Álvaro Alba: Una bofetada de Vladimir Putin a Mijail Gorbachev. ¿Conocían Fidel y Raul Castro los planes del golpe militar contra Mijail Gorbachov ? .
Vladimir V. Putin prefiere sentarse a la mesa con el último mariscal del imperio soviético que compartir con el último y único presidente que tuvo la URSS. A pesar de que durante todo el año 2014 Mijail S. Gorbachev salió en defensa de Putin, el gobernante ruso prefirió celebrar y aplaudir al mariscal Dimitri T. Yazov.
El 8 de noviembre del 2014 Yazov cumplió 90 años, y toda la jerarquía militar rusa se reunió, incluido el ministro Serguei K. Shoigu, para rendirle homenaje a uno de los organizadores del golpe de Estado de agosto de 1991. A la fiesta acudió el presidente Putin y le entrego la Orden Alexander Nevski, al tiempo que cubría de elogios - Usted sigue en las filas, lo que me es grato, dijo Putin, al tiempo que le imponía la condecoración con tres besos en la mejilla. Ya en el 2004 el mismo Putin le otorgó la Orden del Honor y en el 2009 recibió la Orden “Por el Servicio a la Patria” IV Categoría. La Iglesia Ortodoxa Rusa le confirió en el 2005 la Orden de San Beato príncipe Dimitri Donskoi II Categoría. Yazov considera a Stalin la figura histórica que más respeta.
El militar se desempeña ahora como Inspector General del Ministerio de Defensa de Rusia, a pesar de la edad y que el cargo es más honorario que funcional. Al Estado Mayor acude con el uniforme del ejército ruso, pero con las charreteras de Mariscal de la Unión Soviética. Yazov es una muestra de la metamorfosis de Rusia bajo el mandato de Putin. Nombrado ministro de defensa de la URSS por Gorbachev en mayo de 1987, estuvo en el cargo hasta el golpe de Estado en agosto de 1991, cuando fue arrestado por ser uno de los organizadores y ejecutores de la intentona antiperestroika. Permaneció en prisión por tres años, para salir bajo una amnistía general decretada por Boris Yeltsin. En 1998 comenzó laborando como consultante en la Academia del Estado Mayor y ya para el 2000, con Putin en la presidencia laboraba en el Centro Memorial Militar y el Departamento de Cooperación Internacional de Ministerio de Defensa. Desde el 2008 está en el Estado Mayor en el cuerpo de Inspectores.
Gorbachev por su parte no perdió ocasión este año para apoyar la política del mandatario ruso con relación a Ucrania. Considera que Putin defiende, mejor que nadie, los intereses de Rusia. Aunque dijo que hay motivos para una crítica, fue claro en Alemania, a donde acudió a los festejes por el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín, al decir que no le criticaría ni permitiría a otros hacerlo. La confrontación de Occidente con Rusia por la anexion de Crimea y la intromisión en los asuntos internos de Ucrania es vista por Gorbachev como el inicio de una Guerra Fría. En años anteriores si le criticaba a Putin la reelección presidencial del 2012, y le acusó de privar al pueblo del derecho electoral, a los periodistas de la libertad de expresión y a los políticos de la posibilidad de crear partidos. Pero ya no es así. Se comporta ahora el ex presidente soviético como la mayoría de los rusos, levantando el estandarte imperial y exigiendo cero critica a la política de Putin con sus vecinos.
Putin siempre le ha reprochado a Gorbachev la desintegración de la URSS, que considera la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX. Por eso prefiere festejar con Yazov, y no con Gorbachev.
Con Cuba Yazov mantiene un romance perenne. Estuvo destacado en la Isla durante la Crisis de los Misiles en 1962 y desde entonces le unen vínculos ideológicos y nostálgicos con los hermanos Castro. No perdió ocasión para visitar La Habana después de su liberación de la cárcel rusa y en el 2009 cuando Raúl Castro visitó Rusia estuvo Yazov en la embajada cubana para la recepción con el “círculo de amigos” del gobernante cubano.
¿Conocía Fidel Castro los planes del golpe militar contra Gorbachev en 1991?
Por ALVARO ALBA*
El domingo 18 de agosto de 1991 finalizaron en La Habana los XI Juegos Panamericanos, pero a pesar de la diferencia de horario la noticia sobre el golpe de Estado en la URSS no se difundía al día siguiente en Cuba.
Al conocerse ya que Mijaíl Gorbachev había regresado a Moscú el 21 de agosto, las autoridades cubanas emitían una declaración afirmando que “no se ha hecho una declaración contra personalidad política alguna en la URSS, independientemente de sus posiciones y militancia”.
La posición de crítica fuerte y condena asumida por los presidentes de Francia y Estados Unidos, el premier del Reino Unido y el canciller alemán, contrastaban con la de quien se mantenía en el poder por el apoyo y el suministro de la URSS.
En el preámbulo de la Constitución de Cuba por más de 15 años se expresó claramente la “inquebrantable amistad de la URSS y Cuba”, un acápite que desapareció después que dejó de existir la Unión Soviética. Pero en el momento del golpe esta “amistad” se reflejaba explícita y constitucionalmente. Era deber moral de los cubanos, según la Constitución de su país, defender a los soviéticos ante la ruptura del orden institucional.
Basta echar un vistazo a la lista de los principales golpistas para identificar sus contactos continuos con La Habana. El ex ministro de Defensa de la URSS, Dimitri T. Yazov, era uno de los jóvenes oficiales soviéticos que cumplían misión militar nuclear al frente de un batallón en Cuba en los días de la Crisis del Caribe, en octubre de 1962. El intercambio de visitas militares mutuas aumentó en los meses previos al golpe de Estado de manera alarmante. La capital soviética fue visitada por el Coronel Alfonso Borges, jefe de la Dirección Política del Ministerio de las Fuerzas Armadas de Cuba (MINFAR) y fue recibido por el ministro Yazov.
Jerarcas rusos llegan a La Habana
En octubre de 1990, después de un viaje a los Estados Unidos, arribó a La Habana el jefe del Estado Mayor del Ejercito Soviético, Mijail A. Moiseev, mientras que en Cuba se encontraba un huésped frecuente de Castro, el ex ministro de Defensa soviético Serguei L. Sokolov. El mariscal Sokolov fue removido del cargo por orden expresa de Gorbachev en mayo de 1987, después del aterrizaje de Matias Rust en la Plaza Roja.
El general Moiseev recibió la Orden de la Solidaridad en La Habana en el 2009. El Mariscal Serguei F. Ajromeev, quien se suicidó días después del golpe, no perdía ocasión para afirmar en la prensa soviética que no existían tropas soviéticas en Cuba, y se negaba a juzgar lo que sucedía en la isla cuando era inquirido entonces por los periodistas en su calidad de asesor militar de Gorbachev.
El jefe del KGB, Vladimir A. Kriushkov, visitó Cuba desde el 27 de mayo hasta el 1 de junio de 1991. Seis días en total, algo inusual para el jefe de los servicios secretos de una de las superpotencias de aquel momento. Como jefe de la dirección de análisis del KGB fungía el general Nikolai S. Leonov, amigo de Raúl Castro desde mayo de 1953 y uno de los más férreos críticos de la perestroika. De enero a agosto de 1991 se encargó de elaborar todos los reportes analíticos para la dirección del KGB.
Otro que hacía gala de presencia en la capital cubana en mayo de 1990 era Oleg D. Baklanov, vice jefe del Consejo de Defensa Nacional de la URSS, encargado del complejo militar-industrial. Baklanov viajó a La Habana invitado nada menos que por Juan Escalona, Presidente de la Asamblea Nacional y fiscal de la causa 1/89. El propio Fidel Castro recibía a este miembro del Secretariado del PCUS y al regreso a Moscú hacía hincapié en la prensa soviética sobre la “necesidad defensiva” de Cuba como “bastión del socialismo”, por lo que necesitaba de la “imprescindible ayuda militar” de la URSS.
En noviembre de 1990, Oleg S. Shenin, otro de los miembros del GKChP (Comité Estatal de Situación de Emergencia), visitaba en calidad de miembro del Politburó a Cuba. Al regresar a Moscú diría que “publicaciones destructivas introducen elementos desagradables en nuestras relaciones, las afectan”. Desde el Departamento Ideológico del PCUS, encabezado por Alexander S. Kapto, ex embajador de la URSS en La Habana (también Orden de la Solidaridad), se emitía la orden de cerrar el semanario Novedades de Moscú, en agosto de 1991, Entre las faltas que se le imputaba a la publicación moscovita estaba el haber afectado las relaciones de la Unión Soviética con Cuba.
Después de las visitas que se efectuaron en 1990, Fidel Castro afirmó en la prensa española en diciembre: “No creo que sea irreversible el proceso político empezado por Gorbachev… por ahora no está dicha la última palabra sobre lo que está ocurriendo en la URSS”.
Una carta para Castro
Al comenzar el año 1991, Juan Escalona visitó la URSS. Su homólogo soviético Anatoli I. Lukianov lo recibió en Moscú y el periódico Pravda le dedicó una página entera para exponer las características del socialismo en Cuba. En junio de ese mismo año arribó a la capital soviética Carlos Aldana, miembro del Buró Político y entonces tercer hombre en la jerarquía partidista cubana. Aldana era recibido por Gorbachev, el canciller Alexander A. Besmertnij, pero en especial por el vicepresidente soviético Guenadi I. Yanaev, el hombre que asumiría el control de la URSS tras el golpe de Estado.
Fue durante esa visita de Aldana que Yanaev aprovechó para enviarle una carta a Castro, con promesas de “buenas noticias” en el horizonte.
Para el ex premier de la URSS, Valentín S. Pavlov, otro de los miembros del GKChP, la ayuda a La Habana tenía mayor prioridad que cualquier arreglo de desarme nuclear entre la URSS y los Estados Unidos. Cuba era un tema permanente en los encuentros de alto nivel entre el Kremlin y la Casa Blanca.
La cumbre Bush-Gorbachev, que terminó con la firma del acuerdo START I en julio-agosto de 1991, no fue la excepción. Al preguntarle los periodistas a Pavlov sobre la presencia en Cuba de tropas soviéticas y los bombarderos estratégicos TU-95 y M-4 que podían volar o permanecer en la isla, el dirigente respondió de manera tajante: “Nadie tiene derecho a inmiscuirse en nuestras relaciones con un país que ha sido nuestro amigo durante tantos años”.
Todo parece indicar que los planes de la cúpula golpista era utilizar la todavía apreciable influencia de Castro en América Latina y el Tercer Mundo para legitimar el nuevo gobierno de facto. Hasta dónde estuvo involucrada la alta dirigencia cubana en el golpe contra Gorbachev es algo que los historiadores tienen todavía como asignatura pendiente.
*Periodista y analista político. Trabaja en la Oficina de Transmisiones para Cuba (OCB) en Miami.
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