jueves, junio 11, 2015

EL CLUB DE LOS HIPÓCRITAS. Alfredo M. Cepero sobre los hipócritas respecto a la causa de la liberación y democratización de Cuba.


Tomado de http://www.lanuevanacion.com/

EL CLUB DE LOS HIPÓCRITAS

Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
Sígame en: http://twitter.com/@AlfredoCepero

Tengo suficiente sensibilidad para lamentar el sufrimiento ajeno pero llevo demasiado tiempo luchando a solas por la libertad de mi patria para supeditar el sufrimiento propio al de cualquier otro pueblo.

Al mismo tiempo en que me llena de optimismo y esperanzas el coraje de los jóvenes venezolanos, siento admiración por ese pueblo heroico, me duele el cautiverio de sus presos políticos, me conmueven las lagrimas de sus madres y rezo por los muertos del castro-chavismo en la patria de Bolívar. Por eso creo que el mundo entero, como lo he hecho yo en muchas ocasiones, debe de alzar su voz para condenar a los tiranos y demandar la libertad de un pueblo cuya sangre abonó el árbol de la libertad de cinco republicas americanas. Ahora, ex presidentes de 117 países del mundo, miembros del anodino e inútil Club de Madrid, se han sumado a una causa justa que ha despertado el interés y logrado la solidaridad de muchas instituciones a nivel mundial, tanto gubernamentales como no-gubernamentales, literarias como profesionales, religiosas como defensoras de los derechos humanos.

Hago la aclaración previa para neutralizar las insidias de aquellos que puedan apresurarse a acusarme de tener una visión de túnel ante la tragedia de mi patria cubana e ignorar la tragedia de otros pueblos. De ninguna manera. Tengo suficiente sensibilidad para lamentar el sufrimiento ajeno pero llevo demasiado tiempo luchando a solas por la libertad de mi patria para supeditar el sufrimiento propio al de cualquier otro pueblo. Venezuela ha sido una generosa segunda patria para muchos de mis compatriotas y en ella yo he recibido solidaridad y afecto, pero no es mi patria. Y a la patria no se le cambia por ninguna otra y se le quiere más cuando está esclava. Porque, a pesar de que no la he pisado por 54 años, Cuba será siempre la tierra de mis desvelos y mis añoranzas. Sin ella soy brújula sin norte, velero sin viento y hombre sin identidad.

Volviendo al Club de Madrid, en una carta dirigida al Papa Francisco, estas "damas y caballeros" trasnochados han pedido al Pontífice que, "en su enérgica defensa de la dignidad humana", pida al presidente espurio Nicolás Maduro "la liberación de los presos políticos" venezolanos. Yo, sin embargo, propongo que nos refiramos a estos rufianes como "El Club de los Hipócritas'. Porque ellos son los mismos personajes que durante más de medio siglo no sólo han guardado silencio ante el holocausto del pueblo cubano sino han hecho negocios con la tiranía y apoyado al régimen de los Castro en conclaves y organismos internacionales.

Ellos son los mismos que mientras fueron gobierno promovieron sus intereses y ahora que ya no lo son experimentan una epifanía tardía de compasión humana. Desde mi trinchera solitaria pero inconquistable les digo: ¡Váyanse al Carajo! Se les hizo tarde para la redención y ya nadie los respeta ni los tiene en cuenta. Por eso hasta los ignorantes de Raúl y Nicolas se burlan de ustedes y son recibidos por un Papa a quien ustedes sólo pueden llegarle por medio de una miserable carta.

Por otra parte, hay que ser unos sinvergüenzas, unos cretinos o unos ciegos para pedirle al mismo Papa zurdo que ha salvado a la tiranía castrista del ostracismo y la miseria que le haga exigencias a una tiranía de izquierda como la de Maduro. Vistos a través del lente rosado de Francisco, los únicos tiranos son los de derecha. Este Papa anda del brazo de esta gentuza porque comparte su ideología socialista, aplaude su política populista y ha expresado, aún antes de su ascensión al papado, una aversión vitriólica contra el capitalismo.

En la teología aberrante de estos personajes--Francisco, Raúl y Nicolás--el capitalismo es el evangelio de los malos y el gobierno el buen pastor que cuida de las ovejas desamparadas. Con ese cuento se han pasado un siglo engañando incautos, oprimiendo pueblos, esclavizando hombres y asesinando a quienes se les enfrentan. Pero eso no hay que decírselo a los cubanos, a los venezolanos ni a los pueblos que sufrieron por casi medio siglo detrás de la Cortina de Hierro. Ellos han visto de cerca la cara rapaz y diabólica de una teología torcida que promueve el odio de clases como instrumento para hacerse con el poder absoluto.

Mientras tanto Cuba sigue esclava y nadie se acuerda de ella. Ni siquiera estos 117 fantoches ansiosos de notoriedad. Si para algo contara el tiempo acumulado de sufrimiento bajo una tiranía el pueblo de Cuba debería de tener prioridad. Pero es como si la lucha por la libertad de Cuba hubiera pasado de moda. Parecería que el mundo se hubiera olvidado de los asesinatos masivos de los primeros años e insensibilizado ante los asesinatos sistemáticos que persisten hasta el día de hoy, el horror de las cárceles más insalubres y despiadadas de América, las golpizas a nuestras mujeres, la esclavitud del obrero cubano, el desamparo de nuestros ancianos y la programación diabólica de la mente de nuestros niños.

Ese mundo de gente hedonista, frívola y cobarde dedica más tiempo a la protección de animales y a la lucha contra el calentamiento global que a exigir libertad para el pueblo cubano. Para ellos, el calentamiento global disfruta de prioridad sobre las violaciones a los derechos humanos en mi patria y los cubanos merecemos menos compasión que los animales.

Otros ex presidentes han puesto en marcha iniciativas individuales para abogar por la libertad de Venezuela y de sus presos políticos. Todos siguen el mismo camino trillado e inútil de apelar a los buenos oficios del Papa Francisco. Los ex presidentes de Colombia, Andrés Pastrana, y de Bolivia, Jorge Tuto Quiroga, dirigieron una carta al pontífice donde afirman: "Recurrimos a su Santidad porque después de realizar una visita humanitaria a Venezuela para ver a los presos políticos, constatamos que ellos están inaccesibles, en condiciones inhumanas, en huelga de hambre y que sus vidas están en riesgo". Por su parte los ex presidentes de España, Felipe González y de Chile, Sebastián Piñera, han visitado Venezuela en gestiones similares y pedido la libertad de los presos políticos.

Hago énfasis en estos cuatro porque todos ellos llegaron al poder como resultado de elecciones democráticas y transparentes. Sin embargo, de una u otra forma, todos tienen antecedentes de haber sostenido en algún momento relaciones cordiales y hasta de cooperación con la tiranía castrista. En específico, Felipe González fue testaferro de los empresarios españoles que todavía hoy se siguen enriqueciendo con la explotación del trabajo de los obreros cubanos. Durante su mandato, Andrés Pastrana no sólo ignoró las violaciones a los derechos humanos en Cuba sino cerró los ojos a la ayuda de la tiranía castrista a las guerrillas colombianas de las FARC y el ELN, que en medio siglo han segado la vida de más de 5 millones de colombianos.

Pero en lo personal, quién me produce mayor repugnancia es el ex presidente chileno Sebastián Piñera. Llegó al poder como resultado del cansancio de los chilenos con una izquierda que, después de Pinochet, había defraudado a la ciudadanía. Un empresario conservador que, en su juventud, fue testigo del milagro económico chileno implantado por el General Pinochet para superar la crisis de un "allendismo" arrodillado ante los Castro.

Nadie hubiera creído que extendería una alfombra roja a Raúl Castro y se derretiría en elogios hacia el tirano durante la reunión de la CELAC en Santiago. Para ser buen anfitrión no era necesario haber sido tan reptil. Todo ello para congraciarse con la izquierda chilena y mantener el capital político necesario para una futura presidencia. Ahora, después de hacerse cómplice del tirano que pisotea los derechos humanos en Cuba, se va a defender los derechos humanos en Venezuela. ¡Hay que tener la cara muy dura y la conciencia muy putrefacta para caer en tan grotesca contradicción!

Nadie en su sano juicio desearía recorrer el camino largo, solitario y doloroso de nosotros los cubanos en la lucha por la libertad de nuestra patria. Pero si así lo ha dispuesto la providencia no nos queda otra alternativa que sacar partida a nuestra amarga experiencia. Todo esto nos hará más fuertes para superar los obstáculos y rechazar las tentaciones que confrontarán quienes tenga la inmensa responsabilidad de restaurar la libertad y la prosperidad en Cuba. Aquellos que aspiren a dirigirnos y no hayan aprendido esta lección no merecen la confianza ni el apoyo del pueblo cubano. Parafraseando a Abraham Lincoln, la consigna tiene que ser "Una Cuba de los cubanos, por los cubanos y para los cubanos".

6-8-2015

1 Comments:

At 7:09 p. m., Anonymous YSL said...

La lucha por la libertad de Cuba no ha pasado de moda porque nunca lo estuvo, salvo entre ciertos cubanos. El mundo nunca ha visto ni tratado el caso de Cuba como el de la Sudáfrica del apartheid, pues lo que importa no es libertad ni justicia como tal, sino la onda ideológica o politica imperante. Por eso, por ejemplo, ni siquiera los anticastristas negros (y bien negros) despiertan simpatía entre los "humanitarios" y "activistas" extranjeros, incluyendo los que son de la misma raza. Todo es doble moral, pero eso se considera "normal," y el mundo sigue tan campante.

 

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