se pueden apreciar cinco hermosas palmas reales.

Conozco el lugar, las palmas figuran una mano salvadora que parece salir de la nada y, para mayor simbolismo, la finca (de la que luego despojaron de sus derechos a la familia de Mongo Pérez) se llamaba El Salvador.

No existe en esa cercanía mejor lugar para mitificar el histórico reencuentro; pero debo aclarar que ni fue a las 9 de la noche, ni 12 los que se encontraron. En Cinco Palmas se reunieron Fidel Castro, Universo Sánchez, Faustino Pérez, Raúl Castro, Ciro Redondo, René Rodríguez, Efigenio Ameijeiras, Armando Rodríguez, Juan Almeida, Ernesto Guevara, Camilo Cienfuegos, Ramiro Valdés, Francisco González, Reynaldo Benítez y Rafael Chao. ¿Por qué, entonces, repetir por más de 50 años la aparente nimiedad de confundir 15 con 12?

Los cubanos crecimos entre mentiras y manipulaciones; para comenzar a andar, se impone ubicar nuestra verdad. Volver no es retroceder.