Rafael Azcuy González: ¡COMO CAMBIAN LOS TIEMPOS VENANCIO!. ¡QUÉ TE PARECE!.
- La decisión de la tiranía de situar de postas militares armadas con calibre de guerra en las entradas de todas las embajadas desde muy temprano en los años 60 del pasado siglo.
- El hecho que la tiranía calificó, por varias décadas, como delitos contra la seguridad del Estado las salidas ilegales del país y las sancionaba con condenas de prisión a aquellos capturados; sanciones que eran muy elevadas en años para aquellos que en una salida clandestina llevaran armas de fuego.
- La cantidad de pasajeros que salieron por el puerto de Camarioca en 1965 fueron limitados grandemente por la Ley del Servicio Militar Obligatorio ya que los varones entre 16 y 27 años no podían salir del país y eso frenó a innumerables familias cubanas a salir de Cuba. De haber permitido la tiranía viajar a los varones entre esas edades con su familia el éxodo hubiera sido mucho más de 3 000 personas. Hubiera sido un Mariel. La tiranía dijo que era para que los jóvenes cubanos no fueran a morir en Vietnam; tal parece que prefería que murieran en Angola, Etiopía y en tantos otros países.
- Los más de 200 000 cubanos que salieron entre 1965 en los primeros años de los años 70 en los llamados ¨Vuelos de la Libertad¨ pese a los rudos trabajos a los que se enviaban a aquellas personas que deseaban salir del país ( En el aniversario de los CDR de 1962 Fidel Castro había dicho que ¨el camino para Miami pasa por la agricultura¨) y la incierta fecha de salida en manos de la tiranía.
Junio 9 de 2015
Así decía la letra de una guaracha del dúo Los Compadres en Cuba y ya es hora realmente de que cambien en algo los tiempos para el sufrido pueblo cubano. Al menos ya no tenemos enemigo. Ahora ya no es el imperialista si no nuestro propio pueblo, como ha sido siempre desde hace casi 60 años: los valientes y abnegados disidentes, las espartanas Damas de Blanco, los jóvenes que se atreven a dar sus opiniones públicamente en las calles o escriben en los medios sociales o enfrentan los abusos policiales: ese es su verdadero enemigo, al que los Castro llevan enfrentando a fuego y sangre desde los ya lejanos días del triunfo en 1959, enemigo con el que no quiso entrevistarse el Presidente de la democrática Francia, cuando hace poco estuvo en La Habana.
Para esta lucha colosal y sin cuartel crearon su poderoso Ministerio del Interior (MININT), con sus tropas especiales, anti-motines, seguridad del estado (G-2), guarda fronteras y abrieron cientos de nuevas cárceles por todo el país. También formaron unas desproporcionadas fuerzas armadas (FAR), una de las mayores, mejor armadas y entrenadas del mundo. Su misión principal encubierta sería aplastar cualquier sublevación popular con sus miles de tanques, de aviones y artillería, posibilidad que manejaron los Castro cuando la masiva ocupación de la Embajada del Perú en los años 80 y cuando el levantamiento espontáneo del 5 de agosto de 1994 en La Habana.
No deja de alegrarnos a los cubanos de a pie el cese de esta guerra fría, a los que hemos sufrido tantos años de carencias y de falta de libertades, que se vaya logrando este paulatino acercamiento entre ambos pueblos y gobiernos, a pesar de que algunos en Miami no vean con buenos ojos estos pasos. Ellos desde hace muchos años desconocen lo que es vivir con un panecillo de 80 gramos para todo el día sin poderse quejar ni exigir, so pena de parar en sus jefaturas de policía.
El enemigo imperialista y su bloqueo fueron los culpables del fracaso rotundo del socialismo y que no se hubiese podido crear al añorado “hombre nuevo”, según culparon siempre los apologistas del régimen y los propios Castro. La lucha de clases, inspiradora del sistema, alentó el odio contra los propios cubanos, la separación de las familias y estableció el ostracismo y el olvido para los que buscando un futuro mejor tuvieron que emigrar de su propio país, hecho que nunca se había dado en Cuba, a pesar de otras dictaduras.
Los colegios religiosos fueron intervenidos por el régimen, expulsados gran parte de los curas a España, perseguidos los creyentes de las diferentes denominaciones que fueron a parar a cárceles, paredones de fusilamiento o a las tenebrosas UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), donde también llevaron a los homosexuales, a los no integrados al proceso revolucionario y a los llamados vagos o lumpen.
Por los años 80 se pretendió mejorar las relaciones con la llamada por Castro “comunidad cubana en el exterior”, término eufemístico para olvidar la “gusanera revuelta y brutal”, los traidores o contrarevolucionarios. Los cubanos de Miami –según Castro- harían una revolución en el propio Miami, luego de visitar Cuba y admirar sus conquistas revolucionarias. Lo que sucedió fue todo lo contrario: la explosión migratoria del Mariel que hizo temblar las bases del régimen y lo puso en ridículo ante el mundo. Entonces volvieron a emprenderla con los homosexuales, los vagos, los desafectos, los religiosos y con los delincuentes, para tratar de dar otra imagen y comenzaron a llamarles escoria, pero por su magnitud tuvo un efecto contraproducente, pues el país solo formaba escorias sociales. Más de 125 mil cubanos salieron por el Mariel: Estábamos llenos de escorias y de lacras sociales. ¿Dónde estaba entonces el hombre nuevo revolucionario? Fue un estremecedor referéndum que los Castro soslayaron, pues no se trataba de socialismo ni de capitalismo ni de San Juan de los Palustres: se trataba del poder, único interés de los Castro.
Cuando fuimos amigos del hermano pueblo soviético las banderas de la extinta URSS inundaron nuestras calles, así como las fotos de Kruchev y luego de Breznev: eran los años de la “indestructible amistad cubano-soviética”, del agradecimiento con que siempre culminaba sus discursos el Comandante en Jefe, a la solidaridad desinteresada de la Unión Soviética y del campo socialista. Ya no queda una sola bandera ni una foto de aquellos dirigentes soviéticos ni en los museos. Se olvido pronto el agradecimiento…
Las fotos y murales de Hugo Chávez y la bandera venezolana pasaron a enseñorearse del escenario cubano. A las fotos de Raúl y Fidel levantando los brazos a Breznev en el aeropuerto José Martí, ahora le sucedieron las del Héroe del Moncada, la Sierra y Girón, abrazando al Hijo del libertador americano, el verdadero continuador de los sueños de Bolívar.
Intuyo que no estamos muy lejos de cambiar estas últimas imágenes, ya fuera de contexto, por las del presidente Obama y un Raúl que le levanta el brazo en señal de victoria: ¡Ver para creer! No, no es ciencia ficción, ya la bandera norteamericana flamea hasta en los bici-taxis. Si vivieran aquellos músicos magníficos, Los Compadres con que entonación cantarían:
¡Cómo cambian los tiempos Venancio! ¿Qué te parece?... Y es bueno que cambien si va a ser para bien. Los cubanos también tenemos derecho a ser libres algún día, más temprano que tarde. Obama y Castro han destapado la Caja de Pandora cubana, pero esta vez estamos seguros que no será como la leyenda griega, no se esparcirán más desgracias sobre Cuba, si no la merecida bendición de la libertad…
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