domingo, enero 17, 2016

Luis Cino desde Cuba: El asesinato de Mella: un caso bien turbio


Tomado de http://primaveradigital.net/

El asesinato de Mella: un caso bien turbio

Por Luis Cino
Enero 13 de  2016

Arroyo Naranjo, La Habana, Luis Cino, (PD) En vísperas de cumplirse el pasado 10 de enero, los 75 años del asesinato en Ciudad México, en 1929, de Julio Antonio Mella, en el más oficialista de los periódicos cubanos, Granma, apareció un trabajo del historiador Rolando Rodríguez donde se reitera la versión de que los que mataron al joven líder comunista fueron sicarios al servicio del dictador Gerardo Machado.

En su trabajo, Rolando Rodríguez asegura que José Griñat, quien había recibido en La Habana instrucciones directas de Machado para la eliminación de Mella, horas antes del asesinato se había reunido con Mella –que recelaba de él- en un café de la capital mexicana con el fin de identificarlo ante los sicarios que se proponían matarlo.

Pero cada vez hay más dudas sobre la versión que ha sido sostenida durante décadas por la historiografía oficialista cubana.

Investigaciones de historiadores de la izquierda mexicana indican que Mella pudo haber sido asesinado por pistoleros al servicio del Komintern estalinista.

Tras el VI Congreso del Komintern, efectuado en Moscú en I928, el Partido Comunista de México, enfrascado en una reorientación ideológica, había ordenado a Mella que abandonara sus planes de una expedición armada que, partiendo de Veracruz, invadiría Cuba para derrocar el régimen de Machado.

(Julio Antonio Mella y Tina Modotti)

Al negarse a obedecer la órden, el revolucionario cubano, exiliado en México, fue amenazado con ser expulsado del Partido. Airado, presentó su dimisión. Luego la retiró, y tuvo que desistir del plan. Pero había incurrido en un pecado que los estalinistas no perdonaban: vincularse con el trostkismo. Ello pudo significar su sentencia de muerte.

En relación con esta tesis, muchos afirman que más que un asesinato político, se trató de un crimen pasional.

Uno de los que más enconadamente acusó a Mella de trostkista fue Vittorio Vidali, un italiano que era amante de su compatriota y colega en trajines conspirativos, la bella fotógrafa Tina Modotti.

Además de con Mella y Vidali, la bella y promiscua Modotti, solía irse a la cama con los también comunistas, Javier Guerrero, el pintor Diego Rivera y su esposa Frida Kahlo, según se comentaba en la época entre sus conocidos.

La policía mexicana acusó a Tina Modotti y Vittorio Vidali de estar involucrados en el asesinato de Mella. No se les pudo demostrar, pero fueron deportados.

Al final, Vidali se quedó con Tina. Con identidad falsa, la acompañó en el barco que la condujo a Europa. Reaparecieron unos años después, al servicio de Moscú, en la guerra civil española. Tina, pistola al cinto, como enfermera de Dolores Ibáburri (La Pasionaria). Vidali, como el Comandante Carlos, comisario político del Quinto Regimiento y perseguidor de trotskistas y sospechosos de serlo durante la purga de Barcelona en 1937.

Tina Modotti murió en México en enero de 1942. Vittorio Vidali murió 41 años después, en 1983, en Italia.

Siete años antes, en 1976, había estado en La Habana, invitado por Fidel Castro, para participar en los festejos por el primero de mayo.

Mi abuelo Antonio, que también era italiano y simpatizaba con los comunistas, consideraba que Vidali era un asesino.

Cuando era niño, muchas veces escuché los chismes sobre el asesinato de Mella a mis abuelos y a María Luisa Laffita y Pedro Vizcaíno, un matrimonio de comunistas que eran amigos suyos desde los tiempos de la lucha contra la dictadura de Machado.

A propósito, Pedro Vizcaíno fue quien a finales de los años 30, cuando militaba con los guiteristas de La Joven Cuba, acribilló a balazos en La Habana a Pepe Griñat. No tenía dudas de que Griñat tuvo que ver con el asesinato de Mella, lo que habría que saber era si estaba seguro de al servicio de quién actuaron los asesinos: si de Machado, el Partido Comunista de México o el celoso y posesivo Vidali.
luicino2012@gmail.com
********

EL ASESINATO DE MELLA

Los motivos que llevaron a la decisión de liquidar a Julio Antonio Mella

¿Un complot internacional de mentirosos?

POR PINO CACUCCI

Julio Antonio Mella fue asesinado la noche del 10 de enero de 1929 en la esquina de Abraham González con Morelos, de dos tiros de revólver .38: la primera bala atravesó el codo izquierdo y el intestino, la segunda perforó un pulmón. El juez Alfredo Pino Cámara interroga a Tina Modotti y la acusa de varias contradicciones: ella ha declarado que quien disparó -desde un automóvil en la oscuridad- lo hizo mientras ella caminaba tomada del brazo izquierdo de Mella, algo imposible porque la primera bala lo hirió en ese brazo, y no pudo ser un acto sorpresivo porque Mella corría tratando de escapar.

(Julio Antonio Mella y Tina Modotti; después Tina sería pareja de Vittorio Vidali, que también es conocido como ¨Contreras¨)

Hay tres testigos de los hechos: el panadero Luis Herberiche que se encontraba en la puerta de su panadería, y los jovenes Anacleto Rodríguez y José Flores, que estaban a la puerta de su casa en Abraham González. Los tres afirman que vieron a tres personas, dos hombres y una mujer, avanzando desde Bucareli y discutiendo animadamente, y que uno de los dos hombres sacó una pistola y disparó mientras el otro corría hacia delante. En el careo con Tina, Herberiche declara: "No tengo ningún motivo para engañar a la justicia. Soy un comerciante al que no le gusta verse implicado en estos hechos. Siento mucho desmentir a la señora, pero lo que dije es la verdad y lo sostengo". Los periodicos de la época publicaron estos y muchos otros detalles, pero la justicia no pudo esclarecer quién mató a Mella y por qué.

En 1986 hablé con Félix Ibarra, que a los 17 años entró en la Juventud del Partido Comunista Mexicano (PCM) y después simpatizó con la Oposición de Izquierda, que apoyaba a León Trotsky. Ibarra tenía la máscara mortuoria de Mella, que me enseñó -aún conservo la foto que hice- y fue una emoción ver cómo era el rostro del luchador cubano pocas horas después de su fallecimiento. Luego, Félix me contó:

"Lo conocí en 1928, cuando yo vivía donde ahora está el metro San Antonio Abad. El venía a repartir propaganda y me acuerdo muy bien de ese muchacho alto, fornido, que siempre transmitía entusiasmo. Al principio se adhirió a la Oposición de Izquierda, pero cuando lo acusaron de atentar contra la unidad del PCM, oficialmente tomó distancia, aunque en octubre de 1928 fundó la revista Tren Blindado, que era el emblema de Trotsky... Fue un desafío. Además, Tina fotografió la máquina de escribir de Julio Antonio y en la hoja de papel que sale del carro se puede leer una frase de Trotsky sobre la función revolucionaria del arte. Cuando lo mataron, le pregunté varias veces a mi tío Alberto Martínez, que era dirigente del PCM, quién era el asesino, y siempre evitó contestarme, hasta que un día, cuando pensó que yo tenía ya una consciencia política sólida, me dijo: 'Fue ese malvado de Sormenti'. Y no quiso agregar más. Mi tío conocía a Vittorio Vidali como Carlos Contreras o Enea Sormenti, y creía que Sormenti era su verdadero apellido. Años después, hablé del asunto con Diego Rivera, y me dijo: 'Todos sabemos que fue Vidali, ya nadie puede tener dudas al respecto'".

Otra persona, cuya vida es parte de la historia del comunismo en Italia, pero no quiere involucrarse en esta polémica desgarradora, me contó que una vez, discutiendo con Vidali en Trieste, éste le dijo: "No fui yo personalmente, pero claro que a Mella lo liquidamos nosotros. Era un irresponsable, estaba quebrando la unidad del partido y la unidad sindical".

(Última constancia fotográfica y fílmica en que se ven a Stalin y a Trosky juntos (ambos con camisas blancas) que fue durante el funeral de Félix Edmundovich Dzerzhinsky fundador y jefe de la tenebros Cheká, cuyo féretro es llevado por la más alta dirigencia comunista)

La ruptura entre Trotsky y Stalin se da en 1924. La lucha entre dos conceptos de revolución socialista -"revolución permanente" y "revolución en un solo país"- se propaga a los "partidos hermanos" del mundo, y en México alcanzará uno de los niveles más sangrientos. El PCM es considerato por el Komintern el eje de la ideología moscovita en América. La línea que dicta la ciudad de México está destinada a influir en el subcontinente. Stalin tiene en México un comité central lleno de líderes fieles, pero, junto a ellos, emergen figuras peligrosamente atraídas por el trotskismo. Y es para controlarlas o suprimirlas que Vidali -alias Carlos Contreras o Enea Sormenti- es enviado a México.

Mella no fue abierto partidario de Trotsky, pero su deseo de derribar a Gerardo Machado en Cuba es bloqueado por Moscú: cada foco rebelde en América Latina representa un peligro para la consolidación del poder en la Unión Soviética. Apoyar un intento insurreccional en la isla significa desafiar los intereses económicos estadunidenses, y Moscú no quiere que Washington considere a la Unión Soviética una amenaza a su "patio trasero", según la Doctrina Monroe. Los partidos comunistas, en esta fase histórica, trabajan para impedir sublevaciones armadas en sus respectivas áreas de influencia.

En el IV Congreso de la Internacional Sindical, Mella conoce al comunista español Andrés Nin, quien le expone las tesis de la Oposición de Izquierda sobre la política de colaboración entre las clases impulsada por Stalin y Bujarin. De inmediato, el dirigente comunista argentino Víctor Codovilla exige la expulsión de Nin. Mella comparte la postura de Nin pero no puede apoyarlo, porque se aislaría, ni quiere hacerse cómplice de la expulsión; así, decide mantenerse al márgen y Codovilla emprende una campaña contra él.

Cuando Mella apareció en México, el PCM afrontaba una profunda crisis interna. Entre 1925 y 1926, se había producido una ruptura entre la dirigencia de Xavier Guerrero, David Alfaro Siqueiros y Rafael Carrillo, y el ala derecha del partido que buscaba aliarse con sectores del gobierno de Plutarco Elías Calles, o sea el gobierno que estaba usando a la CROM para controlar el movimiento obrero y aplastar los movimientos independientes. En el V Congreso del PCM, en abril de 1928, Mella y su grupo llaman a reorganizar la lucha sindical contra la CROM, pero son derrotados por la dirección del partido, que los acusa de intentar una nueva dispersión de las fuerzas obreras. Todo esto sucede en vísperas del IV Congreso de la Internacional en Moscú.

El 17 de julio un cristero mata al presidente reelecto Alvaro Obregón en el restaurante La Bombilla, y a los pocos días los dirigentes de la CROM son acusados de complicidad en el magnicidio: aprovechando la confusión debida a los torpes errores de la dirigencia de centro-derecha del PCM, y con respaldo de Diego Rivera, Mella, decide afrontar en Moscú la intransigencia del Komintern y del mismo Stalin. Apoyado por delegados obreros y campesinos, gana la votación y los dirigentes de la Internacional son obligados a permitir el nacimiento de la Confederación Sindical Unitaria de México. Stalin no replica, se limita a esbozar una sonrisa que sus adversarios aprenden a reconocer pronto: es aquella anuencia lenta, de padre bonachón, que anticipa la venganza. Es su manera de emitir condenas inapelables, por las cuales sabrá esperar años en algunos casos, y sólo meses en otros.

(Vittorio Vidali o ¨Contreras¨ )

En septiembre de 1928, la derecha del PCM pide la expulsión de Mella por "el crimen de trabajar contra la línea del partido". Lo apoyan Xavier Guerrero, Rafael Carrillo y Vittorio Vidali. Muchos dirigentes hacen frente común contra la izquierda dirigida por Mella y Diego Rivera. El partido se enfrenta al peligro de una grave ruptura, y Mella es destituido del comité central y aislado. Ante la prohibición absoluta de organizar una expedición a Cuba, suspende su colaboración con el partido y sigue con su proyecto. Pero comprende que son muy pocos los militantes dispuestos a embarcarse en la empresa, pues hacerlo significa ponerse en contra del PCM y de la Internacional. Gerardo Machado sabe muy bien que Mella no tiene recursos ni hombres para emprender una guerrilla en Cuba, menos aún zarpando desde México, donde los militantes del PCM y el mismo gobierno mexicano se lo impedirían; Machado no tiene ningún motivo sensato, tomando en cuenta la situación, para provocar la reacción del gobierno mexicano mandando a matar a Mella que en ese momento no constituye ninguna amenaza. Es diciembre de 1928, un mes antes de su asesinato. Durante una acalorada reunión en la calle de Mesones, la última en la que Mella participa, Vidali pierde el control y se acerca al cubano gritándole: "No lo olvides nunca: de la Internacional se sale de dos maneras, ¡o expulsado o muerto!"

¿Sabía o no?

Nunca sabremos si Tina estaba enterada de esto o si lo descubrió después, mucho después. Podemos entender por qué rechazó la versión de los tres testigos, declarando que los disparos llegaron desde la oscuridad: la justicia mexicana, la policía y los jueces eran el "enemigo", había que defender el ideal, la causa suprema, el Partido. Pero en 1941, poco tiempo antes de su muerte, habló con el exiliado español Jesús Hernández, que había sido ministro del gobierno republicano. En sus memorias, Yo fui un ministro de Stalin, Hernández afirma que Vidali participó en la captura, tortura y asesinato de Andrés Nin en la guerra de España. Ese día se lo recordó a Tina, diciéndole que por ello arrestó a Vidali pero otros funcionarios ordenaron su inmediata liberación. Ante eso, Tina con un rencor inesperado comentó: "Lo hubieras fusilado. Hubiera sido una buena acción, te lo aseguro. No es más que un asesino, y me arrastró a un crimen monstruoso. Lo odio con toda mi alma. Pero estoy obligada a seguirlo hasta el final. Hasta la muerte".

Esa muerte se produjo en un taxi la noche del 5 de enero de 1942, por "congestión visceral generalizada", como reza el acta de defunción, y no por un "ataque del corazón" como siempre dijo Vidali. La "congestión" sirvió a la prensa para anunciar en primera plana: "Envenenada Tina Modotti, típica eliminación estalinista". En la hemeroteca de la UNAM esos diarios están disponibles, pero nunca sabremos cómo realmente murió Tina.

Puras mentiras

¿Mintió Jesús Hernández sobre la amarga frase de Tina? ¿Mintieron los testigos de la calle Abraham González, acaso contratados por la embajada cubana? ¿Un panadero y dos menores de edad cómplices de Gerardo Machado? ¿Es un mentiroso Felix Ibarra? ¿Mintió Julián Gorkín, que en España combatió contra Franco y por el resto de su vida acusó a Vidali de varios asesinatos? ¿Mintió el combatiente italiano Umberto Tommasini, que en España organizó un grupo de buzos de asalto para dinamitar los barcos que llevaban armas a Franco, y luego se dedicó hasta el fin de sus días a perseguir a Vidali en cualquier situación pública acusándolo de haber matado cobardemente por la espalda a tantos compañeros?

Es difícil aceptar que algunos ídolos se caigan del pedestal, como a menudo le sucede a quien tiene escasos conocimientos de la historia, pero definir a Vidali como "un revolucionario" es un insulto a la memoria de tantos revolucionarios que sacrificaron su vida por un sueño de justicia y democracia que Stalin y sus esbirros convirtieron en pesadilla.