viernes, enero 01, 2016

Economía cubana creciendo… como el rabo de la vaca. Eugenio Yáñez: El país se cae a pedazos, pero el régimen anuncia crecimiento


Tomado de http://www.cubaencuentro.com

Economía cubana creciendo… como el rabo de la vaca

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El país se cae a pedazos, pero el régimen anuncia crecimiento
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Por Eugenio Yáñez
Miami
31/12/2015

Tía Tata cuenta cuentos. Y Marino Murillo, obeso ministro castrista, habla del crecimiento de la economía cubana. 4 % el año que termina. Ocho veces más que el promedio de América Latina.

Hacer esa guayaba digerible requiere soporte internacional. Entonces surge la dama que dirige la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), tal si fuera uno de los esbirros digitales que pululan por aquí, para asegurarnos que así es, que la Tierra gira alrededor del Sol y la economía cubana crece gracias a la “actualización” del modelo y otras artes del birlibirloque. No especulo sobre las razones por las cuales la directora de la CEPAL acostumbra cantar música compuesta en La Habana: algún día se sabrá.

Raúl Castro sabe que hay que definir la dirección del golpe principal, así que ordenó que el 58 % de las inversiones del próximo año se concentre en áreas económicas “clave”. Y Tía Tata Murillo dijo ante una comisión de “diputados” de la siempre unánime y servil Asamblea Nacional del Poder Popular que el régimen invertirá 7.841 millones de pesos cubanos en 2016, priorizando turismo, energía, petróleo y programas agropecuarios. Y gracias a las ciencias esotéricas de la alquimia y la astrología aplicadas al castrismo, las cifras en pesos resultan equivalentes a dólares del odiado imperialismo.

De los millones de pesos-dólares de Murillo se dirigirán unos 1.300 al turismo, 711 para energía y petróleo, 606 para programas agropecuarios, 318 para enfrentar la sequía y 304 para (más) infraestructura en el puerto de El Mariel, lo que representa el 41 % de las inversiones a realizar. A lo que se agregan inversiones fundamentales, de las que no se ofrecieron cifras, en saneamiento, producción de azúcar y derivados, biotecnología y telecomunicaciones. No hubo cifras sobre montos asignados a inversiones en transporte, carreteras, vías férreas, infraestructuras, otros puertos, construcciones, mejoras sanitarias, acueductos, alcantarillados, medidas ambientales ni otros aspectos.

Con el cuento de Tío Murillo se podría esperar, con una buena dosis de idealismo y candidez, que al terminar 2016 la población, después de una inversión de casi 713 dólares por cubano, tenga más y mejor acceso a planes turísticos nacionales, disponibilidad de electricidad estable y sin apagones, combustible suficiente para las necesidades de transportación y domésticas, y abundancia de productos agropecuarios en la mesa (no en las estadísticas), tales como carnes, huevos, embutidos, pescados, mariscos, leche, mantequilla, quesos, viandas, vegetales, frutas, arroz, frijoles, maíz, dulces, pan y especias para cocinar, todo a precios módicos y realistas en los agromercados, sin necesidad de acudir a la bolsa negra o los sobornos, ni de interminables colas bajo el sol o la lluvia para poder adquirir los productos.

Aunque no todo será tan fácil. Siempre hay peros contra los proyectos “revolucionarios”. Primero que todo, el criminal bloqueo imperialista, que aunque ha sido graciosamente relajado por el presidente de EEUU durante el último año, todavía no autoriza regalarle dinero a la pandilla castrista, ni que millones de americanos visiten la Isla y gasten alegremente su dinero. Ni le han devuelto la Base Naval de Guantánamo al “pueblo cubano”, ni le han pagado unos 900 mil millones de dólares por supuestos daños que ese bloqueo ha provocado, causante entre otras cosas de que en la Isla no haya perejil, calabazas o ajonjolí.

Está además la sequía, que será más aguda que en el año que termina y afectará a las empresas estatales y las paraestatales Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), porque producto de siniestros planes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Liga Profesional de Basket Ball (NBA) de Estados Unidos, solamente llueve sobre fincas de campesinos privados, cooperativistas y usufructuarios de tierras. Y por si fuera poco, el cambio climático global seguirá afectando los casquetes polares del planeta y la producción de quimbombó en la Isla.

Habrá también problemas “menores”, que no son responsabilidad del Gobierno, pues está comprobado que son culpa de Ambrosio el de la carabina, Genaro al que tumbó la mula, y Matías Pérez con su globo: permanencia del sistema de doble moneda, corrupción galopante, emigración permanente y creciente de jóvenes calificados, obligación de que los inversores extranjeros contraten trabajadores cubanos a través de una agencia-proxeneta estatal, ausencia de poder judicial independiente que ofrezca garantía a los inversionistas, contabilidad “no confiable”, estadísticas poco creíbles y adulteradas, infraestructura colapsada, telecomunicaciones obsoletas, injerencia permanente del partido comunista en la economía, y otros detalles sin demasiada importancia.

Sin contar represión permanente, golpizas a los disidentes, adoctrinamiento cavernícola, censura cultural, enseñanza dogmática, prensa domesticada, y otras menudencias que no vienen al caso hablando de crecimiento económico y éxitos de “la revolución”.

Así que, si además del colosal crecimiento con solamente inversión nacional en 2015, comenzaran a llegar realmente dólares, euros, libras esterlinas y yenes en inversiones de los ahora compañeros imperialistas, las cosas serían tan maravillosas que Raúl Castro podría levantar su brazo derecho y gritar a voz en cuello algo tan original y visionario como aquello de que “¡Ahora sí vamos a construir el socialismo!”.

Aunque no, no tan rápido. Siempre hay peros. Ya Raúl Castro advirtió que la “guerra económica” contra los aliados venezolanos provoca afectaciones en Cuba, y que habrá “limitaciones financieras asociadas a la caída de ingresos en los rubros exportables tradicionales por la disminución de sus precios en el mercado mundial”. De manera que anunció que el año próximo el embuste tendría que ser menor: crecimiento del 2 %.

Tal vez por aquello de crecer como el rabo de la vaca.

¡Feliz año 2016 para todos los que se lo merezcan!
© cubaencuentro.com
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¿Engañar a todos, todo el tiempo?
Por Roberto Álvarez Quiñones
Los Ángeles
22 Dic 2015
El gobierno del general Raúl Castro miente cuando afirma que la economía cubana en 2015 creció en un 4% , o sea, ocho veces más que la tasa de entre 0.3% y 0.5% que como promedio la CEPAL estima crecerán este año las naciones de América Latina.
Y no hay nada de qué sorprenderse. Ello ocurre cada año por estos días desde 1960, cuando el  Che Guevara, entonces presidente del Banco Nacional de Cuba, se indignó al conocer que el PIB en 1959 había crecido solo un 1% y ordenó inflar dichas estadísticas para dar una "buena imagen" de la revolución.
El coronel Marino Murillo, ministro de Economía, faltó a la verdad al anunciar ese 4% de aumento en el PIB. Y el diario Granma mintió al informarlo a la población. Pero era lógico. El titular de Economía no podía admitir —sin ser destituido al instante— que Cuba aplica un método único en el mundo para calcular el PIB, que es fraudulento de pies a cabeza.
Tampoco podía reconocer que en Cuba la formación bruta de capital fijo es de apenas un 9% del PIB (en Latinoamérica oscila entre 20% y 32% del PIB) y una economía descapitalizada no puede crecer, no es posible; y no podía insinuar siquiera que como en la Isla no hay entidades autónomas que puedan verificar las cifras oficiales, el fraude es imparable.

Y ahora con el proceso de normalización de relaciones con Washington el régimen tiene motivos para mentir aún más. Es simple, una economía socialista "robusta", que crece en un 4% o más, es un magnífico argumento para rechazar darle libertad económica total a los cubanos y permitir que surja un amplio y pujante sector privado, tanto en la industria como en los servicios. Para qué, si el sistema de propiedad estatal centralizada marcha estupendamente,  con una tasa de crecimiento que ya quisieran los países de América Latina, Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, Canadá, Australia, o Japón.
Es  inmoral que el Gobierno hable de crecimiento económico cuando la mitad de sus tierras cultivables están ociosas e invadidas por el  marabú, razón por la que tiene que importar el 80% de los alimentos que consume el país; que tenga que importar hasta frutas frescas y vegetales para los hoteles, y que produzca menos leche, carne  y café que en 1958. Para que se tenga una idea, en 1958 Cuba produjo 960 millones de litros de leche, y en 2014 la cifra fue de 497 millones de litros, o sea, la mitad de hace casi 60 años.
Igualmente es vergonzoso que el país tenga que importar la inmensa mayoría de los productos no alimenticios de consumo porque la destartalada industria nacional es incapaz de producirlos, cuando hace 57 años producía la mayoría de ellos; y que el desempleo real en el país fácilmente pase de un 20% de la fuerza de trabajo total, y que otro porcentaje muy superior tenga que robar al Estado para nutrir el mercado negro, el único que funciona y gracias al cual los cubanos comen y se visten.
Ningún jerarca de la nomenklatura comunista va a admitir tampoco que si de veras hubo algún repunte en el PIB en 2015 con respecto a 2014 (nunca de un 4%) un factor clave fue el aumento sustancial del turismo, particularmente desde EEUU, y de las remesas familiares y otras muchas ventajas obtenidas por el régimen como consecuencia del "deshielo" entre La Habana y Washington. Y también debido al incremento abusivo de los precios que cobra el Estado en las "shopping", que a veces superan el 700% del costo de importación, algo único a nivel mundial.
Gastos como si fueran ingresos
¿Cómo se fabrica el fraude para calcular el PIB? Pues los burócratas de la dictadura contabilizan como nuevos valores creados ciertos gastos sociales gratuitos, es decir, cuentan esos gastos no cobrados como si se hubiesen cobrados y fuesen ingresos. En Salud Pública, por ejemplo, se calcula arbitrariamente cuánto costarían en países capitalistas las cirugías realizadas en los hospitales de Cuba durante un año, y los análisis de sangre, rayos X, etc.
En educación se estiman los costos de carreras universitarias y otros tipos de enseñanza en naciones de economía de mercado. Y todos esos cálculos se convierten en ingresos y en nuevos valores creados por la economía cubana, como si hubiesen sido cobrados. Y se suman tranquilamente al PIB
Por otra parte, el Gobierno asienta en sus libros los subsidios chavistas correspondientes al salario de los miles de médicos en Venezuela como si fuesen exportación de servicios, lo cual no es exactamente así. En el PIB no se pueden contabilizar ingresos obtenidos por nacionales en el extranjero. Lo que pasa es que el régimen les secuestra su salario a los médicos como si esos profesionales fuesen esclavos de propiedad estatal.
Ese dinero ganado con su trabajo por los médicos en Venezuela, Brasil y 64 países más no le pertenece al Estado, sino a ellos y otros profesionales que trabajan en territorio extranjero. Por  tanto no debiera sumarse al PIB, que solo incluye los bienes y servicios (cobrados) generados en suelo nacional.

Esta ficción contable en su conjunto equivale a miles de millones de dólares que se suman  como ingresos y nuevos valores creados. Es decir, el castrismo suma valores ficticios de servicios prestados gratuitamente como si hubiesen generado ingresos a instituciones privadas.  O cobrados en el extranjero por profesionales a los que se les secuestra su  ingreso. Y todo basado en otro fraude mayúsculo, al darle al peso convertible (CUC) una equivalencia con el dólar estadounidense que está a años luz de tener.
Manipulación aceptada
Pero ese juego sucio de manipulación estadística hasta el delirio no tiene importancia, a no ser que se descubra y quede en evidencia, cosa que no parece vaya a ocurrir, al menos a corto plazo. Total, la ONU, la CEPAL, la FAO, la OEA, la Unión Europea y todos los gobiernos y organismos del orbe aceptan sin chistar el ya habitual fraude estadístico de Cuba.
Esta complacencia de la comunidad internacional, que al final puede pasar a la historia como complicidad, involuntaria o no, explica que pese al ostensible desastre de la economía cubana,  salvo cuando se produjo el cese de los subsidios de Moscú en 1991, la dictadura nunca ha admitido una contracción del PIB. 

Por eso los hermanos Castro son los únicos dirigentes políticos que han puesto en duda, hasta ahora, la famosa frase de Abraham Lincoln: "Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo."
Claro, todos sabemos que este axioma de Lincoln sí se va a cumplir. Ojalá sea más temprano que tarde.