La actual política norteamericana hacia la Cuba castrista
Por Jorge Hernández Fonseca
19 de Marzo de 2015
Independientemente de la posición que se asuma respecto al acercamiento norteamericano a la Cuba de los hermanos Castro, hay algo de muy extraño en la materialización de esa política. No se trata de la crítica o la concordancia con semejante línea, se trata de las acciones que se han tomado --de parte y parte-- en un contexto donde se han celebrado tres sesiones de conversaciones con exigencias de la parte cubana y silencio por la parte estadounidense.
El 17 de Diciembre pasado hubo una comparecencia simultanea del presidente norteamericano y el dictador sustituto cubano, a partir de lo cual se produjo la primera ronda de conversaciones en la Habana en la que, en paralelo con la misma, la representante de EUA se reunió con la oposición cubana, visitó al diario de Yoani Sánchez e hizo declaraciones sobre la política de la isla, muy diferente a como procedían otras delegaciones extranjeras por exigencia castrista.
A partir de entonces, comenzó un proceso de sucesivas exigencias por parte de Raúl Castro y sus voceros, que culminaron con un discurso del dictador sustituto en el seno de una reunión internacional, donde el castrismo condicionó el establecimiento de las relaciones diplomáticas a la concesión por parte de EUA de cinco desproporcionadas exigencias, sin cumplir las cuales sería “muy difícil” establecerse las relaciones diplomáticas que ya se habían anunciado.
En la segunda ronda de conversaciones --en EUA-- la delegación norteamericana se vio a la defensiva, pudiendo deshacerse a duras penas de la exigencia inmediata de borrar la isla de la lista de países que apoyan el terrorismo. En la tercera ronda, en la Habana, ya la delegación norteamericana se comportó a la altura que el castrismo siempre exige, nada de reuniones con disidentes, nada de declaraciones, simplemente siguieron el guion tradicional del castrismo.
En las circunstancias actuales resulta inexplicable que la primera potencia mundial negocie a la defensiva con una dictadura en bancarrota. ¿Por qué, si Raul Castro ha exigido a EUA devolver la base naval de Guantánamo, EUA no responde públicamente que de hacerlo, los hermanos Castro le entregarían la base naval a los rusos? ¿Por qué, si la dictadura pide a Estados Unidos astronómicas compensaciones económicas por causa del embargo, EUA no dice alto y claro que es Cuba quien debe pagar miles de millones por las confiscaciones sin compensaciones?
¿Por qué Estados Unidos no declara en voz bien alta que el principal objetivo norteamericano es la necesidad de que la isla se adapte al resto del continente americano (Latinoamérica) y cree un sistema democrático, con elecciones, partidos políticos libres y libertad de prensa?
¿No quiere EUA acercarse a Latinoamérica a partir de su acercamiento a Cuba? Debería entonces hacer énfasis público en los valores democráticos que Cuba no tiene bajo el régimen castrista, diciendo alto y claro que EUA desearía que la isla imitara al resto del Subcontinente latinoamericano, como forma de mostrar a dichos países las carencias dictatoriales presentes en la isla, la represión, la falta de libertades, la prohibición de internet y un largo etcétera.
¿Cómo Estados Unidos permite que Nicolás Maduro se dé el lujo de decir a los cuatro vientos que Venezuela no es una amenaza para EUA si este país tiene informaciones confirmadas que el país Sudamericano suministra regularmente uranio para el plan atómico de Irán? ¿Por qué EUA no utiliza las armas que tiene y permite que tanto Raúl Castro como Nicolás Maduro creen confusión pública respecto a los propósitos antinorteamericanos propios de ambos países?
Es inexplicable el tratamiento de relaciones públicas que la administración Obama ha tenido en sus contactos con el castro-chavismo en esta fase de conversaciones EUA-Cuba. No es haciendo lo que la dictadura quiere, dejándose de reunir con la disidencia en la isla o dejando de declarar en voz alta la necesidad de libertad para el sufrido pueblo cubano como EUA va a mantener una posición aceptable en las conversaciones que ha decidido llevar adelante con la dictadura más longeva del Continente americano. Si Raúl habla ¿por qué Obama no lo hace?
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