UNA VERDAD QUE DUELE, PERO ES UNA VERDAD COMO UN TEMPLO
Por Fabiola Santiago
Miami Herald.
Esta es la columna más difícil que he tenido que escribir.
Como cubana que encontró refugio seguro en este país hace 46 años, me duele abogar por cerrar la puerta a otros. Pero lo que está ocurriendo ya es demasiado. La evidencia ha ido aumentando durante años de que hay cubanos cometiendo fraude, aprovechándose de la ventaja de los extraordinarios privilegios que la ley de inmigración de Estados Unidos les otorga.
Los casos de desfalcos de Medicare y Medicaid cometidos por recientes olas de inmigrantes –que ahora viven como fugitivos de Estados Unidos en Cuba disfrutando de una riqueza robada– han sido bien documentados en la corte federal y por el Miami Herald. Y ahora una prolongada investigación realizada por el periódico Sun Sentinel, basada en cientos de documentos y reportajes realizados en Cuba, resalta un amplio abuso y robo de más de $2,000 millones a expensas de los contribuyentes de este país.
La Ley de Ajuste Cubano de 1966 se ha convertido en una puerta giratoria para que estos ladrones obtengan acceso a la Florida, hacerse residentes y regresar a Cuba a vivir de un dinero obtenido fraudulentamente.
Entre los abusos: personas de 65 años de edad y más llegan aquí, solicitan la residencia, permanecen suficiente tiempo para recibir una pensión de seguridad social y prestación de servicios, y luego regresan a Cuba a vivir de ese dinero enviado por familiares en Estados Unidos, que reciben un porcentaje.
También están los casos de personas que reportan discapacidad causada por el trauma de cruzar el mar
o la frontera para recibir ayuda extra y se ponen a trabajar por la izquierda.
“Ya se ha regado por todos lados que esta es la manera de recibir dinero de Estados Unidos para vivir bien en Cuba”, me dijo la abogada de inmigración Grisel Ybarra.
Es inmoral que personas que huyen de bombardeos, limpiezas étnicas, guerras de pandillas, violación sexual y asesinatos tengan que hacer cola detrás de gente que no reclaman persecución política –o que lo hacen falsamente– y que han llegado aquí por razones económicas y de estilo de vida en Cuba y en terceros países.
Esta oportunidad única que provee la Ley de Ajuste Cubano de colocarse automáticamente al frente de la cola de inmigración en todo el mundo también se extiende a personas no cubanas que viven en otros países y que jamás han pisado tierra cubana, y cuya única relación con la isla es que uno de sus padres es de origen cubano.
Es inmoral que personas que huyen de bombardeos, limpiezas étnicas, guerras de pandillas, violación sexual y asesinatos tengan que hacer cola detrás de gente que no reclaman persecución política –o que lo hacen falsamente– y que han llegado aquí por razones económicas y de estilo de vida.
Los cubanos que tienen necesidad legítima de recibir estatus de refugiado deben seguir teniendo una puerta abierta, pero es hora de investigar minuciosamente este tipo de fraude y demandar acción del Congreso para actualizar la Ley de Ajuste Cubano.
$500 mensuales, los beneficios de seguridad social de quienes han trabajado toda la vida $773 lo que reciben los recién llegados
Creo firmemente en el papel humanitario que tiene un país de abrir las puertas a refugiados y en los beneficios económicos generados por la energía de inmigrantes que trabajan duro. Pero una ley obsoleta concebida para proteger a personas de persecución política ha sido convertida en una burla por personas que se aprovechan de la generosidad de los norteamericanos.
Cubanoamericanos mayores de edad que han trabajado en factorías toda la vida usualmente reciben menos de $500 mensuales en beneficios de seguridad social, mientras recién llegados reciben $773 sin supervisión.
“No es que el fraude se haya descubierto sólo en esta generación”, dijo Ybarra, “pero el fraude antes conllevaba un estigma. Ahora ellos piensan que es un derecho. No le ven nada malo porque ellos vienen de un país donde robarle al gobierno constituye una manera de vivir. Pero nosotros, el pueblo, somos el gobierno aquí. Si usted recibe algo de un sistema en el que no invirtió, nos está robando a todos nosotros.
Es vergonzoso.
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