Alejandro Ríos: Rapsodia cubana
Por Alejandro Ríos
junio 10, 2015
El cantante y compositor Pablo Milanés, quien alguna vez en su juventud elogiara la hombría de Fidel Castro como uno de los valores perdurables de la revolución, hoy le responde, resentido, una entrevista a cierto periodista chileno, quien no sale de su asombro ante las respuestas controversiales del trovador con respecto a los recientes acontecimientos que tienen lugar entre Cuba y los Estados Unidos.
Milanés le confía al estupefacto reportero su molestia porque después de cincuenta y cinco años los cubanos, que hasta sufrieren la vejación de no poder entrar en hoteles de su propio país, vuelvan a caer en manos de los norteamericanos.
Es como una suerte de Plan Marshall –asegura– y es triste que nunca el régimen confió en las potencialidades de su propio pueblo, y el presentador de televisión le pide que aclare: “¿Usted se refiere al anterior gobierno o al presente?” y el compositor de Yolanda le responde: “este y el anterior, siempre ha ocurrido”, encerrando en una sola fórmula el voluntarioso totalitarismo de los hermanos Castro.
En un arranque de idealismo demodé, Milanés asegura que “teníamos el mundo de nuestra parte, con bloqueo y todo” pero la dirección del estado cubano nunca tuvo fe en el talento de su propio pueblo y de la alianza con los rusos se pasó a la de los venezolanos y terminarán como un círculo con los norteamericanos.
En el panorama intelectual cubano dentro de la isla, la voz de Milanés sigue siendo una excepción. El grafitero Danilo Maldonado, conocido como El Sexto, continúa en prisión y con muy pocas posibilidades de ser liberado, no obstante el apoyo internacional recibido, y Tania Bruguera, también retenida en la isla hasta que las autoridades lo determinen, no puede dar un paso sin ser acosada por las fuerzas represivas de la policía política.
Ninguno de los dos creadores recibió la solidaridad de artistas cubanoamericanos libres participantes oficiales en la más reciente Bienal de La Habana. Pareciera que todos se cuidaban las espaldas con el fin de integrar una suerte de embajada cultural perdurable del deshielo entre Cuba y los Estados Unidos.
Mientras los performances de la Bienal acontecían, ante el beneplácito del pueblo común, que ahora puede enarbolar atuendos con la interventora bandera estadounidense para divertirse con la originalidad de algunos participantes, los también ninguneados cineastas formulaban otro documento de protesta que aboga por una ley que borre la anacrónica del Instituto de Cine (ICAIC) de 1959.
Ningún medio de prensa oficial le dio cabida a la pataleta de los artistas, que ya no integran el coro celebratorio de la otrora épica revolucionaria y, por lo cual, no constan en el orden de prioridades.
Además de los excesos exóticos de Rihanna, con todas las prerrogativas gubernamentales para detener la ciudad con su caravana de diversión, bien diferente a la visita diplomática de Beyonce y su esposo, que predijo de alguna manera lo ocurrido el 17 de diciembre, las instituciones culturales del régimen siguen jugando al seguro y han celebrado un encuentro nacional de poesía donde recibieron tributo escritores octogenarios como Roberto Fernández Retamar y Antón Arrufat y se organizaron paneles teóricos de toda laya.
De soslayo, se presentó la más reciente antología de Reina María Rodríguez –Bosque negro–, sin su presencia, mientras uno de los cinco espías liberado en el acuerdo Cuba-Estados Unidos, Antonio Guerrero, quien dice ser bardo, recibió el premio Rafael Alberti que otorga el Festival Internacional de Poesía de La Habana y la Sociedad de Beneficencia Andaluza.
Según el acta, el agente Guerrero es “una luz reveladora en la estrella de cinco puntas conformada por los cinco héroes cubanos”.
El cantautor Pablo Milanés criticó en una entrevista que concedió a TVN Chile, a los dirigentes de la isla por negar a los cubanos la oportunidad de construir Cuba, algo que le ofrecen ahora a los Estados Unidos, calificándolo de plan Marshall.
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