jueves, mayo 05, 2016

Alfredo M. Cepero: LOS PATRIOTAS NUNCA MUEREN; SE MULTIPLICAN. ERNESTINO ABREU: NUESTRO DON QUIJOTE DE LA MANCHA

Tomado de http://www.lanuevanacion.com/


LOS PATRIOTAS NUNCA MUEREN; SE MULTIPLICAN.

Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
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"Old soldiers never die; they just fade away", balada donde se describe la lucha contra el Imperio del Sol Naciente en la Segunda Guerra Mundial, citada por el General Douglas MacArthur en su discurso de despedida ante el Congreso Norteamericano, el 19 de abril de 1951.

En la mañana del viernes 29 de abril recibí una llamada con la noticia esperada pero de todas maneras dolorosa de la muerte de un soldado incansable de nuestra prolongada lucha por la libertad de Cuba, mi amigo el Ingeniero Ernestino Abreu. Su hijo Ernesto me dijo: "El viejo falleció" y una corriente emotiva recorrió de norte a sur el mapa de mi geografía. Por mi mente pasó a velocidad sideral la película fascinante de mis relaciones de toda una vida con este cubano excepcional. Una película con capítulos de superación, lealtad, heroísmo y servicio que estas palabras mías no serán capaces de describir a cabalidad pero que deben de ser dichas y escritas para ejemplo y estímulo de las generaciones futuras. Las generaciones que tendrán que agradecerle la libertad y terminar la obra de amor iniciada por este profeta de la esperanza.

Para entender la vida de este hombre iluminado por el ideal de la libertad tenemos que comenzar por su origen campesino en el seno de una familia de limitados recursos económicos. Con apenas 16 años, el muchacho negociaba todos los días a lomo de caballo los 34 kilómetros de ida y regreso al pueblo de Jagüey Grande para completar los cursos que le permitieran acceder a una educación superior. Fue así como logró ingresar primero en la Escuela Técnico Industrial de Rancho Boyeros y, más tarde, en la Escuela de Artes y Oficios de La Habana donde unos años después se graduó de Químico Industrial. En 1955, a los 31 años de edad, el joven campesino con voluntad de hierro se graduaba de Ingeniero Agrónomo en la Universidad de la Habana.

Una vez alcanzado el éxito profesional funda una familia con una mujer perfecta para un hombre de sus inquietudes patrióticas y su intensidad de carácter. En las muchas veces en que fui invitado a su casa, yo tuve el gran honor y la inmensa satisfacción de ser objeto de las atenciones y el afecto de Alicia Abreu. Una compañera que aceptó de buen grado las prolongadas ausencias y las actividades conspirativas de su marido sin exigir explicaciones ni proferir una sola queja. Una versión moderna de Bernarda Toro ("Manana" para su marido), la heroína que optó por vivir en un rancho desvencijado en la campiña cubana para estar cerca del amor de su vida, el General Máximo Gómez. De esos dos pilares sólidos nacieron docenas de hijos y nietos que han triunfado en la vida y que son testimonio viviente del legado de decencia y honor de sus padres y abuelos.

(Ernestino Abreu)

Entre sus muchas virtudes, Ernestino Abreu supo ser siempre el amigo fiel y servicial de todos aquellos que necesitaron su ayuda, ya fuera en lo material o en lo espiritual. Disfrutaba intensamente la interacción con todos aquellos que tuvimos el privilegio de tratarlo y que hoy somos mejores seres humanos por haberlo tenido en nuestras vidas. Como si lo estuviera experimentando en este momento, siento todavía su fuerte estrechón de manos, su abrazo efusivo de bienvenida y las frases de estímulo con que siempre se despedía. Nunca fue negativo ni crítico, ni siquiera de aquellos que lo engañaron o lo traicionaron. Fue fácil para el perdón y pródigo en el elogio. Como un laurel frondoso, dio sombra y abrigo a todos los que transitaron por su camino. No reconoció más enemigos que los tiranos que todavía oprimen a su patria y contra los que estoy convencido de que seguirá luchando desde la eternidad.

Sin embargo, la faceta más conocida de su personalidad fue su dedicación absoluta a la recuperación de la patria perdida. Cuando otros hombres llevan nietos a la escuela o se dedican a contar historias, Ernestino Abreu decidió hacer historia por cuenta propia. A los 74 años de edad y después de haber fracasado en un intento dos años antes, emprendió un viaje de 24 horas y desembarcó a las 11 de la noche del 14 de mayo de 1998 en las costas de Cuba. No fue a dialogar con los sátrapas sino a confrontarlos a tiro limpio, el único lenguaje que entienden estos abusadores de mujeres, asesinos de presos y torturadores de opositores pacíficos. Por ese gesto inaudito en hombres de su estación en la vida lo llamé un día nuestro Don Quijote de la Mancha. ¡Qué pena que hombres de esta calidad sean tan escasos como el mirlo blanco!

Para quienes carecen de ese gran tesoro que es la fe, Ernestino Abreu ha muerto y dejado de ser parte de la lucha por la libertad y la dignidad del pueblo cubano. Para quienes creemos en la providencia divina, este cubano en superlativo sencillamente se nos ha adelantado en el camino hacia la patria celestial reservada para quienes cumplen su misión en la Tierra. Estoy seguro de que en este mismo instante está intercediendo ante todas las potestades celestiales para que hagan el milagro de libertar a Cuba de los vándalos que la oprimen.

Más que con la palabra, predicó con el instrumento poderoso del ejemplo. Y ese ejemplo será la semilla fructífera que se multiplicará en millares de patriotas que serán guardianes de la libertad de Cuba en el difícil futuro que se nos avecina. Porque los patriotas como Ernestino Abreu nunca mueren; se multiplican. Y con ello, se ganó un lugar de privilegio en el panteón de nuestros inmortales. Que Dios lo acoja en su santo seno. 
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ERNESTINO ABREU: NUESTRO DON QUIJOTE DE LA MANCHA

Por Alfredo M. Cepero

"Sancho, por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida". Don Miguel de Cervantes Saavedra en el Don Quijote de la Mancha.

La historia de las luchas por nuestra libertad, desde Carlos Manuel de Céspedes hasta Orlando Zapata Tamayo, está llena de patriotas que vivieron y murieron en concordancia con esta sabia y edificante máxima de Cervantes. Pero, recordando la frase lapidaria del italiano Aldo Baroni sobre que "los cubanos son un país de poca memoria", es importante que, de vez en cuando, repasemos sus capítulos no solo para enaltecer a sus héroes sino para aprender de sus enseñanzas. En este trabajo vamos a enaltecer a uno de esos héroes.

Este es el caso de un hijo genuino del campo cubano que nació hace más de ocho décadas en una pequeña finca ubicada en una zona conocida como La Montaña a unos17 kilómetros del pueblo de Jagüey Grande, en la provincia de Matanzas, Cuba. El padre y ocho hijos trabajaban de sol a sol para extraer sustento de una tierra pedregosa y árida donde no crecían más que la piña y el plátano. Pero uno de los varones miraba más allá de los linderos del conuco que ponían límites a su capacidad para mejorar su futuro personal y a su vocación de servir a sus semejantes.

Con apenas 16 años, el muchacho negociaba todos los días a lomo de caballo los 34 kilómetros de ida y regreso a Jagüey Grande para completar los cursos que le permitieran acceder a una educación superior. Fue así como logró ingresar primero en la Escuela Técnico Industrial de Rancho Boyeros y, más tarde, en la Escuela de Artes y Oficios de La Habana donde unos años más tarde se graduó de Químico Industrial. En 1955, a los 31 años de edad, el joven campesino con voluntad de hierro se graduaba de Ingeniero Agrónomo en la Universidad de la Habana. Su nombre, Ernestino Abreu Horta.

¿Por qué he comparado a este hombre con Don Quijote, el caballero andante que se impuso como misión deshacer entuertos para contribuir a una humanidad más justa? Muy simple. En 1959, la vida le sonreía y se multiplicaban las oportunidades de recoger el fruto de sus esfuerzos para su beneficio y el de la familia que ya había empezado. Como el 90 por ciento de nuestra clase media podía haberse dedicado a hacer dinero y olvidarse del hambre de nuestros guajiros, del asesinato de nuestros jóvenes, de los fusilamientos sin juicio y de las violaciones de nuestras libertades por unos nuevos tiranos disfrazados de libertadores. Pero la sensibilidad de este hombre no le permitía permanecer indiferente ante la injusticia y puso el acero de su voluntad al servicio de Cuba y de los cubanos.

(Ernestino Abreu)

Como Don Quijote rechazó oportunidades de prosperidad personal e hizo caso omiso a quienes le aconsejaban cautela. Como Don Quijote emprendió batalla contra unos molinos de viento representados por las mentiras, los engaños y las falsas promesas de un régimen aplaudido en ese momento por la mayoría del pueblo cubano. Pero Abreu, como lo ha demostrado a lo largo de su vida fructífera, no es un hombre que sigue encuestas sino los dictados de conciencia. Su respuesta a los fusilamientos masivos y sin juicio de Raúl Castro en Santiago de Cuba fue comenzar a conspirar el 5 de enero de 1959. Diez meses más tarde era nombrado Coordinador del Movimiento de Recuperación Revolucionaria en la provincia de Oriente.

En agosto de 1960 se muda para su provincia natal de Matanzas con la encomienda de preparar las condiciones para recibir la invasión que ya se organizaba en el exterior. El 20 de diciembre de 1960 abre un frente de guerra en la Finca Prendes, propiedad de su hermano Wilfredo en la zona de La Montaña. El 17 de abril de 1961 es sorprendido por una invasión cuya desorganización condujo al fracaso que dio al traste con nuestras esperanzas de libertad y consolidó la tiranía de los hermanos Castro. Tres semanas después se asila en la Embajada de Brasil para escapar de las garras de quienes lo buscaban frenéticamente para llevarlo al paredón de fusilamiento, tal como hicieron con dos de sus lugartenientes Abilio Abreu y Julián Sotolongo García.

Pero, como todos los iluminados por un ideal, este hombre no hacía concesiones al descanso mientras su pueblo permaneciera esclavo. En septiembre de 1963 construye e inaugura con fondos proporcionados por Washington nuevos campamentos de entrenamiento militar en una Nicaragua solidaria entonces con la libertad de Cuba. Año y medio después los campamentos son cerrados por negación de los fondos a consecuencia de cambios en la política norteamericana, los patriotas cubanos quedamos una vez más a la deriva y el Ingeniero Abreu tiene que enfrentar la realidad de alimentar a una familia de ocho personas. Durante los próximos 14 años fomenta plantaciones de arroz, administra centrales azucareros y se convierte en millonario con el fruto de su trabajo.

En 1979, añorando el calor de sus hermanos de exilio, muda su familia para Miami y pone capital y energías en la entonces próspera industria de la construcción. Pero, cuidado porque este hombre jamás se ha resignado a estar alejado de la lucha por la libertad de Cuba. En Miami, lo mismo aporta fondos personales para financiar incursiones militares contra la tiranía que da empleo en sus empresas a compañeros en la lucha por la libertad que proporciona ayuda económica sin hacer ostentación ni alarde a sus compatriotas más necesitados. De todo esto yo fui testigo de excepción.

Cuando hablamos con este hombre sentimos una especial emoción porque estamos en presencia de un ejemplo vivo y una versión contemporánea de aquellos hermosos mecenas de nuestra guerra de independencia Martha Abreu, Miguel Aldama y Francisco Vicente Aguilera. Como Aldama y Aguilera, este Abreu de nuestro tiempo quemó su capital en la pira voraz de la lucha por nuestra libertad. Como ellos, dedicó tiempo y esfuerzo a las organizaciones en la vanguardia de esa lucha. En el caso del Ingeniero Abreu ha sido Secretario General del MRR, Presidente de la Junta patriótica Cubana y Presidente del Colegio de Ingenieros Agrónomos y Azucareros.

Después de una vida larga, azarosa e intensa cualquiera habría dicho que Ernestino Abreu tenía derecho a un bien ganado retiro. Pero no el Don Quijote de este relato que más bien parece una conmovedora epopeya. A los 74 años de edad y después de haber fracasado en un intento dos años antes, Ernestino Abreu emprendió un viaje de 24 horas y desembarcó a las 11 de la noche del 14 de mayo de 1998 en las costas de Cuba.

No iba a dialogar con los sátrapas sino a confrontarlos a tiro limpio, el único lenguaje que entienden estos abusadores de mujeres, asesinos de presos y torturadores de opositores pacíficos. La operación terminó en fracaso y en una condena de 15 años de cárcel para Ernestino porque quienes debían de recibirlo se acobardaron y lo abandonaron a su suerte. No le preguntamos cómo salió de la cárcel a los tres años porque hay secretos que solo pueden beneficiar a los enemigos de nuestra causa.

Como a Don Quijote, los cobardes en Cuba y en Miami le llamaron loco y los envidiosos no mencionan su nombre para no reconocerle méritos. Pero Ernestino no se ha dado siquiera por enterado porque conoce bien la advertencia de Martí a Máximo Gómez sobre "el placer del sacrificio y la ingratitud probable de los hombres." De hecho, cuando lo visite hace unos días para recopilar datos para este trabajo me encontré a un hombre que no se ha dejado atrapar por el desengaño, la amargura o el resentimiento. Como Don Quijote es un soñador incurable que hace planes para pisar, aunque sea por última vez, su querida tierra cubana. Su Dulcinea es Cuba y su obsesión es contribuir a liberarla del odio, de la tiranía y de la miseria.