Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
La vieja ¨trova¨ del ¨empoderamiento de la sociedad civil¨ comenzó a mediados de la década de los 90 del pasado siglo cuando Richard Nuccio, asesor para asuntos cubanos del entonces Presidente Bill Clinton, propuso e implementó esa política hacia Cuba. No se de dónde Clinton habrá sacado a ese pésimo asesor para asuntos cubanos; quizás haya sido de la academia norteamericana tan de izquierda e ignorante de los asuntos cubanos o de su equipo electoral porque quizásle gustaría los tabacos (cigars) cubanos y podría haber eido el libro El Viejo y el Mar de Ernest Hemingway. Veamos:
En
febrero de 1996 el gobierno de EE.UU. anunció,
a través de Richard Nuccio, el asesor especial para asuntos cubanos
del Presidente Bill Clinton, que se autorizaban a operar a las
Organizaciones No Gubernamentales (ONG) para el incremento de la
cooperación no gubernamental norteamericana con "
la emergente sociedad civil cubana",
y que esas operaciones desbordarían los ámbitos clásicos de la ayuda
humanitaria: actividades agrícolas, periodísticas, científicas,
académicas y programas de autoempleo. Esa política de ¨
fortalecimiento de la sociedad civil cubana¨
ha continuado hasta el día de hoy independientemente del partido
político del inquilino de la Casa Blanca; luego lleva establecida aproximadamente 20 años. El tomarse esta estrategia provocó que se desechara implementar políticas más fuertes y radicales, no necesariamente bélicas, hacia la dictadura totalitaria Castrista en momentos en que la tiranía estaba al borde del colapso económico (una disminución en sus importaciones del 37%), quebrado su supuesto sustentamiento ideológico (el marxismo-leninismo) y un Fidel Castro con claras muestras de desgaste físico y mental. Esta política de ¨
empoderamiento de la sociedad civil¨ le permitió a la tiranía ganar tiempo y sobrevivir antes de ascender Hugo Chávez al poder en 1998 y convertirse en su soporte económico.
Existían y existen experiencias y elementos que aseguran el fracaso de esa estrategía del supuesto ¨empoderamiento¨ para lograr la liberación y democratización de Cuba:
HACE MÁS DE 20 AÑOS LA ORGANIZACIÓN CATÓLICA HOLANDESA PAX CHRISTI RECONOCIÓ QUE ESTABAN EQUIVOCADOS CUANDO PENSARON QUE LAS INVERSIONES EXTRANJERAS PODRÍAN ESTIMULAR UN RELAJAMIENTO DEL SISTEMA POLÍTICO Y ECONÓMICO DE LA ISLA, Y QUE ESAS INVERSIONES BENEFICIAN A UN GRUPO BIEN SELECTO, NO AL PUEBLO CUBANO, Y QUE SIRVEN PARA QUE EL RÉGIMEN SIGA EN EL PODER SIN CAMBIO ALGUNO EN SU POLÍTICA INTERNA. EN EL INFORME SE HACE ECO DE LA PREOCUPACIÓN DE LOS GRUPOS DISIDENTES ANTE EL POSIBLE ¨INICIO DEL DESHIELO ENTRE LA UNIÓN EUROPEA Y CUBA¨. PAX CHRISTI PLANTEA QUE SU POSICIÓN ES QUE NI EL AISLACIONISMO NI LA COOPERACIÓN SIN CONDICIONES CONLLEVAN LA SOLUCIÓN PARA LA CRISIS CUBANA Y PROPONEN LA PRESIÓN INTERNACIONAL PARA HACER UN DIÁLOGO EN Y CON CUBA. EL INFORME PLANTEA QUE LA UNIÓN EUROPEA NO SÓLO TIENE LA POSIBILIDAD SINO TAMBIÉN LA RESPONSABILIDAD DE EJERCER ESTA PRESIÓN.
Para más argumentos sobre este punto pueden leer mi artículo Sobre flexibilizaciones y fracasos en las relaciones EE.UU.- Cuba
Sobre Alejandro Armengol, persona que conocí cuando ambos éramos estudiantes de la Universidad de La Habana, he escrito en este blog sobre su actitud ante la clausura del Grupo Arte 7 del Departamento de Extensión Universitaria (grupo dirigido entonces por el ex ministro Alberto Mora) por el ICAIC, grupo al que pertenecía Alejandro Armengol y sobre su actitud ante el supuesto suicidio de su amigo Alberto Mora.
Sobre Alejandro Castro Espín, su mejor amigo de la infancia Juan Juan Almeida escribe:
El Brigadier Castro Espín
Por Juan Juan Almeida
11 de noviembre de 2013
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Si las cosas continuan como van, para saber quién será el próximo
inquilino en el asiento presidencial de Cuba, no es necesario ser sútil,
ni tener mucha información...
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El lunes pasado, en un diligente y articulado artículo publicado en esta
web, escribí, y cito: “La pregunta es, ¿Hacia dónde vamos?. La
respuesta, el próximo 2 de diciembre cuando se den a conocer los
ascensos militares y con ello la escalada o no a General del hoy Coronel
Alejandro Castro Espín. Promoción que, por un lado podría crear
descontento y división en la jerarquía militar; y, por otro, develarnos
si las denominadas “medidas para la actualización del modelo” es el
camino hacia las postrimerías de la llamada era de los Castro, si son
aperturas que conducen hacia una socialdemocracia (militarizada) donde
se vayan imponiendo poco a poco las libertades de cada individuo, o si
solo han sido sutiles maniobras dirigidas al reacomodo de una estructura
estatal que
garantice únicamente una sucesión donde el poder cubano transite de mano en mano, y de Castro a Castro.”
Eso fue lo escrito, y repito; entender que sostengo la hipótesis de
ubicar el ascenso de Castro Espín a brigadier como “la clave” del futuro
de Cuba, o como próximo presidente insular, se me hace malinterpretar
lo escrito.
(Alejandro Castro Espín)
Si las cosas continuan como van, para saber quién será el próximo
inquilino en el asiento presidencial de Cuba, no es necesario ser sútil,
ni tener mucha información, ni manejar con precisión el arte de la
adivinación; basta con echarle un vistazo al artículo 94 de la
constitución que, mala o buena, está vigente y aunque hasta el propio
cabecilla con frecuencia desestima, tiene bien establecido que en caso
de ausencia, enfermedad o muerte del Presidente del Consejo de Estado,
será sustituido por el Primer Vicepresidente. O sea, ayer José Ramón
Machado Ventura, hoy Miguel Díaz-Canel, y mañana puede que un Pérez
cualquiera. La súper estructura estatal está muy bien cimentada (o mejor
dicho, maniatada) para que nadie pueda competir con el fantasma de
Fidel.
El poder real es otra cosa. No es el visible trono de tapiz raído, sino
el reluciente cetro, que ya está fijado para que después de Raúl, si no
hay cambios sustanciales o inesperadas sorpresas, caiga en manos de
Alejandro. Negarlo sería algo así como ignorar la cubanía de la palma
real o la majestuosidad de un amanecer cubano. Cuba no es sólamente una
sociedad gobernada por un único partido, también por una dictadura
familiar. ¿Será necesario recordar el parentesco entre Fidel, Raúl,
Vilma, Mariela,…..?
El Consejo de Ministros es el máximo órgano ejecutivo, administrativo y,
según la ley, constituye el Gobierno de la República de Cuba. ¿Por qué
entonces Alejandro, sin ser miembro, participa y tiene voz decisiva en
las reuniones del Comité Ejecutivo y las juntas del Consejo de Defensa
Nacional?
El ascenso o no a General del Coronel Castro Espín, sólo nos permitirá
ver con suficiente claridad lo que el gobierno cubano nos ha ido
dosificando y diseñando como futuro, eso que llaman “reformas o medidas
para la actualización del modelo cubano”. El poder ya lo tiene, y no
depende de un simple ascenso.
Muchos militares lo detestan, algunos lo critican, y otros se burlan, el
resto simplemente lo tolera; pero todos le obedecen y él lo sabe,
porque si bien es cierto que debido a un accidente en Angola perdió la
visión de un ojo, también es muy cierto que la agudeza visual del ojo
sano es 20/20.
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La libertad en Cuba entre Alejandro y Armengol
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Emerge la verdad: La "sociedad civil" cubana era solo una excusa para justificar la normalización de relaciones con EE.UU. y la avidez de las corporaciones
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Por Orlando Luis Pardo Lazo
11 agosto, 2015
Emerge la verdad: Todo era mentira.
La “sociedad civil cubana” fue solo una justificación. La necesitó la administración de Barack Obama, para justificar su entendimiento con el régimen represivo de Fidel y Raúl Castro. La necesitaron los millonarios del ex-exilio para justificar su sed de oro en medio de nuestro horror. Por consiguiente, también le fue necesaria a la tiranía castrista, para catalizar el cambio-fraude de su actual autotransición dinástica, que no va de la ley a la ley sino del poder al poder.
De los Castros originales a los Castros de segunda y tercera generación. Mera cuestión de supervivencia familiar.
Por eso hoy, rebasada ya la primera etapa del escarnio, emerge, arrogante, la verdad. Es obvio que era una mentira mezquina aquella tesis de que el empoderamiento económico traería a la postre el empoderamiento político de la sociedad cubana. Los magnates del totalitarismo la repitieron hasta la saciedad. La complicidad académica norteamericana la repitió hasta la suciedad. El Departamento de Estado y tal vez hasta la CIA fingieron creerse semejante tontería tétrica también.
Primero, en aras de la estabilidad continental, había que santificar a la dictadura de La Habana, legitimar su ilegitimidad. Toda vez ratificado Alejandro Castro Espín como heredero real de la Revolución, podría pasarse entonces a la segunda etapa de la grandísima estafa: hay que asfixiar a esa misma “sociedad
civil” que fue usada como catalizador para engañar a la opinión pública mundial y, de paso, para calmar la ira de los cubanos, por milésima vez abandonados a nuestra despótica suerte por Estados Unidos de
América, el mayor patrocinador de dictaduras de este hemisferio.
(Alejandro Castro Espín, hijo del tirano en funciones Raúl Castro Ruz)
Por eso es de agradecer el temple de Alejandro Armengol con sus más recientes columnas en El Nuevo Herald: Mercantilismo y disidencia, Disidencia y dólares, y un etcétera obsesionado antes de que Obama se vaya. Son acaso la primera parte de su regalo de cumpleaños 89 para el comandante en Jefe en la Isla (la segunda parte le será entregada en persona por el Secretario de Estado John Kerry el propio 13 de agosto, durante su visita pre-papal a Cuba).
No más mentiras piadosas de sobrevivencia. Después de 56 años de impío castrismo, los cubanos bien sabemos que solo la muerte es verdad
El Alejandro de Miami pide a gritos que Estados Unidos deje de fomentar la democracia en Cuba. El Alejandro de La Habana se asegura de que, mediante la manipulación y el crimen, por las malas o por las peores, justo así será, antes y después del 2018.
El Alejandro de Miami destapa a la luz pública que a la conspiración de las corporaciones no le importará ni cojones la libertad de nuestra nación. El Alejandro de Cuba pone sus cojones tuertos sobre la mesa muda de negociación (de negación), donde únicamente los carroñeros están invitados y jamás se tocará el tema de los derechos del pueblo cubano a no vivir bajo la burla de una larga y lenta “normalización”, sino a habitar en un país “normal” (sin monopolio comunista, para empezar, ni con otros Ramfis Castros rondando como escualos el cacicazgo de la Plaza de la Revolución).
(Alejandro Armengol)
El Alejandro de Miami me simpatiza. Es un gordiflón comicucho y cobarde, y su rol es poner la papa podrida sobre el mantel. En cambio, su pareja en este complot, el Alejandro de La Habana, me aterra. Es el flaco pujón y resentidamente racional, y su faena es definitivamente funeraria. Son una (mala) suerte de antidemocrático dúo de Oliver y Stalin.
No más mentiras piadosas de sobrevivencia. Después de 56 años de impío castrismo, los cubanos bien sabemos que solo la muerte es verdad. Por eso nos escapamos, cueste lo que cueste, de nuestros Alejandros arteros de aquí y de allá.
* Orlando Luis Pardo Lazo es un escritor y fotógrafo cubano, miembro visitante del Proyecto Internacional de Escritores, y profesor adjunto de la Universidad Brown. Sígalo en Twitter: @OLPL, y su blog Lunes de Post-Revolución.
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