Esteban Fernández: LA DISCRIMINACIÓN CONTRA LOS FEOS
Por Esteban Fernández
21 de abril de 2016
Lo tristemente cierto es que en esta vida el que luce bien se salva y al horripilante lo coge la confronta. Y esto, quede claro, representa una discriminación contra todos lo que no son agraciados por la naturaleza.
Y que conste que yo no me siento afectado por esa injusta premisa porque yo encuentro a mis dos hijas -como todo padre orgulloso- bonitas, pero lo que más me agrada es que son muy buenas conmigo, jamás se dan lija e inclusive a veces me parece, como verán a continuación, que no captan el valor que la belleza conlleva.
Digo esto porque la semana pasada se me encendió en el tablero del carro el símbolo de “Engine” dándome a entender que algo funcionaba mal en mi automóvil.
Se lo dije a mi hija Ana Julia e inmediatamente me respondió: “Oh, papi, a mí me pasa lo mismo a cada rato y voy a cualquier tienda de “auto parts” y los jóvenes empleados se vuelven locos por arreglarme el problema y ni me cobran”
Mi hija Sandra que escuchaba la conversación estuvo de acuerdo y dijo: “Sí, dad, y de paso ves al Car Wash que está en la Ventura Blvd. ahí ni mi hermana ni yo pagamos por lavarnos los carros”.
Eso me recordó al tipo que les dijo a sus amigos: “¡Voy a Memphis y me voy a quedar a dormir en la casa de Elvis Presley!” y le dijeron: “Chico, tú estás loco, si tú ni conoces a Elvis” Y el hombre les contestó: “Bueno, mi preciosa hermana Juanita solamente se paró frente a la reja de la mansión de Elvis y éste salió, la mandó a pasar y ella se quedó ahí durante tres días”
Yo tuve una bandida clienta del “Check Cashing Store”, rubia, de unos 25 años, escultural, de ojos azules, parecía una modelo. Me metió tres cheques sin fondo. Con dolor de mi alma tuve que llamar a la policía. Recuerdo que le dije al agente: “Cuando la veas en persona no vas a querer llevártela presa y mucho menos que la condenen a prisión”. Y, efectivamente, ustedes no me lo creerán pero el detective terminó casado con la preciosa estafadora.
Y muchas veces las apariencias engañan. Allí llegaban tipos en motocicletas, barbudos, sucios, desaliñados, llenos de tatuajes y evitábamos cambiarles sus cheques. Entraba un tipo que se parecía a George Clooney, de cuello y corbata, y todas las empleadas se fajaban por atenderlo. Les juro que en mi larga experiencia mercantil todos los tatuados y estrafalarios, al final de la jornada, salieron mejores clientes que los elegantes y bien parecidos.
¿Ustedes no han observado (yo lo he visto muchas veces) a una anciana que pesa 300 libras, llena de arrugas, con dentadura postiza, con bastón, cargando cinco cartuchos de mandados y nadie la ayuda mientras a una saludable y linda señorita cuatro empleados de la bodega salen disparados a acomodarle en el carro todas las mercancías?
Y cometemos el grave error de encontrar similitud y equiparar a la belleza con la inteligencia. Inmediatamente que vemos de lejos, o en el cine, a Angelina Jolie imaginamos que debe ser brillante, sin embargo, la escuchamos en una entrevista y nos damos cuenta que puede ser extremadamente torpe. Y con lo mucho que ustedes saben me gusta Jennifer López quiero confesarles que sufrí una gran decepción cuando la vi en un video virándose de espaldas, poniéndole sus nalgas a la cámara y lanzando a lo descarado un viento al aíre. Pensé: “Está buenísima pero es una imbécil”
Hasta en los animales nos encantan los pavos reales hasta que abren el pico y lanzan esos detestables graznidos.
Por consiguiente ya es hora que entre tantos movimientos sociales antidiscriminatorios existentes, se debe crear un frente a favor de las personas poco afortunadas a la hora de la repartición de hermosura.
En lo que a mí respecta nada de esto me ha afectado porque desde que tengo uso de razón siempre he utilizado a mi favor la canción de Pacho Alonso que decía:”Qué me digan feo si la dicha de quien no es bonito todos la desean”.
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LA DISCRIMINACIÓN CONTRA LOS FEOS
Por Esteban Fernández
21 de abril de 2016
Lo tristemente cierto es que en esta vida el que luce bien se salva y al horripilante lo coge la confronta. Y esto, quede claro, representa una discriminación contra todos lo que no son agraciados por la naturaleza.
Y que conste que yo no me siento afectado por esa injusta premisa porque yo encuentro a mis dos hijas -como todo padre orgulloso- bonitas, pero lo que más me agrada es que son muy buenas conmigo, jamás se dan lija e inclusive a veces me parece, como verán a continuación, que no captan el valor que la belleza conlleva.
Digo esto porque la semana pasada se me encendió en el tablero del carro el símbolo de “Engine” dándome a entender que algo funcionaba mal en mi automóvil.
Se lo dije a mi hija Ana Julia e inmediatamente me respondió: “Oh, papi, a mí me pasa lo mismo a cada rato y voy a cualquier tienda de “auto parts” y los jóvenes empleados se vuelven locos por arreglarme el problema y ni me cobran”
Mi hija Sandra que escuchaba la conversación estuvo de acuerdo y dijo: “Sí, dad, y de paso ves al Car Wash que está en la Ventura Blvd. ahí ni mi hermana ni yo pagamos por lavarnos los carros”.
Eso me recordó al tipo que les dijo a sus amigos: “¡Voy a Memphis y me voy a quedar a dormir en la casa de Elvis Presley!” y le dijeron: “Chico, tú estás loco, si tú ni conoces a Elvis” Y el hombre les contestó: “Bueno, mi preciosa hermana Juanita solamente se paró frente a la reja de la mansión de Elvis y éste salió, la mandó a pasar y ella se quedó ahí durante tres días”
Yo tuve una bandida clienta del “Check Cashing Store”, rubia, de unos 25 años, escultural, de ojos azules, parecía una modelo. Me metió tres cheques sin fondo. Con dolor de mi alma tuve que llamar a la policía. Recuerdo que le dije al agente: “Cuando la veas en persona no vas a querer llevártela presa y mucho menos que la condenen a prisión”. Y, efectivamente, ustedes no me lo creerán pero el detective terminó casado con la preciosa estafadora.
Y muchas veces las apariencias engañan. Allí llegaban tipos en motocicletas, barbudos, sucios, desaliñados, llenos de tatuajes y evitábamos cambiarles sus cheques. Entraba un tipo que se parecía a George Clooney, de cuello y corbata, y todas las empleadas se fajaban por atenderlo. Les juro que en mi larga experiencia mercantil todos los tatuados y estrafalarios, al final de la jornada, salieron mejores clientes que los elegantes y bien parecidos.
¿Ustedes no han observado (yo lo he visto muchas veces) a una anciana que pesa 300 libras, llena de arrugas, con dentadura postiza, con bastón, cargando cinco cartuchos de mandados y nadie la ayuda mientras a una saludable y linda señorita cuatro empleados de la bodega salen disparados a acomodarle en el carro todas las mercancías?
Y cometemos el grave error de encontrar similitud y equiparar a la belleza con la inteligencia. Inmediatamente que vemos de lejos, o en el cine, a Angelina Jolie imaginamos que debe ser brillante, sin embargo, la escuchamos en una entrevista y nos damos cuenta que puede ser extremadamente torpe. Y con lo mucho que ustedes saben me gusta Jennifer López quiero confesarles que sufrí una gran decepción cuando la vi en un video virándose de espaldas, poniéndole sus nalgas a la cámara y lanzando a lo descarado un viento al aíre. Pensé: “Está buenísima pero es una imbécil”
Hasta en los animales nos encantan los pavos reales hasta que abren el pico y lanzan esos detestables graznidos.
Por consiguiente ya es hora que entre tantos movimientos sociales antidiscriminatorios existentes, se debe crear un frente a favor de las personas poco afortunadas a la hora de la repartición de hermosura.
En lo que a mí respecta nada de esto me ha afectado porque desde que tengo uso de razón siempre he utilizado a mi favor la canción de Pacho Alonso que decía:”Qué me digan feo si la dicha de quien no es bonito todos la desean”.
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