EL SILENCIO DE LOS CORDEROS
Por Esteban Fernández
Febrero 2, 2015
Por si acaso algún lector considera que soy enemigo de los recién llegados se equivoca por completo, nada en el mundo me alegraría más que asumieran una postura combativa y se dedicaran a luchar contra al régimen y que fueran nuestro relevo. Pero es todo lo contrario, da la sensación que si llegaran 10 millones de nuevos exiliados y allá sólo quedaran los hermanos Castro, cien generales y mil castristas todavía no creo que intenten acabar con la tiranía.
Perfectamente entiendo que en Cuba las críticas públicas contra Fidel y Raúl sean muy escasas. Porque allá te parten la ventrecha con una facilidad increíble. Y creo que son “muy poquitas”- en lugar de ningunas- porque sólo he escuchado a un borracho medio trastornado llamado “Pánfilo” llamándole a las cosas con nombres y apellidos. Las demás quejas son para criticar nimiedades y minucias.
Lo irritante es que los que llegan a tierras de libertad, en su inmensa mayoría, se mantienen firmes en el mutismo con respecto a lo que le han hecho los dos tiranos a nuestra patria. La labor destructora de estos dos monstruos parece que ha pasado desapercibida para los que arriban aquí. Yo se lo achaco al violento adoctrinamiento recibido y al miedo a que cuando lleguen de regreso allá cargados de baratijas tengan problemas. Pero a veces me parece que siguen siendo castristas tapiñados practicando EL SILENCIO DE LOS CORDEROS como en la película de Jodie Foster.
Porque a estos dos degenerados genocidas casi nadie que sale de la Isla los toca ni con el pétalo de una rosa. Nada de llamarlo tiranos, ni dictadores, ni hijos de perra, ni dinosaurios, ni nada parecido. Yo me canso de escudriñar en las declaraciones de mis compatriotas buscando una crítica violenta y personal contra ellos y no la encuentro. Retozan con la cadena sin molestar al orangután ni a la mona.
Puede ser que el motivo sea el terror que las bestias inspiran. Pero me preocupa que no solamente sea el miedo. También existe una mezcla con otros factores: Respeto, sumisión, y en la mayoría de los casos amor y agradecimiento. Eso fue lo que aprendieron desde el Kindergarten: a considerar a estos monstruos una especie de seres supremos en la tierra cubana.
Ya desde antes de salir de Cuba yo me enteré que les decían a los muchachitos: “Suplíquenle regalos a los Reyes Magos” y no les daban nada. Después les inculcaban “Pídanle a Fidel” y entonces, sólo entonces, recibían varios juguetes. Ahora sufrimos las consecuencias de ese culto a la personalidad.
Yo he tenido contacto con muchos cubanos recién llegados y les he preguntado: “¿Traen algunas noticias del sátrapa?” Y NI UNO SOLO sabía a quién me refería. Es más, ni conocen bien ese calificativo de sátrapa.
Ustedes no saben el trabajo que cuesta sacarles – no un apelativo despectivo- el simple nombre de Fidel Castro. Y cuidado porque si los aprieto un poco algunos me dicen que “¡Gracias a él pude estudiar la carrera de medicina!”. Y entonces para mortificar insisto: “¿Quién es él, a quien se refieren?” . Con precaución miran para todos lados y me dicen: “Chico, gracias al Comandante en Jefe” Yo me río y les digo: “Ah ¿se refieren al H. P. ese?”
Observe usted que todas las acometidas de “los hombres nuevos”- allá y ahora aquí- son contra algunos EFECTOS, jamás a la CAUSA. Dicen que “En Cuba no hay comida, no hay futuro” y evitan decir: “Aquí el único problema que tenemos tiene dos nombres: Fidel y Raúl Castro seguidos por varios miles de sabandijas que hasta al mejor de ellos debemos colgarlo de una guásima”.
Por favor, las críticas que se lanzan dentro de Cuba (a la situación no a la tiranía) y de los “compañeros y camaradas” que pululan en el destierro son las mismas que yo escucho diariamente provenientes de los mexicanos, de los salvadoreños, de los guatemaltecos, de los hondureños. Es más, esa gente es mas enérgica en sus diatribas a los gobiernos que padecen sus países.
A Raúl con todo respeto lo llaman General y Presidente. Y si eso es con Raúl, al que consideran un tipo de carne y huesos ni por las cabezas les pasa atreverse a hacerle una crítica irrespetuosa a su admirado “Máximo Líder”.
Es más factible que yo insulte a San Pedro que ellos a “Papá Fidel” Allá hasta los Ministros y Generales -cuando con terror tienen que referirse al dictador- evitan mencionar su nombre y señalan con el dedo hacia el cielo como si estuviera en la estratósfera. Y algunos, como bien dice mi amigo Román, hasta gesticulan imitando al tirano. Observen lo mucho que se parecen Yoani Sánchez y Mariela Castro al hablar. Parece como si hubieran ido juntas a la misma clase de oratoria.
Y claro, desde luego, ya sé que saldrán a responderme que “es muy fácil decir esas cosas desde la lejanía del destierro”. Bueno, entonces si es tan sencillo decirlas desde aquí ¡que las digan, de una vez y por todas!. Y que nadie me contradiga antes de preguntarle a los güineros del exilio histórico que me conocen, para que se enteren que desde finales de enero del 59 ya YO BARRÍA EL PISO PÚBLICAMENTE con el tirano, siempre junto a mis inseparables amigos Milton Sorí, José Angel Goiriena y Jesús Hernández. En el parque, en el Instituto, en las guaguas y en todas partes. Y tengo muchos testigos.
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