Luis Cino desde Cuba: Sobre la visita del Papa Francisco
Sobre la visita del Papa Francisco
Por Luis CinoLa Habana
23 septiembre, 2015
La primera y única vez que he estado en la Plaza de la Revolución fue el 28 de enero de 1998, para asistir a la misa que dio allí Juan Pablo II. Fui uno de los varios miles de cubanos que gritaron ¡libertad! Aquellos gritos hicieron retumbar la Plaza, aunque en la TV no se escuchara tan fuerte como hubiésemos querido a causa del viento misterioso que soplaba aquella mañana y que muchos pensaron que era el soplo del Espíritu Santo.
No estuve hace cuatro años en la misa de Benedicto XVI ni estuve ahora en la de Francisco.
Como no negué a Dios en los tiempos de las iglesias cerradas o casi vacías y las planillas “cuéntame tu vida” con la famosa pregunta de si uno tenía creencias religiosas, en estos momentos me siento con derecho a expresar mi bochorno por la actitud de la Iglesia Católica frente al régimen castrista.
Son muchos los cubanos que nos sentimos abandonados hasta por Dios. Particularmente los que aspiramos a vivir en democracia. Nos pasa por andar a la espera de milagros en estos tiempos en que prima por sobre todo lo demás –también en lo espiritual-el pragmatismo.
Olvidamos que Francisco vino no solo en visita apostólica sino también como jefe de Estado del Vaticano, que tiene sus propios intereses políticos.
Por cierto, el Vaticano es un estado totalitario, aunque su policía política sea sólo de tipo espiritual.
Por estos días, mientras el régimen saca provecho a la visita papal a Cuba y Estados Unidos, escucho a opositores que hablan de Roma como si fuera la de los Césares, la llaman “la Gran Ramera”, echando mano de citas del Apocalipsis que se pueden interpretar según convenga a cada cual. Estoy harto de escucharlos enumerar la larga letanía de pecados históricos de la Iglesia Católica que todos conocemos.
No hay dudas de que nos hicieron mucho daño todas aquellas pendejadas materialistas-marxistas-leninistas que nos enseñaron en la escuela en los tiempos del ateísmo de estado.
Es muy lamentable el foso que se está creando entre la iglesia católica y la oposición pro-democrática.
Apenas puedo llamarme católico, porque lo soy a mi manera –como casi todos los cubanos que dicen serlo-, por inercia, por costumbre, porque no puedo vivir sin creer, pero no voy a sumarme a la ola anti-Francisco en la que muchos disidentes surfean hoy.
Solo diré que es una pena el afecto que parece sentir el Papa por Fidel Castro, un dictador en retiro, que no se ha cansado de declararse materialista y que fue excomulgado en 1962 por Juan XXIII.
El Sumo Pontífice no tenía la obligación de reunirse con los opositores y las Damas de Blanco, pero tampoco estaba obligado a visitar a Fidel Castro.
Solo le reprocho eso a Francisco. Pero nadie es perfecto. Ni siquiera el Papa. Prefiero recordar cuanto ha hecho por los pobres y los excluidos, y por la reconciliación y la paz mundial. Eso pesa mucho más que su momentánea deferencia con un dictador.
luicino2012@gmail.com
Detención arbitraria durante la visita del Papa en Holguín
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