sábado, noviembre 14, 2015

r Andrés Reynaldo: La playa de las ilusiones perdidas. A diferencia del recién fallecido Jorge Valls, que gritó sus verdades, los escritores en Cuba han estado reducidos a mentir


Tomado de http://www.elnuevoherald.com/

La playa de las ilusiones perdidas
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El poeta Jorge Valls será recordado por su obra y su influencia ética
Los escritores participan de la moral ciudadana por lo que eligen decir o callar
A diferencia de Valls, que gritó sus verdades, los escritores en Cuba han estado reducidos a mentir
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Por Andrés Reynaldo
noviembre 11, 2015
El poeta Jorge Valls murió recientemente en Miami. A los 82 años, para cualquiera, la muerte no es un escándalo. El escándalo es que no haya muerto en Cuba. La pérdida no atañe tanto a Valls, que a fin de cuentas fue un intelectual lúcido, íntegro, bendecido por una heroica compasión. Su virtud hace patria en su tumba. Pierde Cuba. Pierden aquellos cubanos de la isla que ni siquiera saben quién fue Valls.

Salvo un par de encuentros formales, no nos conocimos. Desde el pasado 22 de octubre sus amigos han citado sus anécdotas. La historia citará su extraordinario coraje durante más de 20 años como preso político, su obra, su influencia ética. Estoy seguro, y probablemente él también estaba seguro, de que un día, cuando Fidel, Raúl y los que han dejado a Cuba en la última fibra del dolor y la miseria sólo sean la museable narrativa del horror, habrá calles, escuelas, cátedras, bajo el nombre de Jorge Valls. Difícil concebir mayor justicia poética para un hombre que cada día de su injusta prisión, reducido al hueso, incomunicado, apaleado, le decía a sus verdugos: “Yo te perdono”.

Los escritores no están obligados a participar de la política. Participan, inevitablemente, de la moral ciudadana. Por acción u omisión. En la Rusia soviética, la profundidad de la cultura nacional ofrecía al escritor un asidero para la resistencia. Esto no dejaba mucho lugar para las zonas grises. La poetisa Anna Ajmatova decía que en Rusia sólo había paz para los muertos; los otros iban penando de un campo de concentración al otro. Los cubanos venimos de una fibra cultural más ligera. Con sus esporádicas y perseguidas excepciones, el escritor en la isla sobrevive o medra, según el carácter, trasladándose de una mentira a la otra.

(Jorge Valls)

Valls ejemplifica al intelectual que rehúsa convertir su tragedia en comedia. Fidel Castro ha sido un dictador sobresaliente en la represión del pensamiento. Lo que no aprendió de Hitler, lo aprendió de Lenin y Stalin. Bajo las figuras de diversionismo ideológico, propaganda enemiga, burla a los próceres, mártires y héroes de la patria, desacato al Comandante en Jefe y otros retruécanos de la ley y la cordura, cientos de jóvenes creadores pasaron por las cárceles y granjas de reeducación. Aun hoy, los más heterodoxos, los que presumen de no ser escritores oficiales a pesar de los premios nacionales y el carnet de la UNEAC, tienen que bailar la cuerda floja entre lo que ya pueden decir y lo que no se atreven a decir.

Por ir de una verdad a la otra, Valls sufrió el rigor de dos dictaduras con sus dos exilios. Como dicen algunos de sus amigos, nunca estuvo donde le convenía. Tuvo una preclara comprensión de la vocación fascista de Fidel. (La época no le permitía ser nazi y el Comandante abrazó la modalidad totalitaria de moda). Valls, socialdemócrata y católico, encarna asimismo esa clase media culta, cosmopolita, tolerante en las ideas y las costumbres, adelantada a su tradición y su tiempo, que la dictadura tronchó a sangre y fuego. Un portentoso capital humano, irrepetible ya en la isla, que dio sus excepcionales frutos en el destierro.

En una de sus últimas entrevistas, (http://goo.gl/lDSPcT) Valls dice que Cuba es la playa de las ilusiones perdidas. Cita la expresión francesa l’épave. Lo que el mar arroja. Frente a esos inútiles restos de naufragios, frente a los detritus que la mar se saca de las entrañas, bajo el grisáceo sol de una aniquilada Cuba, Valls es uno de los pocos hombres que todavía señalan el camino a tierra alta.