Esteban Fernández: LA “P38” EN EL AEROPUERTO
Por Esteban Fernández
28 de septiembre de 2015
Claro que era otra época. Mucho antes del fatídico 9/11 que puso la caña a tres trozos en U.S.A. Si es ahora me echan 15 años de cárcel.
La cuestión era que durante esos años prácticamente inmediatamente después de mis actividades en el JURE y en el Army yo acostumbraba a andar en California con la pistola encima las 24 horas al día, y lo más natural del mundo era que al irme para Miami la llevara.
La puse en el equipaje que le entregué al maletero. Me entretuve y se me fue el avión y esperé tranquilamente por el próximo vuelo rumbo a Florida.
Les juro que ni por la cabeza me pasaba la dichosa pistola P38 hasta que llegué al aeropuerto y con sobresalto vi a mi maleta solitaria dando vueltas en la estera.
Me senté y me puse por 10 minutos -como si estuviera encandilado- a mirar la valija. Me hice como 20 veces la pregunta ¿la cojo o no la cojo? Como la maleta no tenía nada de valor casi estaba decidido a dejarla ahí e irme, pero al no divisar a ningún policía cerca cometí el fallo de decidir: “Qué va, no va a pasar nada” y agarré la maleta.
No sé de donde salieron pero antes de dos segundos dos gigantescos gendarmes me cogieron uno por cada brazo, me pusieron las esposas y me llevaron casi levantado en peso hacia una oficina. Todos los viajeros me miraban como si yo fuera un famoso traficante de drogas.
PISTOLAP38Me llevaron recio, me trataron mal y me hacían 20 preguntas por minutos. De pronto entró un agente federal que les dijo a los otros: “Esta pistola fue robada en un asalto a una residencia en Pomona en el año 1957”. Y yo dije: “Yo era un muchacho en ese tiempo y vivía en Cuba”
Un policía que parecía cubano me gritó: “Bueno, consorte, entonces ¿de dónde la sacaste?” Y como a mí a veces se me ilumina el bombillo con una buena idea le dije: “Me la regaló mí cuñado Ray que es sargento de la policía de homicidios en Los Ángeles” y -con mucho esfuerzo porque estaba esposado- le di una tarjeta de Ray.
De mala gana cogió la tarjeta de Ray y se fue a llamarlo por teléfono. El alma me vino al cuerpo cuando lo vi que estaba hablando y estaba muerto de la risa.
Todavía se estaba riendo cuando regresó, me quitó las esposas y me dijo: “Dice el sargento Ray Rodríguez que no te dejemos regresar a Los Ángeles y que logremos que te echen 30 años de prisión”. El que parecía cubano me demostró que lo era porque me dijo: “¡Socio, vete pal’carajo, si te veo por el Versailles te vuelvo a coger preso!” Y todos se rieron de esa gracia.
Como yo no acababa de irme me preguntaron: “¿Y…ahora que esperas? puedes irte” Y en el colmo de los colmos les pregunté: “Y… ¿no me van a devolver mi P38?”. El cubiche dijo: “¡Ñooo, que clase de descarado eres, asere!”
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