viernes, diciembre 04, 2015

El mito sobre la donación de joyas por las damas habaneras para contribuir a la independencia de Estados Unidos es más interesante que la verdad histórica

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

La ayuda de  los españoles ycriollos  residentes en Cuba (y en menor medida de otras colonias de España en América)   fue mucho más allá  que la supuesta donación o préstamo  de joyas o dinero al ejército continental comandando por George Washington, la cual fue determinante en la lucha de independencia de las trece colonias de Norteamérica; en ella hubo otras ayudas financieras que llevaron casi prácticamente  a la bancarrota, por ejemplo, a Miralles y al propietario de uno de los astilleros de La Habana. Otros aportes fueron las vidas, los sacrificios y la sangre de  miles de  voluntarios y milicianos (de La Habana y de Haití en su mayoría)  que permitieron   invadir  y controlar  todo el Valle del Mississippi (que llegaba casi hasta Canadá)  y capturar Nantchez, Mobila (Mobile) y Panzacola (Pensacola)   así como combatir a los ingleses en las Bahamas   y  frenar la ayuda que podrían darle esas fuerzas ingleses a las que peleaban contra los independentistas norteamericanos en batallas decisivas. No por gusto George Washington le rindió  honores  a Miralles rico comerciante mallorquín residente en La Habana, el cual fue enterrado  con los grados de general  del ejército continental por su gran ayuda a la lucha, y al general español Bernardo de Gálvez. Todo esto , y más, pueden leerlo en el libro Los otros extranjeros en la revolución norteamericana, del historiador Hermininio Portell Vilá.

Finalmente sobre  el susodicho préstamo: No debemos de dejar de tener en cuenta  que con  los préstamos  se corre siempre el riesgo de no recuperarlo y MUCHO MÁS en tiempos de guerra, pues no se sabe como terminará esa guerra y las represalias que se pueden tomar. Me llama mucho la atención que  sobre ese préstamo no se haya mencionado que se hizo con o sin intereses. Lo más probable es que no haya sido acompañado por algún tipo de interés financiero.   Ese préstamo  fue usado en buena parte para pagarle a las tropas  de la flota francesa  que ayudaban a los independentistas  norteameicanos   y otra parte para pagarle a los independentistas, los cuales  recibían paga  que era remitida a sus familias que habían dejado atrás. En esos tiempos difíciles  de la guerra hubo deserciones en las filas independentistas y George Washington  ordenó frenarls mediante fusilamientos. En la guerra de independencia cubana de 1895  se les prometió  a los mambises una paga cuando la guerra terminara. Esa paga se efectuó durante el gobierno de Don Tomás Estrada Palma y durante el de José Miguel Gómez. Esa promesa de paga se lee en el libro Biografía de un Cimarrón, del proCastrista Miguel Barnet.
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Presentación ‘Las damas de La Habana’..., jueves 3, 6:30 p.m., Casa Bacardi/Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos, Universidad de Miami, 1531 Brescia Ave., Coral Gables.

Un mito que ha perdurado 70 años en la historia de Cuba

Por Sarah Moreno
smoreno@elnuevoherald.com

     El mito sobre la donación de joyas por las damas habaneras para contribuir a la independencia de Estados Unidos es más interesante que la verdad histórica. Corría el verano de 1781 y las imaginamos dejando desnudos sus escotes, quitándose las joyas en presencia de un guapo Francisco de Miranda, y entregándolas a un noble militar francés para que el dinero pudiera llegar al general George Washington.

El mito se originó en un folleto del siglo XVIII y su primera mención en Cuba tiene 70 años. El 17 de abril de 1945 salió publicado en la primera plana del Diario de la Marina, bajo la firma de su entonces director, el historiador y economista Ramiro Guerra, un artículo que hacía referencia a un hecho que nunca ocurrió, o no al menos como se encargaron de contarlo tres generaciones de historiadores.

(José Ramón Fernández Alvarez)

“Es interesante señalar que el mito no es de factura cubana, por tanto, el romanticismo en este caso es de origen extranjero. Pero hay que admitir que su atractivo nos ha resultado difícil de resistir”, dice José Ramón Fernández Alvarez, un apasionado de la historia, quien a su vez se encarga de abordar el mito y los hechos históricos en el libro Las damas de La Habana y sus joyas, un mito persistente en la historia de Cuba (Ediciones Universal).

En 1781, mientras las Trece Colonias peleaban por su independencia de la Gran Bretaña, una flota francesa transportó una importante cantidad de dinero desde La Habana hasta el teatro de la guerra”, cuenta. “Esa flota jugó un papel transcendental en la campaña de Yorktown, que a su vez determinó el desenlace de la guerra a favor de los colonos rebeldes”.

Pero el dinero no fue un regalo de las criollas habaneras ni tampoco Miranda tuvo nada que ver en la supuesta donación, porque ni siquiera se encontraba en La Habana en ese momento, aclara Fernández Alvarez. Para entonces Miranda no era todavía el revolucionario y precusor de la independencia que la historia y la leyenda conocen.

Una cuarta parte del dinero lo tomó el gobierno [español] temporalmente de las cajas de las unidades militares destacadas en La Habana; el resto lo facilitaron en calidad de préstamo al gobierno un grupo de hacendados y comerciantes. Las autoridades españolas entregaron la plata a sus aliados franceses quienes estaban comprometidos a devolverla en Madrid. Pocas semanas después llegó un cargamento de plata desde Veracruz y el gobierno devolvió el dinero a los prestamistas habaneros”, cuenta Fernández Alvarez.

El libro se lanza este jueves 3 en la Casa Bacardí de la Universidad de Miami, sede del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos (ICCAS), con una presentación a cargo de los historiadores Frank Fernández y Marco Antonio Ramos.

Ya en el exilio, los cubanos vieron la necesidad de alimentar el mito, ¿por qué cree que fue así?

“Este mito no se alimentó solo en el exilio; en Cuba lo han repetido sin rubor hasta los más prominentes historiadores”, comenta Fernández Alvarez, quien concibió la idea de escribir el libro en las discusiones de una tertulia de miamenses amantes de la historia que se reúne en su casa desde hace 12 años.

El mito deja implícito que Estados Unidos tiene una deuda con los cubanos, y nosotros de aquí y ellos de allá, quisiéramos cobrar esa supuesta cuenta”, dice sobre las razones para la supervivencia del mito, apuntando a su vez que en sus investigaciones no descubrió “mala intención en el proceso de mitificación”.

“Las tergiversaciones parecen motivadas por errores, descuidos y amplificaciones quizás por un exceso de entusiasmo patriótico que, en mi opinión, resulta contraproducente a la larga”, dice el autor, que tampoco cree que haya una tendencia entre los cubanos a la mitomanía.

“No es un secreto que la creación de una nacionalidad demanda un aval histórico; ese quehacer es terreno fértil para la aparición de mitos que unas veces son enmendados o abandonados al poco tiempo y otras veces sobreviven más allá de su vida útil, si alguna vez la tuvieron. Esto no parece ser peculiar a ningún país, y hay probablemente pocos países que hayan logrado evitar los mitos”, apunta Fernández Alvarez, que se ocupa ahora, entre otros temas históricos, de la figura del revolucionario cubano Julio Antonio Mella (1903-1929), y específicamente investiga la destrucción de las actas y el ocultamiento de la expulsión de este del Partido comunista.
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