Pedro Campos: Medicina: la 'gratis', la pública, la privilegiada, la necesaria
Medicina: la 'gratis', la pública, la privilegiada, la necesaria
Por Pedro Campos
La Habana
25 Ene 2016
Está muy difundido en el mundo el criterio de que la medicina en Cuba es gratis. Muchos carteles aquí hablan de la medicina gratis y se le quiere hacer creer a la gente, al trabajador, al ama de casa y al jubilado, que la medicina en Cuba no le cuesta nada al paciente: no es cierto.
Es verdad que en Cuba la mayor parte de la medicina está subsidiada por el presupuesto del Estado. Pero ese presupuesto no se inventa, ni se saca de un sombrero con varita mágica. Los recursos para ese subsidio tienen fuentes. Puede haber otras, pero estas son las principales:
La apropiación de las dos terceras partes y más de los emolumentos de los profesionales de la medicina que ejercen noblemente el internacionalismo en otros países.
- Los bajos salarios que paga a trabajadores del sector de la medicina y del resto de los sectores del país que trabajan para el Estado por salarios miserables en pesitos cubanos.
- Los altos precios y seguros por servicios médicos que cobra el Estado a los extranjeros y cubanos residentes fuera del país.
- Los ingresos enormes que recibe el Estado de la venta de productos médicos cubanos de reconocida calidad internacional a altos precios en el mercado mundial, fabricados algunos con sangre de los donantes voluntarios y por investigadores y trabajadores que reciben migajas como salarios.
- Las ganancias sustanciales que obtiene el Estado de la venta de medicamentos, tanto en moneda nacional como en sus farmacias especiales en divisas.
Por tanto, no es cierto que la medicina cubana sea gratis. La pagan los trabajadores y pacientes cubanos con su sudor y su sangre.
Pero además hay en Cuba una medicina pública para el pueblo y otra privilegiada para burócratas, pudientes y extranjeros.
La pública, que se ofrece normalmente por el Estado al pueblo en consultorios de la familia, policlínicos y hospitales, con profesionales talentosos y dedicados, pero con servicios de relativa calidad según las condiciones de las instalaciones y de los medios técnicos que, en no pocas ocasiones, hacen esperar muchas horas a los pacientes, recibir turnos de especialistas para meses después y resultados de análisis que a veces sirven para enseñarlos a la hora de la autopsia.
Y otro servicio médico especial de alta calidad y prontitud para privilegiados, que se ofrece en clínicas y hospitales especiales para la burocracia político-militar y los extranjeros en el Hospital Cira García, el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas, las clínicas especiales del MININT y algunos pisos del Hospital Nacional Hermanos Amejeiras. Existen importantes centros de investigaciones especializados que también son priorizados para burócratas de alto nivel y extranjeros.
Esa diferencia entre un servicio público mediocre y una medicina de alta calidad que no está al alcance de todos, se pone de manifiesto también en la existencia de dos tipos de farmacias, las farmacias en moneda nacional donde los medicamentos se pagan en pesos cubanos que, para obtenerlos, precisan de una receta médica y no siempre están en existencia; y las farmacias donde los medicamentos se venden en CUC (25 pesos por un CUC). En estas últimas existen miles de medicinas y medicamentos que no están disponibles en las farmacias en moneda nacional y a ellas no tienen acceso las personas que no tengan acceso abundante al CUC.
No existen informaciones precisas al respecto, pero es lógico pensar que en estas circunstancias, dadas esas diferencias y los bajos salarios que devengan los galenos en Cuba, algunos profesionales de la medicina utilicen medios y recursos del Estado para prestar servicios especializados prioritarios, altamente pagados, a personas con amplio acceso a la divisa.
En consecuencia, en Cuba la medicina está afectada y padece las mismas consecuencias que el resto del modelo económico social estadocéntrico implantado en Cuba en nombre del socialismo. En consecuencia, la medicina no está socializada, como se dice, sino estatizada, pues el Estado es el encargado de todo lo relacionado con los servicios médicos. Mientras que la socialización implicaría que la medicina estuviera en manos de los ciudadanos y sus asociaciones.
Por tanto, Cuba necesita un cambio en el sistema médico, que socialice la medicina (como mismo debe ocurrir con el sistema socio-económico y político del país-) para elevarla a planos superiores y garantizarla a todos. Ello implicaría una amplia reforma del actual sistema en muchos aspectos, entre ellos: modificar las fuentes de ingreso al presupuesto médico; establecer un impuesto-seguro médico para todos los ciudadanos; municipalizar el control de ingresos, costos y gastos de la medicina pública; conceder autonomía administrativa y financiera a los hospitales y centro de salud y pago a los profesionales del sector por servicios prestado, no salarios fijos.
Además, posibilitar abiertamente el ejercicio de la medicina privada, paralelamente a la pública y luego de que los profesionales cumplan con ella; permitir el renacimiento de clínicas mutuales; establecimiento de una sola moneda; alguna forma para garantizar medicina plena de alta calidad para la tercera edad; la libertad de importar todo tipo de equipamiento médico y otros.
Una medicina privada de asistencia primaria unida a un sistema de clínicas mutuales (asociadas), presionaría, y a la inversa, sobre el sistema público en busca de una mejor calidad del servicio en todos los sentidos.
La población cubana en 1958 era de aproximadamente 6 763 736 habitantes y había en el país 6 286 médicos ( sin incluir estomatólogos ) y un total de 32 501 camas y de ellas 28 536 de asistencia médica (Anuario Estadístico de 1988, 564 y 569). Del total de camas de servicio hospitalario 10 643 pertenecían al servicio estatal, servicio en el cual laboraban 1 125 médicos (Zuaznábar, 5). El 51% de las camas de los hospitales estaban situadas en la capital del país (Abreu, 40). Los números de habitantes por cama (237) y de habitantes por médico (1076) en 1958 eran mejores que los de la mayoría de los países latinoamericanos en esa época y más aún, que los que tuvieron esos países aproximadamente 20 años después como se puede comprobar observando la página 675 del Anuario Estadístico de 1988. Observando las cifras de aproximadamente el año 1980 diré, que solamente Puerto Rico (789), Argentina (521), Uruguay (533) y Venezuela (888) tuvieron mejores índices de habitantes por médico que el que tuvo Cuba en 1958; el resto lo tuvieron peor. Al comparar las cifras de aproximadamente el año 1980 con relación al número de habitantes por camas diré que solamente Argentina (176 ), Puerto Rico (229) y Guyana (215) tuvieron mejores índices que el que tuvo Cuba en 1958; el resto de los países latinoamericanos todavía en el año 1980 presentaron índices peores que el que presentó Cuba en 1958. En la Cuba de 1958 el número de camas de asistencia médica por cada 100 000 habitantes era de 422, En América Latina en su conjunto y en estos momentos es solamente de 220 camas (Granma, 5).
La prevalencia de la Lepra en 1958 era de 0,7 por cada mil habitantes (Informe Anual 1976, Anexo p. 46). Las tasas de morbilidad por cada 100 000 habitantes de muchas enfermedades en la Cuba de finales de los años cincuenta eran también mejores que las de muchos países latinoamericanos: Tuberculosis (18,2); Difteria (2,4); Escarlatina (0,1). No se habían presentado casos de Fiebre Amarilla, Tifoidea y Peste Bubónica; al comenzar la República, la Tifoidea, por ejemplo, había presentado una morbilidad de 5,1 por mil habitantes. Las cifras de morbilidad de Viruela, Tifus, Tosferina, Sarampión, Sífilis y Hidrofobia eran de las mejores en América Latina. Las siguientes tasas de muerte por 100 000 habitantes en el año 1958, salvo que se especifique otro año, apoyan lo anterior: Fiebre Tifoidea (0,4); Tétanos (3,0); Tuberculosis en 1959 (16,6); Poliomielitis aguda (0,1); Sarampión (0,4); Meningitis no meningococcica (2,1); Paludismo (0,4); Difteria en 1959 (0,9); suicidio o lesiones autoinfligidas (13,9); accidentes de vehiculo de motor y otros accidentes de transporte (7,2); defunciones maternas (125,3) y defunciones maternas por aborto (9,3). Las dos últimas tasas son por cada 100 000 nacidos vivos. (Informe Anual de 1976, Anexos 36-43). La tasa de mortalidad materna de Cuba en 1958 de 125,3 era mejor que las que aún aparecen en el año 1992 para Países en Desarrollo (350) y Países menos Desarrollados (590) en la Tabla mencionada del Material de Estudio del MINED..
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